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NEGOCIACIÓN Y TERRORISMO

"Huele a sangre"

Francisco G. Basterra

"Huele a sangre", afirmó una corresponsal de la Casa Blanca, normalmente comedida, sentada a mi lado en la east room y vestida de rojo para la ocasión, el color preferido del presidente, minutos antes de iniciar Reagan la 39ª conferencia de prensa de su presidencia. Había electricidad en el ambiente y más de 200 periodistas en la sala, aguardando a lo que se esperaba iba a ser más un combate de boxeo que un intento de explicar los contactos secretos con Irán.Pero la sangre no llegó al río, y el presidente, aunque posiblemente perdiera por puntos -estuvo más confuso y contradictorio que en otras ocasiones-, no fue noqueado. Los telediarios de las siete, que Ronald y Nancy siguieron atentamente desde sus habitaciones privadas, habían preparado de una forma muy dramática, con toda la exageración que permite la electrónica, la intervención presidencial.

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Fue prácticamente presentada como la más importante de su carrera política, y en la que el anciano actor de Hollywood se jugaba su credibilidad política.

Los periodistas presentes se debatían ayer en un dilema que les atenaza desde que Ronald Reagan llegó, en 1981, a la Casa Blanca: cómo ser combativos, -la ocasión lo exigía, se habla de violación de la ley, operación encubierta, e incluso se recuerda el Watergate- sin zarandear excesivamente a un presidente muy popular, apareciendo como los malos de la película ante 30 millones de norteamericanos.

Violar la ley

El presidente fue acusado de "duplicidad", de violar la ley, de falta de credibilidad, y contraatacó con nervio. Fue el único momento de la noche en que pasó a la ofensiva, cuando un periodista le dijo que estaba a la defensiva. "Estoy contestando a sus preguntas lo mejor que puedo, y creo que no tengo que defenderme de nada".La liturgia de las conferencias de prensa, televisadas en directo, se inicia con un paseíllo del presidente, que sale de la blue room (sala azul) y avanza hasta el podio situado, frente a la Prensa, en la east room (sala este).

Antes de llegar, Reagan pasó frente a un cuadro de su antecesor en el cargo, Jimmy Carter, que en gran parte perdió la presidencia a causa de Irán.

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