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El imperio de las galerías Maeght se fracciona entre los herederos y los colaboradores del marchante

A partir del próximo mes de julio, casi seis años después de la muerte del marchante y promotor de arte Aimé Maeght, el local del número 13 de la parisiense, Rue de Téhéran, que aquél convirtió en uno de los epicentros del arte contemporáneo de vanguardia, cambiará su nombre por el de Galerie Lelong. Con este cambio culminará un largo proceso de conflictos, negociaciones y acuerdos entre el heredero de Maeght, su hijo Adrien, y los que fueran íntimos colaboradores del fundador de las galerías, Daniel Lelong y Jacques Dupin. La consecuencia más relevante será el fraccionamiento del imperio galerístico de Aimé Maeght. Al mismo tiempo, una nueva generación Maeght entra en el mando del arte de la mano de Françoise, la nieta de Aimé.

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A partir de julio, el conglomerado erigido por Aimé Maeght sellará su división con el cambio de nombre de la galería de la Rue de Téhéran por el de Galerie Lelong, que dirigirá el ex colaborador de Maeght Daniel Lelong.El hijo y heredero de Aimé Maeght, Adrien, seguirá con la galería que ya regentaba en el número 42 de la Rue du Bac. Los importantísimos fondos de arte de su padre (más de 15.000 obras valoradas en unos 2.500 millones de pesetas), así como la galería Maeght de Barcelona, pasarán directamente a sus manos.

Al mismo tiempo, la hija de Adrien Maeght, Françoise regentará una nueva sala en Montrouge (París). La galería Maeght de Nueva York ha sido vendida y la de Zúrich se traspasa.

Con estas transacciones, que ponen fin a un doloroso período de transición iniciado a la muerte de Aimé Maeght (ocurrida el 6 de septiembre de 1981, cuando Maeght tenía 75 años), el conglomerado galerístico más influyente en el arte europeo del siglo XX, pionero en un nuevo estilo de tratar con los artistas y de vender arte, entra en una nueva fase. Sería imposible disociar los avatares de las galerías Maeght y la difícil transición ocurrida a la muerte del galerista, de la personalidad de éste. De todo ello han hablado para este diario algunos antiguos colaboradores de Aimé Maeght en París y Barcelona.

"Aimé Maeght era un marchante de arte de nuevo tipo, quizá el pionero de una nueva generación que comenzó a establecerse en París a partir del final de la segunda guerra mundial. Era un hombre genial, con todas las virtudes y defectos propios de ese tipo de hombres, pero con los artistas era encantador, generoso y al mismo tiempo astuto. Fue él, por ejemplo, quien supo reconocer las indicaciones de Miró, que le decía una y otra vez que en España el nivel pictórico era muy alto", explica un antiguo colaborador del marchante.

Tal vez fuese su propia singularidad la que llevó a Aimé Maeght y a su esposa Marguerite a construir un imperio galerístico. A partir de una pequeña tienda de electrodomésticos y una imprenta litográfica en Cannes durante los años de la República de Vichy -mientras el resto de Francia estaba ocupada por los nazis-, y de la relación personal durante los años de guerra con artistas como Matisse o Bonnard, los Maeght erigieron en 25 años un conglomerado que llegó a abarcar una galería de arte, una editorial y otra galería de obra gráfica en París, una galería en Zúrich, otra en Nueva York y una en Barcelona.

Al mismo tiempo -en 1962 y como homenaje a la memoria de su hijo Bernard, fallecido de leucemia a los 11 años- los Maeght establecieron la primera fundación privada de arte contemporáneo de Francia en la localidad de Saint Paul-de-Vence, cerca de Antibes. Dicha fundación -proyectada por el arquitecto catalán Josep Lluís Sert- alberga un fondo de 6.000 obras de arte del siglo XX, todas ellas procedentes de la colección particular de Maeght. Actualmente, la fundación tiene un estatuto semipúblico, gestionada a medias por la familia Maeght y el Estado francés. Los fondos de las galerías, por otra parte, incluyen unas 15.000 obras, valoradas en una cantidad que, según los expertos, supera los 2.500 millones de pesetas.

Galerista innovador

Pero Aimé Maeght hizo algo más que enriquecerse espectacularmente en 25 años e influir decisivamente en las tendencias y usos del mercado mundial de arte contemporáneo. Maeght creó un nuevo estilo de marchante, una nueva manera de tratar con los artistas que representaba."Maeght no explotaba ni trataba de confundir a los artistas que trabajaban con él; por el contrario, les ayudaba en todos los aspectos del trabajo e, incluso, de la vida personal. Él era muy consciente de que había sido su estrecha relación personal con Bonnard, Matisse, Braque y otros artistas, la que lo había llevado donde estaba. Por lo tanto, trató siempre de tener con los artistas que representaba una relación muy familiar; con Chillida, con Calder, con Tápies; con Miró no digamos...", señala el mismo colaborador.

Fue así como se afianzó en el mundo internacional del arte el estilo Maeght, una mezcla de familiaridad con los artistas y alta profesionalidad de la galería. "El equipo Maeght cuidaba siempre de todos y cada uno de los aspectos de la preparación de exposiciones, de manera que el artista no tuviese que hacer nada más que producir la obra y estar presente en las inauguraciones importantes", explican personas vinculadas al mundo del arte.

Varios colaboradores de Aimé Maeght coinciden en señalar que, "como todos los hombres geniales, Aimé tenía una cierta mentalidad de après moi, le déluge ("despues de mí, el diluvio"), lo que le llevó a prestar poca atención a la continuidad familiar de sus galerías".

"Aunque Maeght era hombre de gran visión y muy fuerte personalidad, era también un carácter muy complejo y relativamente inescrutable. Por ejemplo, tanto él como su esposa adoraban a su segundo hijo, Bernard, y fue la muerte de éste la que originó la idea de la fundación. Pero desde que el hijo mayor, Adrien (nacido en 1930) fue un poco mayor, Aimé trató siempre de mantenerle apartado de los negocios familiares. Su esposa, en cambio, intentó ayudar a Adrien con la propuesta de establecer una imprenta y una galería de obra gráfica.

La empresa -ubicada en el número 42 de la parisina Rue du Bac- fue un éxito. Puede decirse que Maeght fue la primera galería del mundo que prestó la debida atención a la obra gráfica.

El éxito de Adrien Maeght al frente de la galería de obra gráfica -simultáneo a una dedicación a las carreras automovilísticas, que le condujo a poseer una colección de más de 100 coches, que se exhiben ahora en un museo cerca de Cannes- no disminuyó la frialdad paterna.

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