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Sally y Gene, una historia de 'gringos'

Eugene Hasenfus compareció ante el tribunal con pantalón vaquero, deshilachado en la pernera izquierda, camiseta negra de media manga y botas de jungla, sin cordones, como los presidiarios a los que se priva de la posibilidad de quitarse la vida. A sus 45 años, Gene parece la encarnación del gringo típico, fuertote y con aspecto de futbolista retirado. Un ex marine con pelo corto y un rubio que tiende ligeramente a lo pelirrojo. Su sitio parece que debía estar más bien en un bar de su pueblo, Marinette (Wisconsin), junto a una jarra de cerveza, mientras en la televisión pasan el partido de fútbol americano y Gene rememora, a veces, los días de la guerra de Vietnam.Sin embargo, Gene, por 3.000 dólares mensuales (casi 400.000 pesetas), más 750 (unas 100.000 pesetas) por cada vuelo, no por luchar por la libertad, se involucré en una guerra que dice que no es la suya. Fue a dar con sus huesos en una cárcel de Nicaragua. Le había contratado su amigo Bill Cooper, con quien ya había trabajado para la compañía (la Agencia Central de Inteligencia norteamericana, CIA) en el sureste asiático. Bill murió el 5 de octubre, al caer el avión que pilotaba. Ahora Gene oye con gesto inexpresivo las acusaciones contra él.

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De cuando en cuando, durante el largo primer día de proceso, Gene gira la cabeza y busca con la mirada a su esposa, Sally, que llegó de Marinette, donde los vecinos han organizado colectas para la defensa y reparten pegatinas que piden su vuelta a casa.

Sally no ha cambiado la cara de susto desde que llegó a Nicaragua. Va vestida con una blusa azul oscuro y una falda negra, inadecuada para los calores. Parece como si Sally no estuviese al tanto de los clirnas de la zona por donde se movía su marido. Esta rubia gordita parece ajena a lo que le rodea. Sólo tiene ojos para Gene y oídos para las palabras del intérprete, que le susurraba cosas que parecen sonarle extrañas a esta chica de Wisconsin, Le traducen palabras que hablan de las intervenciones de EE UU en Nicaragua desde 1856, con Willliam Walker, y de 1909, cuando quisieron derribar el Gobierno constitucional del general José Santos Zelaya. Todo esto parece demasiado para Sally.

Terminado el primer día dcproceso, Gene y Sally lloraron de emoción cuando, por autorización del tribunal, pudieron encontrarse en una sala contigua en presencia de su abogado nicaragüense.

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