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Anthony Perkins considera que se ganó el derecho a dirigir 'Psicosis III'

Anthony Perkins está en Sitges para presentar Psicosis III, una nueva continuación de la tragedia terrorífica iniciada 26 años antes por Alfred Hitchcock. Ahora el actor, que hasta el momento se limitaba a encarnar al tímido, encantador y temible Norman Bates, considera que se ganó el derecho a dirigir Psicosis III. Perkins es un extraño debutante que toma entre sus manos la propia imagen previamente dibujada por otros.

"La película es lo bastante parecida y lo bastante distinta a las anteriores como para que el espectador reencuentre en ella algo que le gustó y, al mismo tiempo, todo sea nuevo", comenta el actor. Para Perkins, lo que resultaba imprescindible conservar era "el carácter de Norman, esa especie de mezcla de encanto y peligro que destila el personaje. También era imprescindible mantener el decorado, el famoso motel, y el que toda la acción mantuviera un tono de tragedia. El terror debe quedar siempre en un segundo plano, detrás del espíritu trágico, pues de lo contrario la película resultaría idéntica a cualquier otra de esas sangrientas, con sádicos provistos de hachas o sierras mecánicas".

En Psicosis III hay algunos elementos que recuerdan las películas de Hitchcock como Vértigo. "Sí, pero son aspectos plenamente integrados en el filme, que no tienen el sentido de una cita, del codazo de complicidad. Eso es algo que detesto, que me parece muy pobre. Algunos críticos escriben sus comentarios buscando retahílas de coincidencias y similitudes. Es absurdo. Yo puedo retomar ideas o situaciones de Hitchcock pero para ir adelante y contar otra cosa", comenta Perkins.

Por ejemplo, usted introduce aquí una resonancia de orden religioso. "Es algo que creo que a Hitchcock le hubiera gustado, que ya estaba implícito en la primera entrega de las aventuras de Norman Bates. También he recuperado la escultura de Cupido que ya aparecía en el primer filme, pero dándole mayor importancia, poniendo el tema del amor en un primer plano. A fin de cuentas él mata por amor, nunca por odio y eso es lo que hace atractivo al personaje".

Prendas tristes

Anthony Perkins llegó el lunes a Sitges con un calcetín de cada color, un detalle que nadie se atrevió a comentarle, quizá temiendo que se metamorfoseara en Norman Bates. Luego, a la mañana siguiente, una vez recuperado del jet lag y de compartir el vuelo con el enfebrecido guionista Kit Karson, que durante nueve horas estuvo pasando a máquina su último proyecto, Perkins sigue jugando con el color de sus calcetines, uno verde y el otro amarillo, asomando deslumbrantes y fosforescentes entre las bambas blancas y el final de las perneras de sus largos tejanos. "Los calcetines son casi siempre prendas tristes, grises y uniformes. A mí me gusta que sean alegres". Y para mantener esa alegría, Perkins lleva de cráneo a la organización del festival, pidiendo frutas exóticas que no encuentran en el hotel.

¿La oportunidad de dirigir fue algo buscado por usted o surgió como una propuesta de la productora del filme? "Si intervine como actor en la segunda parte fue para ganarme el derecho a dirigir una nueva continuación. Además, cuando me entregaron el guión, vi que era tan bueno que resultaba imposible hacerlo mal. Puede que no tenga experiencia como director, que no me conozca todos los trucos del oficio, pero estoy seguro de que nadie sabe tanto de Norman Bates como yo".

Cuando Richard Franklin dirigió Psicosis II, ¿no pensó nunca que usted estaba mejor preparado que el cineasta para ponerse detrás de la cámara? "Un actor nunca debe pensar eso de su director, porque la película se convertiría en un desastre".

En Psicosis III, a pesar de que la película se abra con la frase Dios no existe, hay mucho sentido del humor. "La frase es tan sólo una manera de enfatizar la desesperación y las obsesiones de Marion, que es un personaje que tiene puntos de contacto con Norman. Respecto al humor, es importante y nunca paródico".

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