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LAS SUPERPOTENCIAS DIALOGAN

La opinión pública norteamericana cree que Reagan ha cedido ante su entrevista con Gorbachov

Francisco G. Basterra

¿Gana o pierde Estados Unidos al aceptar Ronald Reagan acudir a Islandia para entrevistarse con Mijail Gorbachov? Ésta es la pregunta que se hace! la opinión pública, sorprendida por el efectista anuncio de una cumbre a la que no se le quiere llamar tal y tras el canje efectivo, por mucho que quiera disfrazarse, de Daniloff por Zajarov. La gente, como si se tratara de un partido de béisbol, quiere conocer cómo va el marcador y quién de los dos grandes pestañeó primero. No hay una respuesta unánime, pero una impresión dominante, defendida por pesos pesados como Henry Kissinger, dice que Reagan ha cedido en cuestiones de principio y que su aceptación de la precumbre es apresurada y, puede ser peligrosa para los intereses norteamericanos.

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Fuentes de la Administración norteamericana dijeron ayer que Reagan ha aceptado acudir a Reikiavik, con ciertas dudas, para salvar la genuina cumbre que quiere celebrar en Estados Unidos con el líder soviético. La Casa Blanca, según estas fuentes, sólo dio luz verde al viaje tras convencerse de que Mijail Gorbachov no iría a Washington sin antes recibir algún tipo de seguridades de que los dos grandes pueden firmar un acuerdo sobre algún aspecto significativo del control de armamentos. El secretario general del PCUS no está dispuesto a repetir otra cumbre al estilo de la mantenida en Ginebra en noviembre de 1985, donde Reagan dominó la agenda y no se comprometió a nada."Gorbachov no quiere venir aquí a menos que tenga un claro sentimiento de que va a salir bien parado y va a quedar bien. Ahora no tiene esa certeza. Necesita saber que se va a firmar algo cuando los soviéticos vengan a Washington", explicó un funcionario de la Administración ¡de Reagan. Si esta idea es correcta, el presidente estaría siendo arrastrado por Gorbachov a su terreno, y aparece aceptando una precondición para la cumbre, la firma de algún tiempo de tratado o acuerdo, algo a lo que en principio repetidamente se había negado Washington.Pagar en exceso,

Para Brent Scowcroft, ex consejero de Seguridad Nacional de Gerald Ford, "la Administración no lo ha hecho muy bien. Parece que está dispuesta a pagar mucho por la cumbre, quizá hasta el punto de prometer suficiente en materia de control de armamentos para convencer a Gorbachov de que su segundo encuentro no será vacío". Si no es así, los observadores señalan el peligro de que el líder soviético declare fracasada la reunión de Islandia, culpando de ella a la inflexibilidad de EE UU.

Por su parte, la Casa Blanca apuesta por que las dotes de Reagan como gran comunicador le hagan salir intacto del duelo en la remota Reikiavik o incluso victorioso, como el norteamericano Bobby Fischer, que en 1972 le ganó una histórica partida de ajedrez al soviético Boris Spassky en esta remota ciudad del Atlántico norte. Para el presidente norLeamericano, el encuentro de Reikiavik es un riesgo calculado. Se produce en plena campaña electoral (el 4 de noviembre se renueva el Congreso), en la que Reagan se juega el control del Senado por los republicanos, lo que dejaría al presidente en una delicada situación política en los dos últimos años de su mandato. Un éxito en Islandia, no firmar nada y no comprometerse al menos públicamente, pero sí conseguir anunciar el 12 de octubre la fecha para la cumbre en Estados Unidos, posiblemente antes de final de año, tendría un efecto positivo para la popularidad y la política del presidente.

La aceptación de volar a Reikiavik tiene un fuerte componente de política interna. La Administración ya la utilizó ayer para pedir al Senado que acepte el veto presidencial a las sanciones económicas del Congreso contra Suráfrica. En caso contrario, lo que parece lo más probable, Reagan acudiría a Islandia debilitado en sus discusiones con Gorbachov, advirtió ayer George Shultz en un último intento de evitar que el Senado revoque hoy el veto presidencial. Al mantener viva la esperanza de que es posible un acuerdo sobre control de armamentos, Reagan también consigue que el Congreso se piense dos veces los límites que ha puesto al presupuesto de defensa en especial a los fondos para la guerra de las galaxias, que, en opinión de la Casa Blanca, "atarían las manos" del presidente en un momento clave de la negociaciori Este-Oeste.

En la guerra de los espías, Reagan, que hace sólo 48 horas había dicho que "ellos pestañearon primero", afirmó ayer, más prudentemente: "No debía haberlo dicho".

Estados Unidos ha cedido en el principio de no cambiar a un ¡nocente periodista por un espía. Lo ha hecho en la práctica y ha sentado un peligroso precedente, aunque ha añadido al canje al disidente Orlov. Pero, en cualquier caso, es menos de lo que Kennedy, en 1964, y Carter, en 1978, consiguie.ron de Moscú en incidentes similares. En la polémica por los espías soviéticos en la ONU, que Washington quiere expulsar, tampoco ha obtenido una satisfacción rotunda, aceptando un compromiso.

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