Sabor de Chile
Mi carta no tiene otro motivo que el de declarar que el mal sabor de boca que he tenido ayer, después de asistir a la manifestación contra Pinochet, no tenía origen en ninguna sustancia comestible.Concedo, quizá por generosidad, que resulta impresionante ese grito de "que se vaya, que se vaya" entonado por miles de gargantas, y admito que el grito llega lejos, acaso hasta el alma... Pero parece claro que entre unas cosas y otras a la cabeza no llega, porque si no muchos de los que allí estábamos no hubiéramos asistido. Si analizáramos la situación de nuestro país, y la situación europea, no podríamos gritar muy alto. El nuestro es el estertor de monigotes de lujo de una Europa convidada de piedra, lodo y tierra. No tengo yo muy claro que por el simple hecho de gritar contra un tirano se pueda uno senir más libre y menos manejado. Al contrario, gritar el nombre de Pinochet en vano provoca más ira, además de la consiguiente afonía. Es el derecho al pataleo que se daba antiguamente (¿?) en los teatros y que ahora se nos concede a los occidentales en razón a nuestro buen comportamiento.-
Archivado En
- Opinión
- Dictadura Pinochet
- Movilizaciones civiles
- Orden público
- Personas desaparecidas
- Seguridad ciudadana
- Chile
- Incidentes
- Protestas sociales
- Casos sin resolver
- Malestar social
- Derechos humanos
- Dictadura militar
- Casos judiciales
- Parlamento
- Política exterior
- Dictadura
- Sucesos
- Latinoamérica
- Historia contemporánea
- Sudamérica
- Historia
- América
- Política
- Justicia