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LA LUCHA CONTRA EL 'APARTHEID'

Helen Suzman: "Mandela es la última esperanza"

La veterana luchadora, contraria a las sanciones contra Suráfrica

"La clave para conseguir un acuerdo negociado a los problemas de Suráfrica reside en Nelson Mandela. Para mí es la última esperanza, porque es el último de los líderes nacionalistas moderados". La autora de esta sencilla pero a la vez firme conclusión es Helen Suzman, una mujer pequeña, en torno al 1,60, de apariencia física frágil. Viste pantalones grises y jersei azul, y sus ojos, a los casi 69 años de edad, brillan con la misma determinación que cuando empezó su lucha contra el apartheid y la desigualdad racial en Suráfrica, en la Universidad primero y en el Parlamento después.

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Helen Suzman, la mujer más famosa de Suráfrica en el mundo, doctora honoris causa por las universidades de Oxford, Harvard, Columbia y Witwatersrand, dos veces propuesta para el Premio Nobel de la Paz, recibe al enviado especial de EL PAÍS en su casa, Blue Hazel, situada en uno de los barrios residenciales situados al norte de Johanesburgo.La habitación es una biblioteca atestada de libros, entre ellos las obras completas de Shakespeare y uno sobre la guerra civil española, escrito por un brigadista internacional, Peter Merin, en 1938. El camino desde el centro de la ciudad hasta el distrito de Hyde Park es como un recorrido por la geografía británica: Oxford, Cotwolds, Worcester, casi todos barrios con mayoría judía. La propia Helen Suzman, de soltera Gavronsky, es la hija de unos judíos lituanos emigrados a Suráfrica y está casada con un médico judío.

La entrevista se celebró el pasado martes, justamente el día que la Comunidad Económica Europea decidió en Bruselas la aplicación de unas sanciones pasadas por agua en las que no se incluía el carbón. A pesar de defender la igualdad racial en el Parlamento y luchar continuamente contra los diferentes Gobiernos nacionales desde 1953, la veterana luchadora de los derechos civiles se muestra enemiga de las sanciones. Cree que los demás están equivocados y que subestiman el poder de resistencia del actual Gobierno.

"Están equivocados", dice refiriéndose a los que defienden las sanciones. "Me gustaría que no fuera así. Si yo creyera que con las sanciones se conseguiría el fin rápido del Gobierno antes de que la economía fuera destruida de forma fundamental, yo apoyaría esas sanciones", añade.

Para Helen Suzman, que ofrece un café infumable al periodista, el resultado de las sanciones, si éstas son sustanciales, "se traducirá en una larga lucha con un Gobierno que se hará más opresivo cada vez con la ayuda de sus fuerzas militares y de policía, de una parte, y, de otra, un movimiento popular con un incremento de la violencia urbana y de las actividades terroristas tipo IRA [Ejército Republicano Irlandés]".

¿Por qué, entonces, personajes tan moderados como el arzobispo Desmond Tutu son partidarios de esas sanciones?

Para Helen Suzman, que de cuando en cuando interrumpe la entrevista pra contestar llamadas de varias partes del inundo y realizar una filmación con destino a la BBC, hay tres tipos de persona partidarias de sanciones: el primero está formado por aquellos que piensan que las sanciones van a conseguir "una rápida caída o RIP del actual Gobierno, y su sustitución por una democracia multirracial. Otros piensan en una dirección más radical e izquierdista. Y desde luego, existen también aquellos que desean una situación revolucionaria para este país y que creen que cuanto mayor sea el desempleo y más sonados sean los disturbios mayores serán las posibilidades para el comienzo de una revolución".

Pocas soluciones

No xisten soluciones rápidas para Suráfrica. "No existe una especie de purga de Benito y no va a ser fácil", dice Suzman, quien prevé "un largo período de transición a una forma mucho más democrática de gobierno con una participación negra en las estructuras políticas y con una aceleración de programa de reforma por parte del Gobierno".Suzman, cuyo último incidente en el Parlamento ocurrió el pasado día 4, antes del fin de las sesiones, cuando fue una vez más expulsada por un día después de llamar mentiroso a un viceministro del Gobierno, se niega a poner una fecha a la transición o a calcular cuánto durará. "Desde luego no va a ser como aquella predicción de Harold Wilson para Rodesia cuando dijo 'semanas en lugar de meses', y luego Ian Smith duró 17 años, ni la predicción de Smith, quien aseguró que no habría Gobierno de mayoría negra 'en mil años".

El manantial de palabras y argumentos que brota, irreprimible, de los labios de Helen Suzman hace perder el hilo de las preguntas al periodista más de una vez. Hemos vuelto a las sanciones, y Helen cree que el Gobierno "sería muy estúpido" si tratara de destruir las frágiles economías de los países limítrofes. Pero es algo que es inevitable "si el mundo no compra nuestros productos".

Suzman se refiere al "ingenio que derrochará el Gobierno en alianza con el sector privado, con el fin de romper las sanciones y a este respecto recuerda que cuando se impuso por las Naciones Unidas la prohibición total de venta de armas a Suráfrica, el resultado fue la creación de una industria de armamento propia. Suráfrica es ahora uno de los principales exportadores de armas del mundo, y hace poco se permitió el lujo de presentar el Cheeta, un cazabombardero aparentemente copiado del Mirage francés con ayuda israelí y capaz de hacer frente a los Mig 23 soviéticos estacionados en Angola.

Igualmente, cuando se decidió un embargo en las ventas de petróleo, los científicos surafricanos se las apañaron para conseguir más de la mitad de los crudos del carbón a través de Sasol, la Campsa surafricana. En estos momentos, según señalan los periódicos surafricanos, los hoteles de las principales ciudades se encuentran llenos de japoneses dispuestos a quedarse con las fábricas que cierren como consecuencia de las sanciones, mientras que cientos de avispados hombres de negocios de todas las nacionalidades se aprestan a hacer de intermediarios.

Helen Suzman, que el próximo día 7 de noviembre cumplirá 69 años, recuerda la pregunta que hizo Desmond Tutu el día de su entronización como primer arzobispo negro de Ciudad del Cabo y jefe de la comundiad anglicana del Africa meridional: "¿Qué otras alternativas pacíficas hay a las sanciones?", preguntó Tutu. "Yo creo", dice Suzman, "que la alternativa todavía puede venir por la vía parlamentaria si los suficientes blancos nos apoyan en las próximas elecciones generales". "Después de todo", añade Suzman, "sólo el Parlamento suministra una tribuna para poder criticar al Gobierno, y sólo él puede repeler las leyes".

Los resortes del Gobierno

La esperanza de Suzman, portavoz de su partido, el Federal Progresista, para orden público, prisiones y temas relacionados con la mujer, es que con la ayuda de los diputados descontentos del Partido Nacional, en el Gobierno, "que no están de acuerdo con la lentitud del proceso de reforma", se pueda llegar a "la cifra mágica de 85 diputados, necesaria para presentar una moción de censura".La veterana parlamentaria insiste en su argumento y dice que no cree que las fuerzas extraparlamentarias consigan hacer cambiar de opinión al Gobierno con sus métodos. "No creo que el Frente Democrático Unido (la organización legal más numerosa de las opositoras al apartheid, y para muchos la tapadera del Congreso Nacional Africano, ANC) consiga derrocar al Gobierno. Puede celebrar grandes mítines, concentraciones masivas con toda clase de gritos y de eslóganes, para después de eso irse a casa sin que nada haya cambiado. La conclusión es que el Gobierno tiene todos los resortes del poder y que no se asusta precisamente, como demuestra en cualquier momento, en aplicar cualquier método para conseguir quebrar la resistencia".

Lo ha dicho recientemente el jefe de la policía surafricana, el general Johann Coetzee, al Daily Telegraph, de Londres. "Tenemos infiltrado al Congreso Nacional Africano de la cabeza a los pies", manifestó Coetzee.

El periodista se sorprende siempre que llega a Suráfrica de la obsesión del presidente Pieter W. Botha ante un hipotético resurgimiento de la extrema derecha neonazi, representada por el Movimiento de Resistencia Afrikaner (AWB) y el Herstigte Nasionale Partei, de Japp Marais, especialmente desde que en una elección parcial estos últimos consiguieron un diputado, el único que tienen. Parece mentira que se tenga esa obsesión cuando todo el poder está en manos del Gobierno, incluidos la policía y los militares.

"¡Ah!", dice Suzman, "es que no están seguros de que los cuadros medios estén con ellos. Temen que no los altos mandos, pero sí los cuadros intermedios estén con el Partido Conservador". "Pero", añade, "lo más importante es que Botha considera que no puede ser juzgado por la, historia como el hombre que rompió la unidad afrikaner".

La clave

La opinión del Helen Suzman no es la única. Hay muchos que la comparten. La pasada semana el congreso del South AFrican Bureau for Racial Affairs (SABRA), una organización afrikaner de extrema derecha, volvió a pedir el establecimiento de un Estado afrikaner sólo para blancos, basado en las tradiciones afrikaner calvinistas.¿Tienen alguna posibilidad de triunfar? Para Helen Suzman, la petición no tiene sentido en la moderna sociedad industrial, como la actual de Suráfrica, y pertenece al pasado, cuando el país, en el siglo XIX, era, una sociedad pastoral y agrícola. "Otra cosa sería una partición",añade, "pero en ese caso el Gobierno se opondría".

Suzman, que se ha entrevistado con Nelson Mandela en la prisión de Ciudad del Cabo, donde el dirigente máximo del Congreso Nacional Africano cumple una condena de cadena perpetua por traición desde 1964 piensa que Mandela constituye "la clave del futuro".

"Mandela no es comunsita, como cree el Gobierno, sino un nacionalista africano que cree en la necesidad de mantener un empresariado y que los blancos no piensan marcharse del país. Pero el Gobierno, y concretamente Botha, está convencido de que si le sueltan se producirá un levantamiento en los townships [las ciudades negras]. Botha es un hombre muy limitado. Yo no comparto esa teoría. Creo, por el contrario, que Mandela convencerá a los demás para iniciar un diálogo en torno a una mesa de negociación para decidir el futuro de Suráfrica", manifiesta Suzman.

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