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EE UU ofrece a los soviéticos el canje del periodista detenido en Moscú por un presunto espía

Francisco G. Basterra

Estados Unidos ofrecerá a la URSS el canje del periodista Nicholas Daniloff, detenido por el KGB (Comité Estatal de Seguridad) en Moscú bajo la acusación de espionaje, por el funcionario soviético de la ONU Gennadi Zajarov, presunto espía capturado por el FBI en agosto, informaron anoche fuentes de la Casa Blanca en California. El intercambio pondría fin a un incidente cuya prolongación puede poner en peligro la próxima cumbre entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, prevista para el otoño, y las negociaciones sobre reducción de armas nucleares. Ni Washington ni, al parecer, Moscú desean que esta historia de espías bloquee la posibilidad de un segundo encuentro entre sus dos líderes.

Washington, a cambio de la inmediata libertad del periodista Daniloff, pondría a Zajarov -un físico sin inmunidad diplomática que trabajaba para el secretariado de las Naciones Unidas-, a disposición del embajador de la URSS en Estados Unidos, con el compromiso de que no abandonaría el país mientras la justicia estadounidense ve su caso.Bastaría probablemente con una simple comparecencia de Zajarov ante el juez para que el presunto espía soviético, que fue detenido con documentos secretos obtenidos mediante pago de un falso confidente que trabajaba para el FBI, regrese a su país. EE UU exige a cambio la salida de Daniloff de la Unión Soviética, sin condiciones y sin ningún tipo de juicio.

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, que continúa de vacaciones en su rancho de California, no se ha pronunciado sobre el caso, y su Administración se limita a enviar señales a Moscú de que la falta de solución rápida al incidente tendrá un coste, no cifrado, en las relaciones. Pero el suceso, que los grandes medios de comunicación han convertido en una bandera para explicar la ambigüedad del cambio del nuevo régimen de Gorbachov, ha provocado una guerra de nervios entre las dos superpotencias que originará un "torrente de propaganda", reconoció ayer la Casa Blanca.

El vicepresidente norteamericano, George Bush, declaró ayer que lo sucedido amenaza las relaciones entre los dos países, pero no ha llegado a decir que ponga en peligro la cumbre, prevista en principio para finales del otoño. El presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Richard Lugar, ha ido algo más lejos y ha afirmado que peligran las perspectivas de ese encuentro. Para Lugar, la situación es "intolerable", y no puede compaginarse la preparación de una cumbre con mantener en la cárcel al periodista. No existe, sin mbargo, un ultimátum de Washington a Moscú, y la Administración se niega a decir cómo responderá si se prolonga la detención de Daniloff o si éste es juzgado en la URSS, algo que no ocurre con un ciudadano norteamericano desde 1960.

El caso ha suscitado también interrogantes sobre el control del aparato que ejerce Gorbachov, y se sugiere en algunos medios que el líder soviético parece tener problemas con el KGB. "La detención de Daniloff obliga a preguntarse quién manda en la URSS", afirmó el senador Lugar. "Si el KGB actuó por su cuenta, demuestra una alarmante independencia en un asunto que afecta a las relaciones con Estados Unidos", escribía ayer en su editorial The New York Times. Las detenciones de Zajarov y Daniloff se han producido con los líderes de ambas superpotencias de vacaciones. Un portavoz norteamericano dijo ayer que la Casa Blanca no había dirigido la detención del funcionario soviético, y que algunos miembros de la Administración lo lamentan.

Momento delicado

El caso Daniloff, un hijo y nieto de emigrantes rusos y uno de los periodistas occidentales con mayor conocimiento de la URSS, en la que ha pasado casi 10 años de su vida profesional, llega en un momento muy delicado de las relaciones entre Washington y Moscú. En un plazo de dos semanas, los ministros de Exteriores de los dos países, George Shultz y Edvard Shevardznadze, se reunirán en Washington para reanudar el diálogo interrumpido tras el ataque norteamericano a Libia el pasado abril y preparar la agenda de la cumbre. Este fin de semana, una delegación soviética de expertos es esperada en Washington para continuar el diálogo abierto en Moscú el pasado agosto sobre reducción de los arsenales respectivos.

Todo en las últimas semanas parecía indicar un progresivo deshielo y un nuevo realismo en las relaciones Este-Oeste, con el convencimiento de ambos Gobiernos de que la cumbre es algo que interesa tanto a Reagan como a Gorbachov. La Administración de Reagan está preparando una nueva propuesta que aceptaría una reducción menor del arsenal estratégico soviético, sobre todo en lo relativo a los misiles intercontinentales con base en tierra y los cohetes de crucero lanzados desde aviones.

El resultado sería el abandono de la idea de esa reducción del 50%, lo que permitiría a la URSS mantener un mayor número de sus cohetes más poderosos. En este contexto, la detención de Daniloff es difícil de explicar para los funcionarios norteamericanos, que insisten en que su liberación no es una condición previa para la celebración de la cumbre o el progreso en las negociaciones sobre armamentos, "en las que los dos países se juegan mucho".

En Washington están convencidos de que Moscú ha detenido a Daniloff como represalia por la captura de Zajarov, pero la Administración rechaza tajantemente cualquier relación entre los dos casos. A Daniloff -por cuya detención el Instituto Internacional de Prensa (IPI) envió ayer una enérgica protesta a Gorbachov- se le tendió, según afirma el Departamento de Estado, una trampa; y el soviético fue cogido con las manos en la masa mientras recibía dinero por documentos secretos.

[Por otro lado, los expertos de Estados Unidos y de la Unión Soviética, reunidos en Moscú para discutir sobre la ocupación de Afganistán por las tropas de la URSS, finalizaron el análisis de los puntos fijados. Ambas delegaciones intercambiaron el martes, "en una atmósfera de trabajo", sus puntos de vista sobre la cuestión en el marco de las conversaciones preparatorias del encuentro entre Eduard Shevardnadze y George Shultz].

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