La Administración y la industria farmacéutica negocian para limitar la excesiva proliferación de medicamentos
El médico español cuenta con cerca de 14.000 presentaciones farmacéuticas diferentes. Un auténtico arsenal por el que no siempre navega con soltura. Ceremonia de confusión en la que España está a la cabeza de Europa, junto a la RFA e Italia. Por el contrario, los países nórdicos no superan las 3.000 presentaciones. "Que sepamos, sus ciudadanos gozan de buena salud", reconoce Félix Lobo, director general de Farmacia y Productos Sanitarios. La necesidad de modernizar el sector plantea, según Félix Lobo, "un pulso entre caballeros" entre la Administración y la industria farmacéutica.
Félix Lobo se apresura a matizar al abordar sus relaciones con la industria: "Ésta no es una película de buenos y malos". El director general de Farmacia cree que no es más que "un viejo tópico decir que España es un paraíso para las multinacionales farmacéuticas. Eso pudo ser en el pasado, pero hoy esto ya no es una selva: disponemos de unos criterios emanados de la ley de Sanidad y de las directivas de la CEE y ahora sólo se autorizan medicamentos seguros y eficaces apoyados por ensayos clínicos controlados", afirma Lobo, que no acepta que exista "caos farmacéutico", pero sí cierta confusión.La Administración tiene que pactar con una industria poderosa que cuenta con ramificaciones, que trascienden la pura farmacopea. La política tampoco es ajena a este emporio: el polifacético Henry Kissinger, consejero de la compañía norteamericana Sharp and Dohme (MSD), se entrevistó con Félix Lobo en uno de viajes a Madrid para velar por los intereses de su multinacional.
"En el mundo europeo hay un debate abierto entre autorizar sólo fármacos necesarios o admitir fármacos simplemente eficaces", explica Lobo. "En Noruega, por ejemplo, sólo se registra un fármaco si es más eficaz que otro anterior. En los países comunitarios, por el contrario, basta con que un fármaco sea eficaz, y seguro para que sea autorizado". Un debate que "no es científico, sino político y económico".
Juan Manuel Reol, portavoz de Farmaindustria, no sufre ese dilema que parece ocupar al director general de Farmacia: "Un producto eficaz y seguro ofrece suficientes garantías para ser autorizado", recalca. Lo que los expertos consideran exceso de medicamentos, para Reol es simplemente "la libertad de elegir". Según el portavoz de Farmaindustria, son los propios laboratorios los que deben decidir, por criterios comerciales, si hay excesivas repeticiones de una especialidad y si ésta ya no es competitiva.
Juan Ramón Laporte, experto en Farmacología, no comparte el mismo criterio. "La única ventaja de tener 14.000 productos es contribuir a la buena salud de lo laboratorios", declara con socarronería. "Todos esos productos no nos permiten tratar más especialidades", añade. En su opinión, "un 20% de los fármacos disponibles son inútiles o meras repeticiones". Y otro 20% "no pasaría el registro en Europa". En concreto "los hepatoprotectores con pocas coenzimas no serían registrados en Estados Unidos". Cree Juan Ramón Laporte que "la Administración ha sido muy condescendiente con los laboratorios de titularidad española por temor a la amenaza de paro".
En España subsiste aún un considerable grupo de medicamentos introducidos en el mercado cuando el país era un coladero.
Muchos de estos fármacos están siendo estudiados de nuevo y retirados en su caso a través del Prosereme (programa de selección y revisión de medicamentos), pero no de manera exhaustiva. "El Prosereme levantó algunos recelos, pero no ha supuesto cargas excesivas para los laboratorios", afirma Lobo.
Alfonso Moreno González, médico especializado en farmacología, estima positivos los programas de revisión de la Administración. "Han supuesto un indudable saneamiento, especialmente al retirar fármacos obsoletos y al sugerir cambios de composición de otros". No obstante, reconoce que el Prosereme "sólo va a los casos más flagrantes".
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