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El FMI acepta valorar la caída del precio del petróleo en la negociación de la deuda externa de México

Francisco G. Basterra

El Fondo Monetario Internacional (FMI) está dispuesto, por primera vez, a aceptar que la caída del precio del petróleo sea de alguna forma tenida en cuenta en la reestructuración de la deuda extema de México. Si este acuerdo de principio entre el FMI y México se con firma, supondrá un importante precedente para las futuras negociaciones entre el FMI y otros países deudores, en Latinoamérica o África, que por el desplome del precio del crudo o de otras materias primas no tienen ingresos suficientes para pagar sus deudas. Fuentes del FMI aseguraron que esta mayor flexibilidad del organismo internacional no significa su aplicación automática a otros países deudores, como Argentina o Brasil. El 60% de los ingresos de México procede ole las exportaciones petroleras.

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The Wall Street Journal anunció ayer que el FMI y México han llegado a un acuerdo marco de principio para un nuevo programa de reestructuración económica, que permitirá a México conseguir dinero fresco de la banca comercial y de los organismos prestatarios internacionales para hacer frente: al pago de los intereses de su deuda externa de 97.000 millones de dólares. El FMI, una organización notoria por su insistencia en imponer duros programas de ajuste y austeridad a los países del Tercer Mundo, estaría dispuesto a aceptar también que México adopte una política que permita una rápida reanudación del crecimiento económico en 11987. Existe también un acuerdo sobre la fórmula de contabilizar el déficit público mexicano).Para protegerse del impacto del choque petrolero, que seca sus fuentes de ingresos, México propone al FMI que si los precios del crudo caen por debajo de sus niveles actuales, durante los nueve primeros meses es el plan de reestructuración económica, el FMI, otras instituciones prestatarias internacionales y la banca comercial cubrirían el agujero con nuevos préstamos. Durante los siguientes nueve meses, México cerraría la diferencia reduciendo gastos o aumentando los ingresos fiscales. Después de ese período de año y medio México soportaría la carga de las fluctuaciones del petróleo. Esta idea ha sido aceptada en principio por el FMI, aunque los detalles no han sido aún concretados.

A cambio de las concesiones del FMI, México se compromete a proseguir su ajuste económico con una importante reducción del gasto público este año y en 1987, una estricta política monetaria y crediticia que evite la fuga de capitales y el cierre o modernización de unas 300 empresas públicas, así como a seguir recortando las subvenciones de productos alimenticios y servicios. El plan de reestructuración económica obligará a México a abrirse a la inversión extranjera, a reducir tarifas aduaneras y a eliminar las cuotas de importación, algo a lo que ya se ha comprometido al entrar en el GATT.

Presiones de Reagan

El nuevo ministro de Hacienda de México, Gustavo Petricioli, y el director general del FMI, Jacques de Larossiere, llegaron a este acuerdo de principio en duras conversaciones celebradas en Washington desde el pasado viernes, que se prolongaron durante el fin de semana. Petricioli, antes de abandonar ayer Washington para consultar con su Gobierno, confió en que la semana próxima pueda firmarse un acuerdo definitivo, que expertos mexicanos perfilarán con el FMI durante los próximos días. Fuentes económicas consultadas por EL PAÍS dijeron que sólo la presión de la Administración de Reagan sobre el FMI explica las concesiones realizadas para alcanzar un acuerdo. Estados Unidos se ha dado cuenta de que México ha llegado a una situación límite y que ya no se trata de una crisis económica, sino que es esencialmente un tema político de primera magnitud para la política exterior de Washington, que no puede permitirse una desestabilización social y política de su vecino del Sur, con el que comparte más de 2.000 millas de frontera.Además, una declaración unilateral de México de impago de su deuda, algo a lo que el país se verá abocado ineludiblemente si no logra unas condiciones de devolución más favorables, pondría en serios aprietos a la gran banca norteamericana, que posee el 25% de la deuda mexicana. Petricioli se entrevistó aquí con el secretario del Tesoro, James Baker, quien, junto con el presidente de la Reserva Federal (banco central), Paul Volcker, defiende una mayor flexibilidad para México. Sin embargo, aún subsisten importantes diferencias en las cifras, sobre todo en el tamaño del déficit público mexicano aceptable por el FMI.

En esta cuestión, el FMI también ha cedido, marcando un precedente al aceptar que se contabilice el déficit operativo, esto es, el déficit corregido de la inflación interna (expurgado del coste de los intereses que México debe pagar por la deuda interna), y no el total. El déficit fiscal de México supera actualmente el 13% del producto interior bruto (PIB) y alcanzaría este año un 18%, según las previsiones.

Un acuerdo definitivo entre México y el FMI supondrá que el FMI prestaría 1.500 millones de dólares a México; 1.200 millones de dólares vendrían del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo. Otros 1.200 millones se lograrían reescalonando el pago de los préstamos contraídos con Estados Unidos y otros Gobiernos, y el resto que necesita México, unos 3.000 o 3.500 millones de dólares, ten(iría que ser aportado por los bancos comerciales. Estados Unidos podría facilitar un crédito puente que permitiría a México hacer frente al pago inmediato (le intereses (1.500 millones de dólares vencieron el pasado 1 de julio, y México sólo ha pagado 1500 millones) hasta que México pueda contar con los nuevos préstamos.

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