El toro escachifollado
ENVIADO ESPECIALLa tauromaquia clásica no vale para la fiesta de toros que nos dan. Los tratados taurinos iban de remozarse. Por ejemplo, en muchas de las corridas actuales -la de ayer, una de ellas- no se sabría decir si los toros son mansos o bravos. Hay casos claros, como los dos primeros Murteira, que huían despavoridos de los caballos. Otros, en cambio, que se crecían al castigo, han de ser sometidos a discusión científica. ¿Se trataba de toros mansos o de toros escachifollados?
Si eran mansos esos otros Murteira, no lo parecían en la prueba del caballo, al que recargaban, por lo cual la tauromaquia clásica les calificaría de bravos. Y, en cambio, por su comportamiento en el último tercio les calificaría mansos, pues llegaban quedadotes, reservones, deprimidos.
Murteira/ Ruiz Miguel, González, Bermejo
Toros de Murteira. Grave, con cuajo, senos y cornalones, de juego desigual. Ruiz Miguel: Seis pinchazos y bajonazo escandaloso (pitos); tres pinchazos y estocada (silencio). Dámaso González: pinchazo, escandaloso espadazo atravesado, traserísimo y bajo, y tres descabellos (silencio); pinchazo hondo atravesado y dos descabellos (silencio). Roberto Bermejo: tres pinchazos -aviso- se sienta el toro y lo levanta el matador, otro pinchazo y descabello (fuerte ovación y salida al tercio); dos pinchazos, otro pescuecero, descabello y se acuesta el toro (silencio). Plaza de Pamplona, 13 de julio. Octava corrida de feria.
Está claro que la prueba del caballo había sido como el patíbulo, y si el reglamento permitiese que los Murteira visitaran al psicoanalista, en la consulta mugirían lastimosamente sus sufrimientos durante el trance ese que llaman suerte de varas. Que en realidad es bárbara refriega, donde un hortera tocado de castoreño, que se encarama en acorazado percherón, le mete hierro al toro por las vértebras atrás, hace palanca en las carnes, y se las deja tundidas, tumefactas e irreconocibles.
Sale de allí escachifollado el toro, y tan serrano el escachifollador, de cuya saña carnicera no hay quien le apee. El toro tan cruelmente tratado, por supuesto no embiste, o si embiste, será con dos desmayados trancos y unos cuantos derrotes. ¿Qué va a hacer, si no, para defenderse?
La autoridad debe -y puede- acabar con esta sanguinaria costumbre de escachifollar toros. Ahora bien, la autoridad taurina es la risa, se pasa la corrida haciendo el Don Tancredo en el palco. La autoridad del palco, en Pamplona, lleva chistera. Es decir, que hace el Don Tancredo con chistera: una original forma de presidir.
Uno de los torazos mas grandotes y apabullantes de la feria, con 649 kilos de romana, y enorme arboladura en la testa, abrió plaza ayer. Ruiz Miguel le sacó pases librando tarascadas con la ágil viveza de un gorrión. Lo mismo hizo en el cuarto. Dámaso González enceló al segundo, que buscaba su querencia de toriles y reculaba continuamente, y ése fue un gran mérito. Al probón quinto le dio medio centenar de derechazos. Ese toro, molido a varazos en las vértebras y luego a derechazos, fue el más escachifollado de todos.
Al sexto lo descuartizó el picador Aguirre, y lo dejó sin embestida ni resuello. El tercero, sin embargo, descuartizado y todo, embistió con sumisa nobleza, y permitió apreciar el toreo de Roberto Bermejo. El diestro aragonés empezó el muleteo en el centro del ruedo, la montera sobre los pies, y, así dio una pedresina, luego dos pases por alto y un cambio de mano. Continuó por derechazos incoloros, naturales cargando la suerte, buenos de pecho.
Constituyó una grata sorpresa que el poco conocido diestro aplicara buena técnica a los naturales, pero les cogió el gusto, los daba por docenas, y cuantos más daba, más evidentes se hacían tanto la sumisa nobleza del toro, como la escasa capacidad del torero para interpretar con arte la suerte. Además mató muy mal. A sus dos enemigos, los cuarteó banderillas a cabeza pasada.
Toros como el Murteira, escachifollados y nobles, pocos se va a encontrar Bermejo en su carrera. Oportunidades de triunfo, como la que tuvo ayer en Pamplona, no suelen prodigarse.
Babelia
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