La condesa de Campo-Alange
La publicación en 1948 de La secreta guerra de los sexos por José Ortega Spottorno, por la editorial Revista de Occidente, en unas horas tenebrosas y cerriles de la política cultural española, fue un acto de valor por parte de su autora, María Campo-Alange, al hacer menos secreta esa guerra que, según Spengler, "existe desde que hay sexos; guerra silenciosa, amarga, sin cuartel ni merced". La ilustre dama sevillana era ya conocida por sus trabajos sobre temas de arte y, particularmente, por su libro sobre su parienta María Blanchard. Pero este nuevo frente que abría la autora en torno a lo masculino y lo femenino -aparecido un año antes que Le deuxième sexe, de Simone de Beauvoir- levantó gran polémica y vino a confirmar la existencia de dicha guerra entre los sexos. "Los varones", decíamos sus editores en la solapa, "han acuñado un cierto concepto de la feminidad, muy cómodo para ellos, y se resisten a alterarlo, y cuando la mujer no se ajusta a él, la acusan de masculinizarse, cuando lo que hace, como dice la autora, es adquirir una expresión más consciente de su ser. La mujer no ha podido ser nunca ella misma, su ser ha sido deformado por milenios de predominio varonil; pero hoy, en proceso de adaptación a su nueva vida..., representa para el porvenir una fuerza desconocida que empieza a entrar en juego por primera vez en la vida".Tres ediciones tuvo esta obra, a la que Eugenio d'Ors dedicó 10 de sus glosas, no muy amables, por cierto, pero testimonio del estruendo que causó en la silenciada vida española de entonces. "La idea de escribir este libro", ha contado su autora, "surgió en mí del choque brusco entre dos mentalidades distintas: aquella que sirvió de fondo a mi niñez dentro de un ambiente provinciano y tradicional (que luego ha descrito ampliamente en las memorias, no concluidas, que publicó bajo el título de Mi niñez y su mundo) y la que se ha producido recientemente en un mundo en plena evolución social ( ... ). Mi vida personal se nutre: en un principio de tradiciones seculares que vienen a morir entre convulsiones al borde mismo de mi plenitud vital".
Entre tanto publicó un profundo estudio sobre la morfología del arte, De Altamira a Hollywood, donde considera la plástica como una escritura de expresión de emociones, de intuiciones, que, utilizando la vía sensorial, conserva intacto el valor inicial del color y la forma.
María de los Reyes Laffite y Pérez del Pulgar, condesa viuda de Campo-Alange, grande de España, correspondiente de varias academias, fue un ejemplo de lo que puede ser la mujer en España cuando se lanza a crear una auténtica cultura femenina. Como editor y amigo suyo, siento gran pena que su alma egregia, hace pocos días, calladamente, se haya ido de este mundo.
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