Furor tropical
En España la salsa se halla en una curiosa situación. Desasistida por las discográficas, de obediencia multinacional, es más fácil hallar muestras recientes de estos sonidos pletóricos en el Reino Unido u Holanda. Tampoco hacen mucho los medios por enmendar esta anomalía: en asuntos musicales mejor no hablar de la hermandad entre España y los países del otro lado del Atlántico.
El decorado del escenario del Conde Duque: incluía parte del velamen de un carabela, recordatorio de 1492. Pero ahora eran ellos los que nos visitaban, para permitirnos el descubrimiento de un arte bullicioso y deshinibido. Tras Bobby Rodríguez (Nueva York) y la Orquesta Ritmo Oriental (Cuba) llegaron -y siguen de gira por España- la Sonora Ponceña (Puerto Rico) y Óscar D'León (Venezuela). Figuras de primera, y si añadimos las visitas -fuera del puente aéreo del Ministerio de Cultura- del dominicano Wilfrido Vargas, especialista en merengue, y el próximo concierto de Tito Puente y Celia Cruz en Vigo, una feliz panorámica de las muchas caras de la música, caribeña. ¡No nos lo merecemos!
El Combo Belga y sus Fuiriosos Rumberos / Papo Lucca y la Sonora Ponceña
Conde Duque. Madrid. Del 8 de julio.Un Poquito de Todo / Óscar D'León y su orquesta La Crítica Conde Duque. Madrid. Del 9 de julio.
Orgullo borinqueño
La Sonora Ponceña -"treinta años de sabor"- tiene en Papo Lucca a uno de los mejores pianistas borinqueños al servicio de una agrupación en la que conviven figuras de-toda-la-vida, incluyendo a su señor padre, con jóvenes instrumentistas. Eso quiere decir que mantienen las esencias isleñas -recordaron orgullosa y brevemente el folclor de su tierra- con visión de presente. Una rica sección de metales que hace gala de una precisa ebriedad, a caballo de una percusión -hierros y cueros- que pespunta toda la construcción con gozosa elasticidad, con un Papo que no buscó el lucimiento personal.Aparte de los parlamentos que el estirado maestro de ceremonias intercala entre número y número, un concierto ejemplar en el que repasaron algunas joyas de su amplísimo repertorio, desde El pío pío hasta un tema de Pablo Milanés. Se desatan entre gritos de "¡azúcar!", proclaman incansables su origen y piden bulla. El público madrileño, tolerante y dispuesto para la seducción antillana, responde con entusiasmo e inicia movimientos de cadera mirando de refilón a los deslumbrantes bailarines oriundos que demuestran su familiaridad con esos ritmos insidiosos. Por cierto: los tres días han resultado llenos, con bastante gente a la puerta del Conde Duque esperando que se materializara una entrada, o se compadeciera la organización.
Elegante y bigotudo, Oscar D'León toda un contrabajo de exposición, y ha puesto a Venezuela en el mapa de la salsa con temas de inconfundible arraigo arrabalero. Su orquesta -¡cuatro trombones!- puede ser lo más profesional y estricto de estos días, pero cuando Óscar se recoge su satinada chaqueta y empieza a remover velozmente su trasero de espaldas al público queda claro que el hombre no ha perdido sabrosura. Como los salseros son una gran familia que supera fronteras, al igual que en las otras veladas suben invitados al escenario y cabe reseñar un memorable intercambio de ocurrencias con Caco Senante.
Las orquestas afincadas en España lo tuvieron difícil frente a tales fieras: el Combo Belga quedó gracioso y Un Poquito de Todo intentó innovaciones que no cuajaron. En esta ocasión los conquistadores fueron los criollos.
Babelia
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