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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Sentimiento nacional

Soy catalán de pura cepa y luché durante la guerra civil en el bando republicano en defensa de la democracia y de las libertades naciónales, dos cosas que siempre he considerado que van juntas. Alcancé el grado de teniente por méritos de guerra y sufrí, posteriormente, la persecución de que son objeto los vencidos. Ni el exilio ni la cárcel me son ajenos; pero doy por bien empleados mis sufrimientos, porque considero que la cruel experiencia que sufrimos los de mi generación ha servido para evitar otra guerra civil después de la muerte del dictador, que tuvo secuestrada nuestra libertad durante -tantos años. Celebro el buen sentido de las fuerzas democráticas durante la transición, que han hecho posible el paso de un régimen autoritario a uno de plena libertad sin violencias ni revanchismos. Tránsito que es hoy admiración del mundo occidental y ejemplo para otros países más desgraciados que aspiran a encontrar por sí mismos el camino de su destino colectivo.Sólo una cosa ensombrece este esplendoroso presente y amenaza nuestro futuro de esperanza, y esta sombra no es otra que el hecho de que un sector ciudadano de nuestro país, liderádo por una formación política de derechas heredera de la antigua Lliga, quiere monopolizar el sentimiento nacional de los catalanes, que es patrimonio de todas las clases sociales y de todos los ciudadanos de esta tierra nuestra tan querida. Me entristece y también me duele en el alma que en la última recta de mi vida tenga que asistir impotente a la creación de un clima de paroxismo que propicia hechos tales como el feroz insulto de anticatalán con el que se me obsequió por atreverme a decir que Convergéncia no era el exclusivo representante de Cataluña. Creo que mi condición de viejo luchador catalanista y demócrata me legitima para pedir de la derecha catalana que no actúe como lo hizo siempre la derecha española, es decir, monopolizando los sentimientos patrióticos y repartiendo credenciales de identidad nacional según la adscripción ideológica de cada cual.

Discúlpeme, señor director, por la extensión de esta carta, pero considero un deber, en la medida de mis posibilidades, el advertir a los posibles lectores, y sobre todo a los más jóvenes, que la dinámica en la que algunos irresponsables nos han metido puede tener para ellos algún beneficio electoral inmediato, pero en realidad están cavando un abismo en la propia sociedad catalana y están amenazando seriamente el futuro de concordia y de solidaridad que la mayoría de los catalanes deseamos.-

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