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La guerrilla filipina, entre la tentación de dejar las armas y la voluntad de seguir combatiendo

"Nada ha cambiado en realidad y seguiremos luchando contra los caciques y el Ejército, que los protege", dice Felipe, miembro de la rama política del Nuevo Ejército del Pueblo (NPA), la guerrilla comunista que desde hace 17 años opera en Filipinas. Pese a esta afirmación, los guerrilleros debaten ahora la oferta de amnistía y los programas de reinserción social para los que dejen las armas hecha por el Gobierno de la presidenta Corazón Aquino. La oferta ha sido aceptada por unos cuantos guerrilleros, pero rechazada por otros muchos.

Felipe es el nombre de guerra para el miembro del NPA, de 42 años, que acepta dialogar sobre la situación política y guerrillera en un bar popular de una barriada de Davao, frente a La Suerte Gallera, una especie de plaza de toros de madera donde se celebran las peleas de gallos, en una de las zonas más australes del archipiélago filipino, en la turbulenta isla de Mindanao, la segunda en extensión del archipiélago filipino. La guerrilla comunista y las tres fracciones de la guerrilla islámica presumen de controlar prácticamente toda la isla y de estar infiltrados en todos los pueblos y ciudades.

"Esto acabará como Nicaragua"

"¿Has estado en Nicaragua?", pregunta Felipe al periodista, y añade de inmediato: "Esto acabará como Nicaragua". No en vano Davao, una ciudad con un promedio de dos asesinatos diarios, tiene un barrio entero denominado Nicaragdao.Y, sin embargo, la nueva presidenta de Filipinas, Corazón Aquino, no dudó en aventurarse hasta Davao el pasado 23 de mayo, en su primera salida de Manila tras el acceso al poder de la revolución popular que acabó con 20 años de dictadura de Ferdinand Marcos. Su viaje quería demostrar que estaba dispuesta a afrontar personalmente el reto de la guerrilla. Cory Aquino dialogó a puerta cerrada en el convento de las monjas carmelitas, sin presencia de periodistas, con 168 guerrilleros del NPA que aceptaron rendir las armas y reintegrarse a la vida normal.

"Todo fue un montaje", según Felipe, "ya que en realidad eran falsos guerrilleros". Felipe fue detenido en 1981 y encarcelado durante un año y dos meses. Desde su salida, alega, no ha participado más en la lucha armada. "Eso queda para los más jóvenes; ahora me dedico a las tareas de apoyo logístico y sensibilización política en las áreas urbanas", dice.

La juventud de los guerrilleros, muchos de ellos chavales de sólo 14, 15 o 16 años, fue uno de los factores que más sorprendió a Cory Aquino, cuyo Gobierno no es excesivamente optimista sobre los resultados inmediatos de un acuerdo con los guerrilleros.

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"¿Por qué deberíamos dejar las armas", se interroga Felipe, "si no han cambiado las condiciones objetivas que nos lanzaron a la guerrilla, si continúan la explotación y la miseria entre las gentes y este Gobierno, aun sin Marcos, está al dictado de Estados Unidos"?

Felipe, padre de dos hijos, tiene dos hermanos menores en la lucha armada del NPA y es miembro de una familia de 10 hijos cuyo padre forma parte igualmente del comité político del clandestino NPA. Son, dentro de los esquemas del NPA, parte de la familia de los 16.000 combatientes rojos dedicados plenamente a la guerrilla, y de los otros 20.000 miembros que apoyan logísticamente al NPA.

"Cuando creamos el NPA, hace ya 17 años, éramos unas docenas", dice Felipe, "y hoy actuamos con 59 unidades capaces de intervenir en cualquiera de los frentes abiertos en las 74 provincias de Filipinas".

A pesar de las opiniones radicales de Felipe, la Prensa anuncia diariamente eventuales contactos y negociaciones entre dirigentes del NPA, o de la guerrilla islámica, y el Gobierno. Aparecen fotos de comandantes que se rinden, otros que creen en la sinceridad de Aquino -como el mítico sacerdote guerrillero Conrado Balweg- y grupos que citan en sus comunicados los nombres de cinco obispos como intermediarios para un acuerdo entre el Gobierno de Cory Aquino y la guerrilla. Pero otros, como los generales de la guerrilla Ka Ronnie y Ka Miguel, afirman en el órgano oficial del Frente Nacional Democrático que "no habrá rendición, seguirá la lucha".

Las guerrillas islámicas

A la lucha contra la guerrilla comunista, con unas 2.000 víctimas en los últimos 12 meses, el Ejército debe agregar, sobre todo en la isla de Mindanao, la lucha armada contra los tres frentes independentistas islámicos: el Frente Moro de Liberación Nacional (MNLF), que dirige, desde su exilio, probablemente en Libia, Nur Misuari; el Frente de Liberación Islámica y Mora (MILF), de Hashim Salamtar, y el Grupo Reformista, de Dimas Pundato.Miles de guerrilleros islámicos esperan a anunciar su rendición el 9 de junio, al terminar la época de ayuno del Ramadán, según el diario The Inquirer, ante la eventualidad de una actualización y aplicación del acuerdo de Trípoli que, en 1976, intentó un compromiso de autonomía para Mindanao y privilegios para la comunidad islámica. Algunos observadores creen, incluso, que el Ejército filipino podría utilizar a miembros de las guerrillas islámicas en su lucha contra los comunistas del NPA si éstos no se rinden.

"No habrá solución mientras dure la inestabilidad política y la crisis económica", dijo recientemente Juan Ponce Erile, el ministro de Defensa, que prevé que la solución tarde en llegar entre cinco a 10 años.

"Mindanao, desde la llegada de la colonización española, hace más de 400 años, siempre ha contado con bandas guerrilleras y no hay soluciones milagrosas", concluye, por su parte, un propietario de fincas agrarias en Mindanao, escéptico ante la posibilidad de acuerdo entre Gobierno y guerrilla, corroborando, en cierto modo, la opinión de Felipe, miembro del NPA, partidario de continuar luchando.

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