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REVELACIONES SOBRE LA MATANZA DE BOGOTÁ

Los desaparecidos de la cafetería

Antonio Caño

A. C. El procurador general de Colombia, Carlos Jiménez Gómez, ha reconocido la existencia de desaparecidos como consecuencia de la intervención militar en el Palacio de Justicia de Bogotá. Se trata de 11 personas que se encontraban en la cafetería del edificio: además de los ocho empleados del bar, una mujer que surtía de bizcochos y pasteles la cafetería, la sobrina de una magistrada, que utilizaba habitualmente el aparcamiento reservado para su tía, y una tercera mujer, que se encontraba en el palacio en demanda de empleo. La cafetería no presenta signos de que se produjeran allí tiroteos de importancia.

El padre de uno de los desaparecidos, Enrique Rodríguez, cuyo hijo tenía la contrata de la cafetería, asegura que, tanto él como los demás familiares, revisaron en su día minuciosamente todos los cadáveres, y no tienen ninguna duda de que sus parientes no se encontraban entre ellos. "Mi hijo había perdido tres dedos del pie izquierdo en un accidente de moto, y eso hubiera sido muy fácil de reconocer", dice.

La madre de otra desaparecida afirma que una hija suya, odontóloga, fue a revisar los cadáveres, y que no encontró el de su hermana, pese a que comprobó que la mayoría de los muertos eran reconocibles. El familiar de otra desaparecida asegura que, durante el asalto, telefoneó a la Casa del Florero para interesarse por su hija, y un militar le contestó que estaba allí y que saldría pronto.

Los familiares y otras fuentes sólo se explican estas desapariciones por el hecho de que el Ejército creyese que los trabajadores de la cafetería eran cómplices de los guerrilleros. El Ejército siempre ha creído que el M-19 tenía contactos en el interior del palacio y ha sugerido que éstos podrían ser los empleados del bar. El detalle más revelador en este sentido fue la información suministrada por el Ejército de que en el refrigerador de la cafetería había almacenados 1.200 pollos, con el objeto aparente de servir como víveres para una larga ocupación. Enrique Rodríguez tiene, sin embargo, en su poder la factura que demuestra que sólo se disponía ese día de 36 pollos, y eso porque el menú de ese fatídico miércoles era pollo a la fricáse.

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