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España espera el 'boom' estadounidense

La fe, dice la Biblia, es creer en cosas todavía no vistas. Los pronosticadores estadounidenses especializados en la materia tienen fe, fe en que para mediados de verano nuestra economía se moverá hacia un alto nivel de funcionamiento. Estos Observadores esperan para el inmediato futuro dos años con tasas de crecimiento real del 5%.Una minoría de escépticos se reserva su juicio. Durante varios meses, nuestro índice de producción ha venido bajando. La fuerte medicina de la depreciación del dólar tiene que producir todavía mejoras en el colosal déficit de la balanza comercial de Estados Unidos.

Creo que las apuestas sobre que la última mitad de 1986 vea, al menos aquí, una tasa de crecimiento real del 4% están dos a uno.

Esto significaría: una lenta mejoría en las oportunidades de empleo; una inversión de: la caída en los beneficios de las empresas; la suficiente pujanza en la construcción de viviendas como para contrapesar el estancamiento en otros gastos de inversión y, a largo plazo, una atenuación de los negros resultados de la productividad en la economía estadounidense. Esto en cuanto a las nuevas noticias. No totalmente así de placenteras son. las siguientes implicaciones para los negocios de una futura recuperación: terminación de las caídas en los tipos de interés estadounidenses y un alejamiento por parte de la Reserva Federal de lo que sería una política activa de facilitación de créditos; algunas tempestuosas borrascas para un mercado de valores que ya está inflado con beneficios de capital y que ha venido viviendo de los precios en alza de los títulos de renta fija; un debilitamiento del mercado de dichos títulos, y una estabilización temporal del dólar depreciado, aun cuando nuestras importaciones todavía superen nuestras exportaciones.

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Repercusiones en el exterior

¿Cómo se verá afectada la economía mundial por tal recuperación estadounidense?

Por compensación, Europa y la cuenca del Pacífico deben ser capaces de prosperar en el ambiente que acabamos de considerar. Alemania y los demás países del continente no tienen que esperar una revitalización de Estados Unidos para moverse hacia su nivel más alto de funcionamiento. Yo he conjeturado que ahora tienen un momento autónomo suficiente para poder llegar solos a él, aun cuando la fortaleza estadounidense resulte ser menor de lo que esperan consensuadamente los pronosticadores.

Japón tendrá que inculparse a sí mismo si esta última apreciación del yen le acarrea una recesión o incluso una lenta caída del mercado. Tiene una total libertad de movimientos para iniciar expansiones, tanto monetaria como de política fiscal, en cualquier dosificación en que sea necesario en el futuro.

Corea, Taiwan, Singapur y Hong Kong están ciertamente bien situadas para participar en toda recuperación de la marcha de la demanda estadounidense.

Los países del Tercer Mundo no dependientes del petróleo deben también beneficiarse.

Contingencias

En una ciencia tan inexacta como la economía, vale la pena tener presentes los escenarios peor situados. ¿Qué pasaría si la economía estadounidense se sostuviese fluctuando alrededor del 2% de crecimiento real, como en gran medida lo ha venido haciendo desde mediados de 1984?

Los inversores en el mercado de valores de renta fija continuarán prosperando a medida que Reagan asigne de nuevo a la Reserva Federal tipos de interés más bajos para compensar cualquier signo de debilidad en Main Street. El presidente Paul Volcker forma parte ahora de una minoría bloqueada de gobernadores de consejos de administración y puede ser definitivamente derrotado en una votación.

Desde hace cuatro años, los inversores en valores de interés variable han venido haciendo más negocio con las malas noticias sobre la economía real. De tales noticias sacan en consecuencia futuras bajas en los tipos de interés. Olvidadizos de toda disminución implícita de ganancias futuras, los inversores han pujado al alza la razón precios / ganancias de los valores comunes siempre que han subido los precios de los títulos de renta fija. Así -¿quién puede negarlo?- el mercado de valores podría encontrarse mejor en condiciones comerciales débiles que en la situación de fortaleza futura.

Ciertamente, las apuestas en favor de una nueva depreciación del dólar frente al yen y el marco se perderían si el otoño de 1986 trajera un crecimiento estadounidense defraudante. Como nuestra tasa de desempleo se mantenga próxima al nivel del 7%, las fuerzas políticas que presionan en favor de contingentes y tarifas protectoras ganarán en fuerza.

Sería equivocado por mi parte poner un énfasis excesivo en la amenaza que para la economía mundial supondría la continuación, de nuestra recesión del crecimiento de la década de los ochenta. Estos dos últimos años, el resto del mundo ha avanzado justamente frente a tal debilidad. ¿Quién puede decir que la recuperación internacional no puede seguir en 1986 y 1987 sin el incentivo del mercado estadounidense?

Una retórica vacía

He ignorado todos los rumores surgidos de la cumbre de Tokio. Ronald Reagan no obtuvo ningún triunfo significativo. El acuerdo para coordinar la política económica de las siete potencias no es un alejamiento de las políticas de tipos flotantes de cambio.

La Casa Blanca tiene el deseo secreto de una nueva depreciación del dólar. Las otras seis naciones no le prometieron nada a este respecto. Tanteo cero para el, secretario del Tesoro, James Baker.

Para apuntalar su tambaleante fortaleza política en su país, el primer ministro japonés, Nakasone, esperaba recibir en la cumbre la promesa de sostener la relación dólar/yen. Para regocijo de sus rivales en el partido gobernante, ni siquiera se dieron en la cumbre buenas palabras sobre ese objetivo. El mercado, libre astutamente ha pujado al alza la cotización del yen desde que los líderes mundiales han vuelto a casa procedentes de Tokio.

Un aburrimiento saludable

Esperar que los acontecimientos económicos se clarifiquen a sí mismos es un asunto aburridco. La opinión pública desvía su atención hacia otras materias: el terrorismo, el schadenfreude que supone el desastre nuclear soviético; la reforma fundamental de los impuestos, que pretende bajar los tipos más altos al 27%, mientras mantiene inactiva la renta por falta de salidas.

Hay cosas peores que tener un escenario macroeconómico carente de emoción. Una recesión aporta la clase de emoción que nadie desea. Y lo mismo puede decirse de la inflación/reaceleración.

La ciencia triste no es tan adusta en los tiempos en que es simplemente aburrida.

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