La noche de James Brown
El público que casi llenó el sábado pasado el auditorio de la Casa de Campo en el último día de las fiestas de San Isidro, se lo tomó con tranquilidad. La atracción, que se presentaba bajo el signo de la incógnita, era James Brown, y por esto Tapones Visente y El Último de la Fila tuvieron que echar agallas para levantar,al personal, lo que consiguieron sólo a medias. Tapones Visente, que comenzaron nerviosos, hacen una música que' es una amalgama de estilos, con buenos intrumentistas, textos divertidos y a veces ininteligibles, y la presencia de Pulgarcito como garantía. Sus canciones, algun as con posibilidades de impacto, tienen influencias del funk, reggae y rock que se mezclan de manera aleatoria. Quizá esta aparente dispersión, esta ausencia de línea. definida, que, por otra parte, es la línea Tapones, fue lo que dificultó su conexión con los que casi llenaban el auditorio.En cambio, El Último de la Fila hacen una música personal, inconfundiblemente española, pero tampoco lograron comunicar como lo hicieron en su última y breve: actuación realizada en Madrid hace pocos meses, a pesar de los desesperados intentos de su cantante, Manolo García, que tiene una presencia explosiva en escena. Hizo lo que pudo y más, cargó la suerte hasta la sobreactuación, lo d¡o todo acompañado de Quimi Portet y su grupo, y el público le respondió sólo relativamente. Repasaron temas de sus anteriores etapas,. Los Rápidos y Los Burros, presentaron canciones de su último disco, sonaron bien, son uno de los grupos españoles más interesantes y enérgicos, pero el horno no estaba para demasiados bollos, aunque al final, igual que Tapones Visente, su esfuerzo fue preciado y uvieron que repetir.
Concierto de Tapones Visente, El Último de la Fila y James Brown
Fiestas de San Isidro. Auditorio de la Casa de Campo. Madrid, 17 de mayo.
Y le llegó el turno al hermano oul número uno, James Brown Tras media hora de calentamientoa cargo de su banda, con bailes chistes, solos de diversos intrumentos y maestro de ceremonias el negro de 53 años se marcó unaactuación característica, con si funk enloquecido, en el que cabe¡ todas las músicas negras, desde e gospel que inspiró sus comienzo: hasta el blues, y que ha influído notablmente en movimientos posteriores, como la moda disco.
Junto a sus doce músicos tocó la batería y el piano, recuerdo de si época de los Famous Flames; cantó como si los años no pesaran: dio un repaso a sus temas más característicos, desde su primer éxito, Try me, hasta el It's a man's, man's, man's world, pasando por su Sex Machine. Su energía la tras pasó al público, que se lo pasó bien y asistió a uno de esos típico espectáculos de música negra, con humor, baile, grandes instrumentistas, capas multicolores y repetición hasta la saciedad de esquemas rítmicos, tan raros de ver e España, a la espera de los consabidos fuegos artificiales, que cerraron las fiestas.
Babelia
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