Las prisas del primer ministro
S. G. -D., El procedimiento elegido por el primer ministro, Jacques Chirac, permitirá al Gobierno iniciar rápidamente, su programa de privatizaciones, que prevé la devolución al sector privado, en un plazo de cinco años, de 65 bancos, grupos financieros y empresas, industriales, considerados algunos como los más importantes del país.
La Asamblea Nacional había discutido ya, y aprobado, el artículo relativo a la desnacionalización, que incluía a todos los grupos privatizables. Inicialmente, el Gobierno decidió que el debate parlamentario prosiguiera de forma normal, pero las críticas del sector ultraliberal, formuladas desde el diario conservador Le Figaro, le han llevado a pisar el acelerador.
El sector público supone en Francia el 22,8% de la economía del país, más que en ningún otro miembro de la Comunidad Europea. España, dicho sea de paso, ocupa el último lugar, con sólo un 8%, por detrás del Benelux, Dinamarca y la República Federal de Alemania.
El programa de reprivatización del Gobierno, uno de los más ambiciosos realizados en el mundo, incluye 39 bancos (tres de ellos nacionalizados en 1945), tres compañías de seguros (nacionalizadas en 1946), dos compañías financieras y 11 grupos industriales en los que el Estado es actualmente accionista único o mayoritario. Entre estos últimos figuran empresas tan conocidas como Bull, Saint Gobain, P echiney, Rhône-Poulenc, Matra, Elf-Aquitania, Thomson y Aviones Dassault. Uno de los principales problemas es la posibilidad de que algunas de estas empresas, consideradas de interés estratégico por sus conexiones con la defensa nacional, caigan en manos de capital extranjero.
El ministro encargado de las privatizaciones, Camille Cabanas, insinuó la posibilidad de que el Estado conservara el derecho de veto en dichas compañías a través de las llamadas acciones de oro, pero Chirac se pronunció recientemente en contra. Cabanas señaló que se garantizará que empresas como Dassault, que fabrica los Mirages del Ejército francés y que interviene en los proyectos espaciales, no pasen a depender de capital extranjero, pero algunos comentaristas estiman que será prácticamente imposible evitarlo.
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