_
_
_
_
Tribuna:FERIA DE SAN ISIDRO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La baraja nacional

De niño, en los últimos 40, todavía alcancé a ver -ferias y fiestas de San Mateo, corridas de toros, Valladolid- el haiga azul de Manolete. Mi primo Luis, al que quiero como un hermano, nos salió jurista, radiofonista y torero. Hasta, toreó en la Escuela Taurina de Valladolid, plaza de toros de aquella ciudad, asesorado por Luis Miguel Dominguín. Ha sido la tarde taurina más conmocionante de mi vida. Nunca había tenido uno, ni he vuelto a tener, un primo vestido de luces. Mi primo Luis estaba, precisamente, en la línea perfilera y sobria de Manolete, a quien él sí que había visto dar manioletinas.Todas las semanas nos metía en casa la revista El Ruedo. De El Ruedo, yo recuerdo, mayormente, los artículos de Alfredo Marqueríe, que era lo más literario que traía aquel papel de toros y toreros. Manolete tenía en Córdoba un paisano de pubertad con el que se reunía en silencio, cuando iba a reposar/repostar a su ciudad. Se tornaban unos vinos:

Más información
Maribel Atienzar empieza de nuevo
Revendedores en la impunidad
Esta tarde, toros de Puerto de San Lorenzo

-Qué bien se está hablando poco, Manué.

-Mejor sin hablar ná.

Pero el haiga azul de Manolete, sobre el que mi primo hiciera un artículo, se quedó vacío en Linares. Un solo coche que era, de pronto, todo un cementerio de automóviles. Hemingway, en sus apasionados escritos sobre Antonio Ordóñez, trata de minimizar a Manolete con calumnias verdaderas. Hemingway no vio jamás al mayor torero de derechas de todos los tiempos. A Luis Miguel y a mí nos puso Tico Medina un bombín de honor, la misma noche, en la discoteca del Meliá, por mano de la Polaca.

Hay que perderse en la minucia. La minucia son los amados y eficaces detalles de Nabokov (que odiaba los toros y la música). He estado en Valcargado, Jerez, en la finca de Antonio Ordóñez, un poco enamorado de la esposa, la hermana de Luis Miguel, y de la niña pequeña, Belén, que me llevaba a dar de comer a los toros bravos, de la mano, y los toros bravos eran unas dulces bestias con cuernos, en lugar de aras, unos ángeles de arrobas y peligro que sólo querían, como mi gato, que se les rascase entre los ojos y se les pusiese cerca la comida, que yo llevaba en un caldero. El toro es el modelo directo del ángel. La niña Carmen Ordóñez me fascinaba menos, y hoy, ya mayores las dos, compruebo que el lirismo sigue viviendo en Belén. Hace poco nos desencontramos en la sala Windsor. Me lo decía Antonio Ordóñez:

-Ernesto y Orson Welles eran tan iguales para nosotros que uno parecía reencarnación del otro.

El Cordobés, felices sesenta, tenía una casa por Doctor Esquerdo, y más de una vez me invitó a sus fiestas de tortilla y guitarra, donde todos bebían mucho vino, mientras yo bebía leche. Palomito Linares me llevó a su finca cercana de Madrid, con placita incluida, de la mano de José Manuel Carril. Carril y Palomito se disputaban durante horas, amistosamente, un encendedor de oro. La fiesta es un rito surrealista donde varios hombres/naipe (Valverde) sacrifican tres ángeles corniveletos, corniangélicos. El toro es bravo porque se le torea, y no a la inversa. Por los altos de General Ricardos, plaza de los Carabanclieles, me encontré con El Platanito, que era la caricatura de la caricatura, o sea de El Cordobés.

El Platanito vivía del airey comía de los bocadillos que le hacían las criadas del barrio, todas enamoradas de él. El Platanito, estaba, ya digo, en caricatuira del caricaturesco Cordobés, pero cruzado de Belmondo y de Belmonte. Uno ha vivido una baraja nacional de toreros, pero uno encuentra más humano al toro.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_