Murió Ánxel Fole, cronista del misterio de Galicia
Ánxel Fole, una de las figuras más importantes de la literatura gallega, falleció la pasada. madrugada, de forma repentina, a causa de un paro cardiaco, en Lugo, ciudad en la que residía. La desaparición del escritor lucense representa una importante pérdida para las letras de Galicia, que tuvo en él al cronista del misterio de la tierra y de sus hombres. Contaba 83 años y recientemente había sido objeto de un homenaje popular con motivo de la concesión del título de hijo predilecto de Lugo.Fole creía que "Galicia es algo más que la suma de cuatro provincias". Como característica más identificable destacaba su habla. "El gallego", decía, "es un idioma extraordinariamente estético y atractivo". Galicia, a la que conocía casi palmo a palmo, y el gallego fueron los ejes centrales sobre los que giró la obra de Fole. Él, que llegó a la literatura de la mano de Espronceda, Bécquer, Campoamor, Dickens y Dostoievski, se sumergió pronto en el misterioso vivir diario de los gallegos, retratando la realidad material de los hombres y las tierras y la inmaterial de la Galicia mágica, llena de supersticiones y creencias.
Ramón Piñeiro, presidente del Consello da Cultura Galega, reconocía ayer mismo que "la contribución de Fole fue decisiva para el resurgimiento de la literatura gallega tras la guerra civil", y Díaz Pardo recordaba "el compromiso que mantuvo siempre con el pueblo, y, que fue excepcional, desde antes de la guerra civil, manteniéndolo siempre con una serenidad insobornable". Ánxel Fole compartió la opinión de Paul Valéry de que "cuento es aquello que sirve para contar". Y los muchos que él escribió eran contados alrededor del fuego de la lareira de cualquier casa rural de Galicia.
Lo rural y lo urbano
Lugo fue la ciudad en la que pasó la práctica totalidad de su vida. Desde que de jovien se trasladó a Madrid y Valladolid para estudiar Derecho y Filosofía, carreras que nunca llegaría a terminar, no la abandonó. En Lugo escribió a los 12 años una pieza teatral que sus amigos representaron en un gallinero, Y también su última obra, Historias que ninguén cree. Entre una y otra, la obra narrativa de Fole tiene dos etapas claramente diferenciadas: la rural y la urbana. Sus primeros libros publicados en la década de los cincuenta, A lus do candil (1952); Térra brava (1955), que le hizo mierecedor del Premio Castelao en Buenos Aires, y la obra teatral Pauto do demo, están centradas en la Galicia campesina. Luego abordaría el irnundo urbano a través de Decímolo ou non-o decimos (1972), Contos na néboa (1973) y Cartafolio de Lugo (1981).Fole fue un antifascista visceral. La guerra civil le sorprendió siendo secretario provincial del Partido Galleguista, cargo que ocupaba tras haber sido vicepresidente de la agrupación de Lugo del Partido Republicano Radical Español. La guerra truricó la publicación de su prirnera obra en gallego, Auga Lizgaira, cuyos originales se perdieron entre las máquinas de la imprenta. A partir de entonces, como antes, su entereza moral fue ejemplar. Como la de Castelao, Maside, Otero Pedrayo y Blanco Amor, con los que compartió las tertulias de la II República.
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