Las puertas del Olimpo
¡Luis García Berlanga premio Príncipe de Asturias de las Artes! ¡Un cineasta, un zafio divertidor de barraca, en el Olimpo hispano de las buenas letras y de los egregios colores, volúmenes y sonidos! Ayer, quienes aplicaron sus orejas como apaches al betún madrileño, pudieron escuchar el run-run de rasgaduras de vestidos procedentes de algún que otro exquisito pesebre: "Esto no es serio".Y es que, aunque no se atrevan a decirlo en voz alta, hay quienes en cumbres a ras de suelo siguen susurrando que eso del cine es sólo calderilla del Arte mayúsculo, aunque lo más probable es que algún día el destino les reserve el privilegio de una cita a pie de página en el largo y seguro capítulo que la historia futura reservará a gentes como Luis Buñuel, Luis García Berlanga y otros muñidores de imágenes en movimiento que les sigan.
Los inmortales semicírculos calvos de la Academia francesa llamaron hace ya un cuarto de siglo a René Clair para que ocupase uno de los sagrados escaños y algunas calaveras de por aquí interpretaron tal blasfemia como un despropósito de europeos jacobinos venidos a más. Pero ya que estamos en Europa, en algo habría de notarse tal estancia, además de en la oferta de viejos vinos y nuevas leches.
Lo primero que Berlanga aportará al Olimpo es haber abierto sus puertas para sí mismo y, con él, a una actividad de la imaginación como el cine, que es la que más y tal vez mejores jugos ha arrancado de los sarmientos de este seco tiempo. Y, después de esto, aporta otras muchas cosas, en realidad infinidad de ellas. Por ejemplo, una hiriente, tierna, libérrima refutación del campanudismo, hispano y, con ella, la devolución a una España deshumorada de su buen malhumor perdido.
Y trae una manera inédita de ahondar en el pesimismo español sin convertir a esta honda pasión en una oscura venganzacontra la vida. En su obra profesional, Berlanga puso en pie comedias. Rió, hizo reir y depositó entre carcajada y carcajada uno de los testimonios morales más veraces y amargos de una España que hoy es como es en buena parte debido a él.
La aplicación de un esto es berlanguiano a Comportamientos demasiado humanos y demasiado absurdos -y esa frase no es una oquedad de salón sino que vive en las calles españolas- expresa una emocionante absorción desde abajo de un suceso de altura, cuya escasez está en relación directa con su ejemplaridad: se dice también esto es kafkano o esto en buñueliano y de muy poca gente más cabe extraer tal síntesis callejera de una tan compleja visión de los hombres.
Es previsible que, ahora que este intruso está en él, las telarañas del Olimpo retrocedan enfadadas hacia sus cubiles.
Babelia
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