El alcalde de Santillana cree que la colegiata "puede convertirse en polvo" en tres años
El alcalde de Santillana del Mar (Cantabria), Javier Rosino, opina que la colegiata, cuyos capiteles están en peligro de grave deterioro, "puede convertirse en polvo en sólo tres años" si no se pone remedio. Cuco García, guía y sacristán de la colegiata, asegura que a lo largo del año pasado abrió el paso hasta el claustro a 78.000 visitantes de todo el mundo. Según él, no muchos, sólo los expertos y cultos, descubrieron las costras y desconchados de los capiteles enfermos, las considerables manchas salinas y, la decoloración, provocada presuntamente por la sustancia química empleada en el tratamiento.
Al igual que el párroco, Luis López, Cuco García no quiere exponerse al fuego cruzado de la polémica desatada entre el obispado y la Dirección General de Bellas Artes, por boca de Enrique Campuzano, que tutela el conjunto monumental de la villa, del arquitecto José Sancho Roda, que dirigió la controvertida operación, y Gustavo Kraemer, proveedor de la composición que presuntamente pudo ser causa de la última y rápida degradación.Por 75 pesetas todo, los turistas, a lo largo del año, pueden adentrarse en la colegiata, visitar el museo diocesano y recorrer el prodigioso claustro, cuyos 43 capiteles constituyen una admirable síntesis de toda la temática de la iconografía románica. Según el, alcalde, Javier Rosino, el portentoso recinto, si no se pone remedio, puede convertirse en polvo en sólo tres años, a causa de la "humedad" promovida por al agua que cae de los tejados y el líquido que pudo haber actuado como acelerador del proceso de descomposición de las piedras.
De los numerosos capiteles enfermos, tal vez el 11, al final de la galería sur, sea el más representativo de lo que está sucediendo. La figura del pastor aparece con una serie de exfoliaciones en los hombros y en el cayado, así como sobre la túnica. El desconchado afecta también a los animales que parece proteger de las alimañas y también a éstas.
Otros capiteles se hallan idénticamente afectados, y son numerosos los que muestran ciertas concentraciones salinas surgidas del interior de la piedra, al abrirse la película del barniz que les fue aplicado. Las huellas de agua que cae del tejado en malas condiciones aparecen en algunos rincones del histórico cuadrado contiguo al templo.
Sancho Roda, arquitecto de la Dirección General de Bellas Artes, que dirigió la operación destinada a consolidar la piedra, reconoce que se han producido daños "porque en cualquier obra de arte, si se hace una conservación, los logros alcanzados pueden evitar un deterioro mayor, pero no quiere decir que la solución sea para siglos venideros".
"Hay un problema muy concreto en el claustro", asegura, "y es la situación de ciertos capiteles excesivamente expuestos a la acción directa de la lluvia. Una pieza casi permanentemente empapada es muy propensa al deterioro". Sancho no habla del mal de la piedra, sino de miles de males que pueden afectarla, y asegura que los productos que se utilizan en su conservación constituyen una gama perfectamente conocida.
"La clave del asunto es la dosificación y la forma en que se aplica", puntualiza, mientras renueva su confianza en su colaborador, Gustavo Kraemer, residente en Cantabria, a quien considera técnicamente muy capacitado para hacer cualquier tipo de tratamiento, siempre que se haga en las condiciones en que él lo hace".
Mientras la polémica se encona y ambas partes se acusan recíprocamente, el arquitecto restaurador no vacila en atribuir la ruina creciente del claustro a la lluvia, que "desde hace unos años se halla saturada de ingredientes procedentes de la contaminación y que durante siglos no tuvo".
Acusación y defensa
El arquitecto José Sancho Roda dice que los portavoces del obispado que han flormulado declaraciones a los periódicos "van a tener que demostrar lo que dicen. En este país la gente está muy acostumbrada a lanzar injurias con respecto a los demás, sin demostrar nada, dejando al acusado que sea quien se defienda. Acudir a los tribunales es una posibilidad que no descarto. Y no saben lo que hemos hecho en el claustro, porque ni siquiera lo han preguntado, y creo que será muy interesante verles avalar, con criterios técnicos y científicos, sus argumentos. Ni Kraemer ni yo vamos a facilitarles las cosas. Si quieren aprender, que vayan a la universidad.Sin embargo, el obispado, desde que se descubrió la nueva enfermedad de los capiteles, no se ha estado quieto y encargó al Instituto Técnico de Materiales y Construcciones un análisis del estado de degradación de los materiales pétreos.
Según el informe, la impregnación efectuada ha podido disminuir la "red capilar" en la superficie de los artísticos adornos, formando una capa de sellado. Al evitar la exudación de las sales, surgen las exfoliaciones y ampollas, bajo las cuales aparece, al reventar, la piedra base. Sus asesores han informado también al obispado que el tratamiento no impide el proceso de degradación y puede comportar defectos y daños si no se han estudiado muy detenidamente las características petrográficas del material y las causas que originan el deterioro.
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