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GUERRA EN EL MEDITERRÁNEO

Los norteamericanos apoyan el ataque, a pesar de que ha empeorado el diálogo con Moscú

Francisco G. Basterra

El 70% de los norteamericanos apoya el ataque militar contra Libia, pero Estados Unidos ya ha comenzado a pagar un precio por el mismo: el deterioro del diálogo con la URSS y un aumento de las tensiones en el seno de la OTAN. Ambos son, sin embargo, riesgos calculados y cuyos efectos pueden limitarse a corto plazo, según la diplomacia estadounidense. La acción norteamericana, un cambio fundamental en la lucha desarrollada por Occidente desde hace 20 años contra el terrorismo, ha puesto en peligro la cumbre entre Reagan y Gorbachov, proyectada para este año en Washington, que ya difícilmente podrá celebrarse este verano, como deseaba el presidente. Pero en Washington se cree que el conflicto con Libia no conducirá a un enfrentamiento militar con Moscú ni impedirá la cumbre.

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Moscú canceló el martes la reunión preparatoria que iban a celebrar, a mediados de mayo, los ministros de Exteriores de los dos países. Reagan manifestó ayer su "disgusto" por este hecho al ministro de Exteriores de la República Federal de Alemania, Hans-Dietrich Genscher, que se encuentra en Washington explicando la frustración europea tras el ataque. Sin embargo, Washington cree que la cumbre es aún posible a finales de noviembre o en diciembre, y que Moscú ha realizado un gesto político táctico, a corto plazo, al suspender la reunión de George Shultz y Edvard Shevarnadze. "Es un error y demuestra donde se sitúa la URSS en el tema del terrorismo", afirmó el portavoz presidencial, Larry Speakes. El secretario de Estado Shultz dijo que la decisión soviética "lógicamente disminuye las oportunidades de un encuentro al máximo nivel este verano".Reagan está convencido de que la demostración de que Estados Unidos está dispuesto a defenderse y el abandono de su antigua imagen de gigante impotente, beneficiará su política exterior a medio y largo plazo y reforzará su posición negociadora con la URSS. Observadores independientes sugieren, por el contrario, que la Administración de Reagan, empujada por el convencimiento de que la URSS está a la defensiva, está calculando mal los riesgos con una política agresiva hacia Libia y otros puntos del Tercer Mundo.

En una carta enviada ayer a los líderes del Congreso, Reagan afirma que EE UU actuará en "legítima defensa" y responderá nuevamente si Libia sigue apoyando actos de terrorismo antinorteamericanos. Un alto representante del Departamento de Estado afirmó ante el Congreso que el Gobierno de EEUU no buscaba "asesinar" a Gaddafi.

Gorbachov, afirman estas fuentes, no está dispuesto a aceptar la vinculación que quiere hacer Estados Unidos del control de armamentos y el comportamiento soviético en la periferia regional del mundo.

Reacción mínima

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La reacción soviética al ataque contra Libia, al que calificó de "acto criminal", es, sin embargo, "el mínimo" que cabría esperar de Moscú para defender a un país amigo, según fuentes gubernamentales. Hay que tener en cuenta que la URSS es el principal suministrador de armas a Gaddafi, que miles de técnicos soviéticos y de otros países del Este manejan su Ejército, y que varios aviones Mig-23, han sido destruidos por EE UU sobre suelo libio. En Washington se espera que Gaddafi le pida a la URSS que reemplace el material militar perdido en los combates, a lo que Gorbachov puede acceder pidiendo a cambio una base naval en Libia.El presidente se reunió ayer con sus principales colaboradores para estudiar el futuro del tratado SALT-2, el único acuerdo importante de control de armamentos nucleares aún en pie entre las dos superpotencias.

Desde que comenzó la crisis con Libia, hace tres semanas, Washington y Moscú han estado en contacto para evitar una escalada producida por malentendidos o la pérdida de vidas soviéticas en los ataques. El 27 de marzo, Estados Unidos comunicó a la URSS y a la República Democrática Alemana (RDA) que Gaddafi. planeaba un atentado en Berlín contra intereses norteamericanos, utilizando a su Embajada en la RDA. EE UU pidió que fuera cerrada la representación diplomática libia. El 5 de abril, después del atentado de la discoteca, un miembro de la Embajada soviética en Washington fue lla mado al Departamento de Estado, donde escuchó críticas por la inacción de su país.

La pasada semana, Shultz co municó al embajador saliente de la URSS, Anatoli Dobrinin, que EE UU "no puede continuar so portando el terrorismo libio". "Vamos a tener que hacer algo", añadió el secretario de Estado. Dobrinin respondió que un ataque "tendría consecuencias sobre las relaciones bilaterales". Minutos después del bombardeo del lunes, el encargado de negocios soviético fue llamado al Departamento de Estado para señalarle que la acción no tenía nada que ver con las relaciones entre los dos países.

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