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Por una política europea autónoma

La profundización de la tradición de la izquierda europea, en su sentido más amplio, y la articulación de una política europea autónoma respecto a los bloques militares son dos de los principales elementos de reflexión que aporta el autor de este artículo, en el que se cuentan los principales retos a los que se enfrenta el Partido Comunista Italiano en su 17º congreso.

En el documento preparatorio al 17º Congreso de los comunistas italianos (9-13 de abril) se afirma que "el PCI es parte integrante de la izquierda europea". No escondemos ni renegamos de nuestra fe de nacimiento. Hemos conquistado una plena autonomía internacional y hemos demostrado cómo es posible hacerlo sin romper con nuestra historia e incluso sin romper con otros partidos comunistas.El movimiento obrero de inspiración marxista (al cual pertenecen nuestros orígenes) es hijo de la cultura y de la civilización del Occidente europeo. Nuestra concepción del socialismo, a la cual hemos llegado a través; de un recorrido complejo y difícil, es la de un incesante hacerse de la democracia en las relaciones de producción, en las instituciones, en la cultura, en la sociedad. Luchamos por una sociedad cuyo desarrollo se realice en el pluralismo de ideas y de intereses, hacia metas siempre más avanzadas de justicia y racionalidad social, eficiencia en la producción, relaciones solidarias entre los hombres. Entendemos la democracia política como un valor universal, incluso en la obvia diferencia de las instituciones y de las fuerzas políticas.

Conocemos bien, ni que decirlo; las divisiones que existen entre los diferentes componentes de la izquierda europea, las, discordancias de opiniones y de orientaciones, incluso a propósito de la Comunidad Europea (CE). Se trata de diferencias que cruzan horizontalmente cada agrupación: socialista, socialdemócrata, comunista o de otra inspiración. En esto también residen las razones que han dejado impreparada a la izquierda europea frente a las sorprendentes transformaciones de nuestra época contemporánea y a la ofensiva neoliberal y de derechas que ha tenido y tiene en el Gobierno de Reagan y en su política el motor principal.

Marginación y decadencia

Es cierto, Europa occidental corre riesgo de marginación e incluso de decadencia. La unidad, económica y política, de Europa constituye la premisa de toda política innovadora. Ningún país de Europa occidental -incluso entre los más fuertes- puede enfrentar solo la competencia económica, productiva, científica y tecnológica de los dos gigantes norteamericano y japonés. Y aquí, en Europa occidental, las recetas neoliberales -que ya han procurado daños profundos en las conciencias y en el sentido común de la gente (la apriorística y absoluta, superioridad de lo privado frente a lo público, la vida misma y el porvenir de los hombres entendidos como el resultado del individualismo más desenfrenado y de la competencia más implacable, el ofuscarse de los principios de justicia social y de solidaridad humana)- ya han registrado un fracaso. Y baste con recordar el número de parados, sobre todo. entre los jóvenes.

La izquierda europea no ha conseguido diseñar, incluso en los países donde ha gobernado y gobierna, una política nueva, a la altura de los tiempos. El ejemplo de Francia es palmario. Y podríamos citar también las experiencias de España y de otros países. La izquierda no puede gobernar en los procesos de transformación e innovación usando métodos e instrumentos de la derecha. He aquí la cuestión central: buscar los caminos nuevos de un desarrollo moderno, basado en la ciencia y la tecnología, que lleve al crecimiento de la ocupación, salvaguarde y utilice el medio ambiente, garantice una nueva calidad de la vida. Una Europa encaminada hacia un desarrollo de este tipo podría ofrecer una contribución decisiva para enfrentar el siempre dramático problema del desequilibrio entre el norte y el sur del mundo (empezando por la cuestión de la deuda de los países en vías de desarrollo).

Otro gran tema es el de la paz, el desarme, la seguridad. El PCI no propone la neutralidad de Europa, pero si su autonomía. Luchamos para afirmar el carácter defensivo de la Alianza Atlántica y para el respeto pleno de la soberanía nacional, pero no queremos roturas unilaterales que podrían hacer más difícil el camino hacia la superación de los bloques. (Hay que recordarles a los que han usado en España, en la campaña del referéndum del 12 de marzo, nuestras posiciones para polemizar contra el no, que fue cuando España entró en la OTAN, en 1981, cuando se rompió un equilibrio; por esto nosotros, en el Parlamento italiano votamos no, mientras hemos estado siempre a favor de la entrada de España en la CEE).

Creemos que los países de Europa occidental no deben dar su adhesión al proyecto de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) del presidente Reagan, proyecto que llevaría a una aceleración espantosa de la ya enloquecida carrera armamentista, incluso en el espacio, y quitaría a Europa competencias e inteligencia, aumentando los peligros de marginación. Creemos que hay que perseguir el proyecto Eureka u otro proyecto análogo. Tampoco descuidamos los problemas más específicos de la seguridad; sin embargo, éstos van encuadrados en el marco de una política general de coexistencia pacífica y de desarme. En esta dirección se mueve, por ejemplo, el Partido Socialdemócrata Alemán. Las recientes propuestas soviéticas para quitar los cohetes de Europa (las mismas condiciones, en otro plano, han sido puestas, con el referéndum, en la base de la permanencia de España en la OTAN) pueden abrir una fase nueva. Europa por fin puede desarrollar un papel decisivo para favorecer soluciones pacíficas de las crisis abiertas en tantas partes del mundo: en Oriente Medio, en Centroamérica, en la península Indochina, en Afganistán. Y sobre todo en el Mediterráneo, donde los acontecimientos de los últimos meses y de las últimas semanas ponen de manifiesto la necesidad, por la paz, de que Europa, manteniéndose firme en la lucha contra el terrorismo, esté en condiciones de hablarle al Gobierno de Reagan de de tú a tú, y que las bases de la OTAN y norteamericanas en Europa no estén al servicio de la política de potencias y de supremacía de EE UU.

Estos son los problemas que queremos debatir con todas las fuerzas de la izquierda europea. El 17º Congreso del PCI tiene la ambición de contribuir a este debate.

es de la dirección del PCI y presidente del Grupo Comunista en el Senado de la República Italiana.

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