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EL FINAL DE UNA SAGA DE HOLLYWOOD

Los matices de un rostro de criminal

Xavier Coma, estudioso del cine negro norteamericano manifestó ayer a este diario, a propósito de los papeles de James Cagney como gánster, que el actor "parecía conducir al paroxismo remotas maldades de una infancia oscura y tenebrosa. Su mirada expresaba los sentimientos más simples y contrapuestos de un viejo niño que hubiera llegado a adulto antes de tiempo y en cuyas manos la pistola de juguete se hubiera convertido en una arma letal. James Cagney compuso célebres caracteres de profesionales del crimen que acostumbraban a coincidir en ferocidad desenfrenada, desequilibrio psicológico, afán de mando y comportamiento compulsivo".Realizador

Para Coma, "su rostro, entre infantiloide y sádico, reflejaba, sin embargo, los suficientes matices de actitud para que el actor no llegara a quedar encasillado en un esquemático arquetipo de criminal puro. Por otra parte, y tal como sugiere su intervención en filmes negros, Cagney interpretaba delincuentes con implícitas referencias al ámbito social que los producía; y en este sentido, si sus personajes fueron criaturas del infierno, el infierno pertenecía a nuestra civilización capitalista-cristiana".

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Quizá uno de los títulos que mejor refleja esta idea sea Al rojo vivo. Curiosamente, la copia original de esta cinta, en blanco y negro, terminaba en color para, dar mayor realce a una secuencia emblemática.

Hace unos meses, James Cagney recibió un homenaje de su ex colega Ronald Reagan en la Casa Blanca, donde le entregaron la medalla presidencial de la Libertad. En 1957 abordó la realización cinematográfica con Atajo al infierno.

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