Moscú condena a EE UU por su "acto pirata"
El Ministerio de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética acusó ayer a Estados unidos de practicar el "terrorismo de Estado" con su "acto pirata" contra Libia y condenó las acciones, bélicas estadounidenses en el golfo de Sidra. Las autoridades soviéticas evitaron pronunciarse sobre las aguas en litigio, que Libia considera territoriales, y Washington, internacionales.
En una conferencia de prensa celebrada ayer en Moscú, Vladimir Lomeiko, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, acusó a Estados Unidos de amenazar la seguridad en el Mediterráneo y en el mundo en general por medio de una política que Moscú considera agresiva y hegemónica.Lomeiko culpó también a Washington de violar las normas del derecho internacional y de tratar de imponer su voluntad a otros países por la fuerza de las armas. Las acciones norteamericanas contra Libia, uno de los países árabes que gozan de mejores relaciones con la Unión Soviéticas, fueron definidas por Lomeiko como "una provocación contra el espíritu de Ginebra" que "envenena el ambiente".
Según las condena formal soviética, Estados Unidos ha procedido con premeditación mediante un "acto pirata" que se inserta en lo que Moscú denomina "la política de neoglobalismo" de Washington.
Estados Unidos apoya y refuerza claramente, según un comunicado difundido por la agencia oficial Tass, la tensión en el mundo "con objeto de impedir un saneamiento de la situación internacional". La Unión Soviética, reza el comunciado, "condena decididamente la acción agresiva de Estados unidos y exige que se le ponga fin".
Pese a las buenas relaciones existentes entre Trípoli y Moscú, observadores políticos occidentales en la capital soviética opinan que la URSS difícilmente se arriesgará a involucrarse directamente en el conflicto que enfrenta a Libia y Estados Unidos.
En el Kremlin, la imprevisibilidad del máximo dirigente libio, Muammar el Gaddafi, suscita cierta desconfianza, una muestra de la cual serían los reparos puestós por Moscú para desarrollar a fondo el programa nuclear libio sin unas garantías previas que liguen a Gaddafi a los acuerdos intemacionales de no proliferación.
Un conflicto ajeno
Lomeiko dio a entender ayer que la Unión Soviética no se inmiscuiría en el enfrentamiento libio-norteamericano al afirmar: "No participamos en un conflicto que surgió y ha continuado siendo agravado por culpa de la Administración norteamericana".
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS declinó dar datos sobre la ayuda militar soviética a Libia Y afirmó que está se destina exclusivamente a la defensa de la soberanía y de la independencia de Libia.
Sobre el número de asesores militares soviéticos que hay actualmente en Libia, Lomeiko se negó también a contestar, asegurando que la cuestión estaba fuera de su competencia. Preguntado sobre qué instalaciones de cohetes SAM-5 (tierra-aire) de fabricación soviética habían sido alcanzados por los norteamericanos en territorio libio, Lomeiko manifestó que los cohetes "no son pájaros que se puedan marcar".
El portavoz manifestó que la URSS ha recibido información de los enfrentamientos por ambas partes y afirmó que Moscú "no realiza ninguna actividad de vigilancia en la zona", rechazando así las aseveraciones norteamericanas en el sentido de que en ella se encuentran buques soviéticos.
La URSS apoya "moral y políticamente al pueblo libio", dijo Lomeiko, quien agregó: "Tomamos las medidas que consideramos apropiadas en el marco de nuestras relaciones mutuas".
Gaddafi, que visitó Moscú en octubre de 1985, regresó a Libia sin llegar a firmar con la Unión Soviética un acuerdo de amistad semejante al que este país tiene con Siria, Irak y Yemen del Sur. El acuerdo, sin embargo, había sido preparado en el pasado e incluso anunciado como proyecto en 1983. Libia obtuvo, en cambio, un incremento de los suministros de armas soviéticas el año pasado. Este suministro incluye, según fuentes árabes, submarinos y armas ligeras que no son tan avanzadas como las que la URSS ha proporcionado a Siria.
En relación a las aguas territoriales en el golfo de Sidra, al sur de lo que se ha venido en llamar la línea de la muerte, Lomeiko manifestó que otros países habían procedido de semejante manera en relación a golfos que consideraban como zonas históricas sin que ello hubiera provocado ninguna reacción. Lomeiko se refirió al Reino Unido, Canadá e Italia como ejemplos y citó convenciones internacionales que avalaban esta práctica. Señaló que la URSS fue informada de la decisión libia de declarar aguas territoriales las que están al sur del paralelo 32º30' y que este tema no ha constituido un problema entre los, dos países. En el caso de EE UU, agregó, se trata de un pretexto para una agresión y no de su verdadera causa.
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