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Tribuna
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La hora de los hechos

Erradicar el hambre en el mundo, una de las plagas que golpea de forma creciente a la humanidad, obliga a que se cumplan las buenas intenciones expresadas en las reuniones y congresos en los que se aborda el problema. El autor recuerda, en este sentido, las promesas formuladas por las autoridades en una reciente conferencia celebrada en Madrid.

La reciente celebración en Madrid de la conferencia El hambre en el mundo, una de las últimas aventuras póstumas de Enrique Tierno, ha puesto de relieve que la alimentación es un problema político de gran magnitud, que afecta a la paz mundial.La iniciativa municipal sobre el hambre en el mundo reunió en nuestra capital a diversas asociaciones locales que con paciencia benedictina el viejo profesor consiguió agrupar.

Estuvieron presentes también las agencias especializadas de las Naciones Unidas en materia de alimentación (FAO) y de desarrollo (PNUD); asimismo, asociaciones voluntarias de ayuda al desarrollo, las ONG (Organizaciones no Gubernamentales). Como en similares foros, se trazó un amplio panorama, análisis y causas de la malnutrición, el subdesarrollo y la miseria, más que un cuadro de soluciones prêt-a porter.

Hubo, sin embargo, una notable excepción, el caso español, en que tanto Gobierno como municipios y ONG mostraron una clara voluntad de pasar de los dichos a los hechos.

La convocatoria, el 7 de abril, de una coordinadora pro operación supervivencia (en Santa Catalina, 8, 2º, junto al Ateneo de Madrid), dirigida a cuantas asociaciones y personas deseen participar en la misma, tiene como objetivo vigilar y estimular el cumplimiento de lo prometido en la conferencia El hambre en el mundo y apoyar una propuesta de ley de iniciativa popular acorde con lo anterior.

Para que las palabras no queden en papel mojado, y con el recuerdo de una incumplida proposición no de ley sobre el hambre en el mundo, aprobada en 1982 por unanimidad en el Senado, hay que conseguir que las conclusiones del encuentro en Madrid sean tangibles.

Conclusiones

Respecto a España, fueron tres:

- El compromiso del Gobierno de aumentar la cooperación al desarrollo cuantitativa y cualitativamente. Luis Yáñez, secretario de Estado para la Cooperación, dijo textualmente que apoyaba la operación supervivencia propuesta por los premios (95) Nobel y que el Gobierno juzgaba como muy positivas las experiencias de Italia y Bélgica, que han constituido un fondo especial para la reducción de la tasa de mortalidad en determinadas regiones muy vulnerables del planeta.

- El empeño de los municipios en la lucha contra el subdesarrollo por medio de proyectos y hermanamientos de cooperación. El alcalde de Madrid, Juan Barranco, se mostró muy explícito a este respecto, y Manuel Ortuño dejó entrever una espectacular acción contra el hambre. Por cierto, que días después las buenas intenciones expresadas se tambalearon cuando el líder de la oposición en el Ayuntamiento, Alvarez del Manzano, solicitó el 0,7% del presupuesto municipal para la ayuda al desarrollo.

-Y la firme decisión de las ONG españolas de participar activamente en todo lo concerniente a la cooperación al desarrollo.

Resistencia no violenta

Esta triple voluntad de esforzarse por erradicar el exterminio por hambre, a la que se suma también la leal y abstencionista oposición, merece el atento seguimiento por parte de la nueva coordinadora para alertar a la opinión pública y adoptar las medida necesarias de resistencia no violenta en caso de que pasaran al desván de los objetos perdidos.

Hagamos un poco de historia. En 1981, 54 premios Nobel firmaron un manifiesto-llamamiento contra el exterminio por hambre. Se exigía a los Estados, Gobiernos, a las personas relevantes de la vida pública y a todos los ciudadanos que se movilizaran para lograr la adopción inmediata de una nueva política en pro del desarrollo, que no diera pan para aplazar la muerte, sino trabajo para conquistar la dignidad, que plasmara en textos legales la decidida voluntad de reducir la tasa de mortalidad por malnutrición en las zonas más afectadas del mundo. La movilización popular cristalizó en sendas leyes en Bélgica y en Italia por las que se constituyó un fondo de supervivencia que allegaba recursos para efectuar una ambiciosa operación de Estado, consistente en la intervención plurisectorial incentivando a la población local a cancelar las causas del subdesarrollo.

Cinco años después, 12 jefes de Estado africano han lanzado en Roma un nuevo llamamiento contra el hambre y por la libertad. Tanto los Nobel como los jefes de Estado solicitan a los Gobiernos del mundo el escrupuloso cumplimiento de sus acuerdos internacionales, y esto, no mañana, sino ahora, ante el riesgo de holocausto por miseria y de desestabilización de la paz mundial.

España prometió solemnemente en las Naciones Unidas facilitar el 0,7% a los países en desarrollo. Un fondo de supervivencia sería nuestra mejor respuesta al reto del exterminio por hambre.

es presidente de Paz y Cooperación.

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