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Entrevista:

Moscú desea que la próxima 'cumbre' se traduzca en avances sobre desarme

Pilar Bonet

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, y el líder soviético, Mijail Gorbachov, parecen destinados a encontrarse de nuevo contra viento y marea, aunque todavía no haya fecha para ello. Esta es la impresión que deja una entrevista concedida a EL PAÍS por Vadim Zagladin, vicejefe del departamento de relaciones internacionales del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que aclara que la próxima cumbre se celebrará con independencia de los progresos que se hagan en el campo del armamento, se llegue o no a un acuerdo sobre los cohetes de alcance medio y aunque EE UU no acepte la moratoria nuclear propuesta por la URSS. A Moscú, sin embargo, le gustaría que las cosas fueran de otro modo, porque convocar una cumbre para "hacer turismo" resulta "poco productivo".

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Casi 20n años lleva Zagladin, de 59 años, como segundo de a bordo, en el departamento del Comité Central que hasta hace poco (hasta el 27º Congreso del PCUS) dirigía el veterano Boris Ponomariov sustituido ahora por el ex embajador en Washington Yuri Dobrinin, quien aún no se ha incorporado a su puesto.Éste es un momento de cambio y reestructuración para la élite política soviética, y difícilmente se puede aventurar por cuánto tiempo los consolidados valores de la cúspide van a seguir en sus actuales posiciones. Zagaldin, que no se libra de los rumores que afectan a otros de sus colegas en cuanto al futuro, es ciertamente un valor consolidado de la política soviética.

Astuto, inteligente y frío, Zagladin reconoce bien la situación en Occidente, con cuyos partidos comunistas y socialdemócratas le ha tocado bregar en múltiples ocasiones. Con la llegada de Dobrinin al departamento de relaciones internacionales, éste: puede, en opinión de observadores políticos, adquirir un nuevo brillo y quitar protagonismo al Ministerio de Exteriores, que en tiempos de Andrei Gromiko se hizo con una importante parcela de decisión.

"No establecemos una relación directa entre la cumbre de Ginebra y el progreso en el campo del armamento. Sólo pensamos que si el primer encuentro fue para conocerse, el segundo debe dar algún resultado concreto, y a nuestros ojos hay temas en los que podría haber progreso, como los cohetes de alcance medio en Europa o la prohibición de las pruebas nucleares. Nos parece que antes del encuentro debe darse un paso en el campo principal que es el de la seguridad y el armamento".

Si EE UU no acepta la moratoria nuclear soviética, como es el caso, la cumbre "se celebraría incluso en estas condiciones, aunque su desarrollo no sería facilitado por ello, pero nosotros no ponemos ninguna condición previa", señala Zagaldin. "El nuevo encuentro entre los dirigentes de las dos potencias se celebrará, naturalmente. Sobre esto se llegó a un acuerdo, y la URSS no dejará de cumplir la promesa dada. La fecha del encuentro por ahora no ha sido fijada".

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"Quisiéramos", dice, "que la cumbre produjera resultados perceptibles y concretos en la dirección principal: en la reducción de nivel de armamento y fuerzas armadas, especialmente en el campo del desarme nuclear'.

Las relaciones entre EE UU y la URSS después del encuentro de Ginebra del pasado noviembre "dieron algunos pasos positivos. Sin embargo, hasta ahora no ha habido un cambio cualitativo serio. Y esto es comprensible, pues los progresos serios dependen de la solución de los problemas cardinales, los problemas de la seguridad, y en este ámbito no vemos ningún progreso sustancial. Baste fijarse en la actitud de la dirección norteamericana ante el problema de la prohibición de explosiones nucleares. Si se aspira sinceramente a eliminar las armas nucleares, al desarme nuclear, sería totalmente lógico que ya ahora se pusiera fin a las explosiones nucleares soviéticas y norteamericanas".

Armas convencionales

Si en el campo del armamento nuclear las dos superpotencias no parecen haber ido muy lejos, en el campo del armamento convencional la situación parece estancada. Mientras la URSS presenta el tema del armamento nuclear aislado del convencional, en Occidente se insiste en la ligazón entre ambos, ya que la superioridad convencional de la URSS es la base del concepto de disuasión nuclear que vertebra toda la estrategia de la OTAN. Zagladin recuerda que en las propuestas formuladas por Gorbachov el 15 de enero pasado "ya propusimos paralelamente una amplia reducción de las armas convencionales y nadie ha prestado atención a esto". Los términos concretos están, sin embargo, por fijar. "Primero, debe haber una respuesta occidental sobre si están dispuestos a esto o no, y después desarrollaremos nuestras propuestas".

"Estamos dispuestos a discutir el tema de las armas convencionales, y si se llega a conversar presentaremos nuestras propuestas de forma más detallada, pero ahora todos ignoran que también queremos tratar de esto, como si nuestras propuestas no existieran".

La llegada de Gorbachov se ha dejado sentir en la política internacional, donde "en el pasado medio año hubo más iniciativas que rara vez en el pasado". Entre las decisiones tomadas de acuerdo con el espíritu de renovación que sopla ahora en la política soviética está "la renuncia a antiguos estereotipos". A Zagladin no le gusta la palabra "reestructuración" cuando se trata del aparato del Comité Central.. "Ha habido perfeccionamiento", señala, pero, "básicamente, queda como antes porque la estructura que se ha formado a lo largo de años responde a las exigencias del trabajo del partido, aunque ahora hay que mejorarla y perfeccionarla porque cambiaron las condiciones". Una de las principales exigencias de cara al PCUS es que éste "cumpla más consecuentemente su función de dirección política".

"El partido ejerce su función de dirección política a través de los comunistas que trabajan en una determinada organización". La sección de relaciones internacionales tiene como misión ayudar a la dirección del partido, al secretario general en primer lugar, en aquellos campos de la actividad internacional de los cuales se ocupa", dice Zagladin. Y ello incluye sus actuaciones como representante del Estado e incluso actividades internacionales que tienen que ver con el Presidium del Soviet Supremo de la URSS.

La presencia de Dobrinin en el departamento no supone un cambio en el funcionamiento del mismo. Dobrinin, señala Zagladin, "tiene un amplio horizonte de miras" y "en nuestra actividad internacional se concede un especial papel a Europa.

En cuanto al Ministerio de Asuntos Exteriores, continuará ocupándose de "las funciones diplomáticas en el ámbito del Estado y de distribuir embajadores". "Seguirá como en el pasado", puntualiza Zagladin.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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