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Manuel Rivera: "La vanguardia ya no existe"

El artista presenta el resultado de su trabajo de los dos últimos años

El pintor Manuel Rivera, nacido en Granada hace 58 años, fundador del grupo El Paso y miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, inauguró el pasado miércoles una exposición en la galería Theo de Madrid (véase suplemento En cartel de EL PAÍS del pasado viernes). Rivera confiesa que le disgustan las exposiciones y asegura que "la vanguardia ya no existe porque ésta no se encuentra en la actitud de los creadores, sino que es producto de unas circunstancias históricas muy determinadas".

Manuel Rivera exhibe ahora el trabajo realizado a lo largo de los dos últimos años, en los que ha logrado materializar su busca de la luz en su obra. "Aunque parezca que en mi pintura no se producen grandes variaciones, lo cierto es que está en permanente transformación. De hecho, el panel que realicé para el aeropuerto de Barajas, en 1983, pretendía incorporar la luz dentro de las telas metálicas y en esa dirección ha seguido todo lo que ahora expongo".A Rivera se le ve entusiasmado con la incorporación de la luz a unas obras a las que un espectador no especizalizado podría calificar más de esculturas que de pinturas. "Ésa es una impresión inevitable que produce la contemplación de mi obra", dice Rivera, "pero yo siempre me he considerado un pintor".

Sobre las razones de su interés con las telas metálicas, Rivera recuerda que desde siempre le interesó este material. ''No es un descubrimiento mío. El enriquecimiento del color a través de veladuras fue ya utilizado en la Venecia del XVI".

El grito

El que fuera uno de los fundadores del grupo El Paso y ahora académico de Bellas Artes afirma que ahora y aquí la vanguardia no tiene razón de existir. "Cuando fundamos El Paso recurrimos al grito como actitud artística y política. Era el arte bruto, el uso de la materia por la materia en sí, como un grito desesperado. Con el paso del tiempo, ese grito varía. Concretamente, en mí se empieza a ver cuando inicio la serie de Los espejos, en la década de los sesenta, aunque la primera ruptura de El Paso se produce en 1959, tras la Bienal de Venecia, donde se nos acepta internacionalmente y los cuatro firmamos con importantes galerías extranjeras. Del hambre pasamos al dólar y cada cual nos encerramos a sacar el máximo rendimiento posible de la materia".Ahora, Rivera opina que el creador debe hacer arte y no política. "Otra cosa es la actitud del artista frente a la sociedad, pero la obra creativa sólo debe contener arte. Creo que esto no es una marcha atrás, sino una forma distinta de caminar. Creo que ahora las vanguardias sólo tienen razón de ser en países muy determinados con circunstancias políticas muy determinadas, pero decir en la Europa de 1986 que se está en la vanguardia es absurdo".

Las exposiciones es otro de los temas que este hombre extravertido y dicharachero dice aborrecer. "Una muestra como ésta tiene un sentido distinto, pero he protagonizado dos antológicas a lo largo de mi vida. Contemplar toda tu obra reunida produce una sensación sumamente desagradable. Una de estas antológicas se hizo en el Museo de Arte Moderno de París, en 1976. Al ver mi obra reunida me sentí muerto. Pensé que ya no tenía nada más que hacer en el mundo de la pintura, y esto me produjo tal depresión que agarré un tren y me vine a Madrid y pasó mucho tiempo hasta que pude volver a trabajar".

De su labor como académico, Rivera tiene como obsesión el dar a conocer a los amantes de la pintura la inmensa riqueza del patrimonio pictórico de la academia. "Hay unas colecciones impresionantes que yo había visto hace más de 25 años, cuando era estudiante. Me parece imperdonable que esto siga cerrado al publico. Creo que la academia debiera ser el centro cultural más importante del país, pero por el momento la Administración no ha dado pruebas de especial interés por el tema".

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