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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fraude en Filipinas

EL PARLAMENTO ha proclamado precipitadamente a Ferdinand Marcos como nuevo presidente de Filipinas, eludiendo un verdadero debate sobre las numerosas denuncias de fraudes y creando una situación de hecho en el momento de la llegada del enviado especial de Reagan, Philip Habib. Todos los testimonios responsables coinciden en que esa elección ha sido un fraude descarado. El partido de Marcos y el aparato estatal y represivo han empleado de forma generalizada la intimidación, la falsificación y la violencia. Proclamar a Marcos presidente en esas condiciones aparece como una provocación al pueblo filipino y a la opinión democrática mundial. No puede decirse, sin embargo, que el hecho haya causado sorpresa, sobre todo entre las personas que conocen el pasado de Marcos, en cuya trayectoria hay de todo menos limpieza. Los norteamericanos han denunciado recientemente que falsificó su conducta en el período de la guerra contra Japón, atribuyéndose un papel de glorioso resistente alejadísimo de la realidad. En gran parte de los 20 años que lleva al frente del país ha venido gobernando con métodos dictatoriales y suprimiendo, mediante el estado de sitio, los derechos de los ciudadanos.Como colofón, en esta elección el fraude ha revestido unas proporciones muy superiores al de ocasiones anteriores. El desgaste de su régimen se ha hecho sentir, y frente a Marcos se ha levantado una amplísima ola de opinión democrática unida en tomo a la candidatura de Corazón Aquino. Tanto un grupo independiente para el control de los votos, el Namfrel, como varios grupos de observadores extranjeros -en particular, el enviado por EE UU, encabezado por el senador Lugar- han coincidido en denunciar los fraudes que vacían de credibilidad los resultados oficiales proclamados por el Parlamento de Manila.

El hecho sin duda más significativo ha sido la reacción de la Conferencia Episcopal, que ha hecho pública una enérgica declaración en la que se dice que "la intimidación, la amenaza, el terrorismo y el asesinato" han sido utilizados para falsear las elecciones. Palabras sorprendentemente duras en un documento oficial de la Iglesia, y de gran trascendencia si se tiene en cuenta que el 80% de la población de Filipinas es de confesión católica. La Iglesia dice que el régimen de Marcos "carece de base moral", y Barna al pueblo a "la lucha no violenta por la justicia". En escasas coyunturas históricas ha adoptado la Iglesia un compromiso tan directo en pro de una lucha popular, si bien insistiendo en su carácter no violento.

La primera respuesta del pueblo filipino a la proclamación de Marcos como presidente ha sido la gigantesca movilización en Manila de un millón de personas, convocada por Corazón Aquino; punto de partida de una serie de acciones de resistencia, desde las huelgas al boicot de los bancos y centros oficiales. Es evidente que Filipinas entra en una etapa particularmente compleja en la que el empecinamiento de Marcos por mantenerse en el poder puede provocar conflictos impredecibles. Otro factor a tener en cuenta es la existencia en Filipinas de un movimiento guerrillero comunista, con unos 15.000 combatientes y con fuerte arraigo en determinadas regiones agrarias. El triunfo de Corazón Aquino hubiese permitido con toda probabilidad superar esa guerra civil larvada, ensanchando el ámbito de la democracia política. El fraude cometido por Marcos representa, en cambio, un seguro estímulo para la guerrilla.

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En el plano internacional, Marcos se halla completamente desprestigiado. Es sintomático que el Vaticano, a pesar de su tradicional cautela, se haya apresurado a solidarizarse con la actitud de la Iglesia filipina. En EE UU han surgido discrepancias serias entre las cámaras, Senado y Congreso, y la Administración de Reagan. El presidente ha modificado su primera declaración, inclinada a aceptar la elección de Marcos, con una segunda que sitúa sobre este la responsabilidad del fraude y reconoce que ha sido tan grande que "la credibilidad de la elección ha sido puesta en cuestión". Varios senadores piden la supresión total del apoyo económico a Filipinas, cuando en el presupuesto está previsto, por el contrario, un importante aumento de la ayuda. No puede olvidarse que la candidatura de Corazón Aquino ha cambiado la disyuntiva, que antes podía esgrimirse, entre guerrillas comunistas y un Marcos seguro. Con Aquino existe hoy una alternativa plenamente democrática. Si la política norteamericana contribuye a cerrar el paso a esa perspectiva, deseada por la mayoría del pueblo filipino, las consecuencias pueden ser graves a no muy largo plazo: habrá un reforzamiento de la guerrilla comunista y la inestabilidad política interna afectará a los planes y designios geoestratégicos del Pentágono.

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