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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Procesos italianos

Dos juicios en Italia -uno que ha concluido hace unos días en Padua, otro que acaba de iniciarse en Palermo- caracterizan los éxitos importantes que la democracia italiana ha logrado en los últimos años, en medio de condiciones extraordinariamente difíciles, en la lucha contra el terrorismo. En Padua estaban en el banquillo de los acusados trabajadores de diversas profesiones y varios profesores del Instituto de Ciencia Política de dicha ciudad, acusados de actos terroristas y de pertenecer a Autonomía Obrera. El rasgo más característico de este proceso fue lo que se llamó "el teorema Calogero", según el nombre del fiscal encargado de la acusación, que fue el que lo definió y lo aplicó en su labor jurídica. En resumen, se trataba de considerar que el profesor Negri y sus colegas de la universidad eran, no ya los inspiradores de actos terroristas por las teorías revolucionarias que exponían en sus libros y en sus clases, sino los "dirigentes estratégicos" del conjunto de las Brigadas Rojas, que actuaban en Italia para promover un levantamiento armado contra el Estado. Esta actitud obtuvo un apoyo amplio, incluso por parte de los partidos de izquierda, durante los años deplomo, cuando la ineficacia de la policía creaba una sensación de impotencia de la democracia, sobre todo ante crímenes horribles, como el asesinato de Aldo Moro. La tendencia era que "todo estabajustificado" para combatir el terrorismo; se llegaba a decir que,frente a teorías favorables al empleo de la violencia en la lucha social, la única respuesta era la policía y la cárcel. El tribunal de Padua, en un clima más tranquilo, de vida democrática normal, ha rechazado el famoso teorema Calogero; ha absuelto al profesor Negri y a muchos de los acusados; ha declarado que Autonomía Obrera y Poder Obrero no eran bandas armadas, y al mismo tiempo ha pronunciado penas, en ciertos casos severas, contra los acusados que participaron en actos terroristas, o que fueron cómplices de ellos, con depósitos de armas, etcétera. Esta sentencia refleja un paso adelante en la consolidación de la democracia, y cierra el paso a una de las consecuencias graves que puede tener el terrorismo: empujar a métodos, en defensa del Estado, que de hecho vacían la democracia de algunos de sus componentes esenciales.En Palermo nos hallamos ante un juicio completamente distinto. Se ha abierto un proceso gigante contra la Mafia, que ha exigido incluso construir un edificio especial, para que más de 400 acusados -aunque no todos presentes- puedan estar en el juicio con las debidas garantías de seguridad; sobre todo en una ciudad en la que la Mafia conserva sin duda fuertes raíces. Se trata de un fenómeno típicamente siciliano: una organización secreta, con un origen antiguo en estructuras sociales de otra época, ha logrado establecer una especie de doble poder, combinando el tráfico de drogas y la criminalidad pura con la penetración en las instituciones estatales, los negocios, la política. Acabar con la Mafia ha sido un reto fundamental para la democracia italiana; después del asesinato del general Dalla Chiesa, Roma adoptó una actitud más enérgica; incluso la Democracia Cristiana tuvo que tomar medidas contra algunos de sus dirigentes sicilianos, cuyos lazos con la Mafia eran conocidos.

La apertura del proceso, con un jurado designado entre ciudadanos de Palermo, representa en sí un hecho significativo. Lo ha subrayado el presidente Craxi al decir: "El proceso es el espejo de una situación y de una cultura derrotada", "estamos en condiciones de empezar a escribir las páginas blancas del renacer económico y civil de Palermo". Diversos síntomas, en particular la actitud de los estudiantes, demuestran que en el ambiente de la ciudad aparecen signos positivos. Sin caer en un optimismo excesivo, cabe decir que empieza a romperse cierto fatalismo, esa sensación muy arraigada de que nadie podía acabar con la Mafia.

Sin embargo, el proceso está en sus inicios; y existen presiones muy fuertes para eternizarlo, impedir su desarrollo normal y llegar a la fecha, en el próximo otoño, en que muchos detenidos, por imperativo legal, tengan que ser puestos en libertad si no han sido condenados. Por otro lado, la derrota de la Mafia no depende solamente del proceso. Mucho dependerá de las medidas, prometidas por el Gobierno Craxi, para paliar una terrible crisis económica y devolver esperanzas a la población. El actual juicio a la Mafia puede ser un capítulo importante para acabar con la criminalidad en Sicilia; pero no ha llegado aún el momento de escribir la palabra fin.

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