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Reportaje:LA OTRA EUROPALa RDA y el sueño de la reunificación /1

El antagonismo con la RFA reafirma la identidad de la nueva Alemania socialista

La República Democrática Alemana (RDA) es un Estado atípico en la alianza político-militar de Europa oriental. Fue fundado el 7 de octubre de 1949, en la zona de Alemania ocupada por la Unión Soviética, entre los ríos Oder y Neisse, de acuerdo con lo establecido en las conferencias aliadas de Yalta y Potsdarn. Desde entonces, el antagonismo con la República Federal de Alemania (RFA) se ha convertido en discurso ideológico para reafirmar la identidad de la nueva Alemania socialista.

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La creación de la RDA como Estado fue la respuesta soviética a la fundación de la RFA, cuatro meses antes, en el territorio ocupado por los tres aliados occidentales: Estados Unidos, Reino Unido y Francia. En ningún momento los cuatro aliados de la coalición antihitleriana habían previsto la creación de dos Estados alemanes, y aún hoy se especula sobre la sinceridad de una oferta del dictador soviético Josif Stalin, hecha tras la creación de la RDA y la RFA, para una reunificación basada en la neutralidad de la nueva Alemania en el contencioso entre ambas superpotencias.Con el ingreso de la RFA en la Alianza Atlántica en 1955 y la creación del Pacto de Varsovia pocos meses después -alianza en la que se integró Alemania Oriental- quedó sellada la división alemana. La frontera entre estos dos Estados y el muro que, desde 1961, divide en dos la ciudad de Berlín se convirtieron en el símbolo del antagonismo Oeste-Este y de la represión de las libertades individuales en los países del bloque oriental.

Berlín Occidental no existe

La encargada de explicar el desarrollo urbanístico de Berlín Este al visitante que acude a las oficinas municipales, bajo la torre de televisión en la célebre Alexanderplatz, tiene. costumbres fijas. En la cuidada maqueta que explica con rutina sólo figura la parte de la vieja capital del Reich que quedó bajo control soviético y que hoy es la capital del "primer Estado obrero y campesino sobre suelo alemán", como gusta autodenominarse el régimen alemán oriental. Berlín Occidental, es una gran mancha gris en el tablero.

Entre las informaciones técnicas y el recuento de edificios históricos destruidos en la guerra, que hoy están siendo reconstruidos en un ingente esfuerzo económico, la empleada del Ayuntamiento, vestida con un guardapolvos azul, no cesa en sus alusiones a las ventajas de todo tipo que, según asegura, tiene el sistema comunista. Los trabajadores, los niños, las mujeres, el tráfico, el medio ambiente, todos se benefician de las excelencias del sistema. "Además, nosotros no tenemos problemas de desempleo, como en la RFA".

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Todo el discurso ideológico del régimen alemán oriental se basa en el antagonismo con la otra Alemania. Si alguien creyera las informaciones sobre la RFA que las emisoras radiofónicas de Berlín Este facilitan incansablemente, quedaría convencido de que las calles de Múnich, Hamburgo o Düsseldorf son escenarios de cruel miseria tercermundista. No es ésta una práctica de agitación y propaganda destinada a convencer a los alemanes occidentales de lo insufrible que es el sistema capitalista. La agresividad ideológica de los medios de la RDA responde mucho más a las necesidades de reafirmar la identidad de la nueva Alemania socialista. Diariamente, el régimen se ve obligado a defender sus logros frente a la no menor agresividad con que presentan las tentadoras ofertas del capitalismo los medios de la RFA que, como la televisión y la radio, llegan al ciudadano de Alemania Oriental.

Bajo la constante presión de unos medios occidentales con enorme audiencia, que facilitan a la población la información que las autoridades ocultan y replantean diariamente la comparación entre el nivel de vida de los dos sistemas económicos que conviven sobre suelo alemán, Berlín Este se ve obligado a mantener una combatividad ideológica que en otros países del Este, a falta del enemigo de clase tan presente, se reserva para campañas especiales.

Por otro lado existe, pese a todas las lógicas negativas de las autoridades, la certeza de que la URSS se irrita más por cualquier señal conciliadora de Berlín Este hacia Occidente que por pasos análogos de cualquier otro país aliado en el bloque oriental. La URSS, como principal víctima de los alemanes en la pasada guerra, ve con especial preocupación cualquier acercamiento de la RDA a la otra Alemania. Prueba de ello fueron las presiones de Moscú para que el jefe del Estado y del Partido Socialista Unificado Alemán (SED), Enrich Honecker, realizara el pasado año su primera visita oficial a la RFA.

Ahora, con los indicios de distensión habidos tras la cumbre de Ginebra entre el presidente norteamericano, Ronald Reagan, y el líder soviético, Mijail Gorbachov, se vuelve a hablar de la visita de Honecker a Bonn. Este año existen, sin embargo, muchas dificultades, debido a la agenda electoral en la RFA y a los compromisos de Honecker tras el congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y de su propio partido. Una visita de Honecker a Bonn supondría un enorme paso hacia la normalización de relaciones entre estos dos Estados, que no mantienen relaciones diplomáticas, ya que la RFA no reconoce la ciudadanía de la RDA y se arroga la representación de todos los alemanes de ambos Estados.

El no reconocimiento de la ciudadanía de la RDA por parte de Bonn está anclado en la constitución de la República Federal y se basa en la evidente falta de soberanía de los alemanes en la zona ocupada por la URSS a la hora de la fundación de la RDA, así como en el declarado objetivo de la reunificación como condición para el restablecimiento de la soberanía completa del pueblo alemán.

El propio Honecker, un viejo comunista de 73 años nacido en el Sarre, el Estado más occidental de la actual RFA, tiene una concepción unitaria de Alemania. Hace años dijo en una ocasión, respecto a las posibilidades de una reunificación, que "los comunistas también soñamos". Sin embargo, nadie en la RDA se atreve hoy a soñar ya con una unidad alemana si no es en una Europa en la que los antagonismos de los bloques hayan quedado disueltos. Una gran utopía si se piensa que los antagonismos entre los dos bloques, la división europea en dos esferas enfrentadas, radica en gran parte en esta división alemana.

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