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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Comienza la campaña

CUALIFICADOS MIEMBROS del Gobierno han manifestado repetidas veces que la modificación de sus anteriores opiniones sobre la OTAN se debe al acopio de informaciones y de análisis que sólo la ocupación del poder proporciona. Parecería lógico que los tres primeros años de la actual legislatura hubieran sido utilizados por los dirigentes socialistas para facilitar a la opinión pública el acceso -al menos parcial- a ese banco de datos y de ideas. Sin embargo, la sociedad española continúa a comienzos de 1986 tan deficientemente informada sobre nuestra política de alianzas militares como en 1982. Se dice que la campaña del referéndum -demasiado breve y demasiado propagandística para colmar los vacíos informativos existentes- dará ocasión para el despliegue de esa pedagogía política. Desgraciadamente, no hay demasiados motivos para ser optimistas al respecto. Tanto el artículo del vicepresidente Alfonso Guerra publicado por EL PAIS el pasado domingo como el rumbo de la campaña iniciada por José María Benegas en nombre del PSOE permiten distinguir claramente que los socialistas no están explicando las razones por las que creen -contra lo que creían- que es bueno que España permanezca en la OTAN. Antes bien se dedican a narrar las excelencias teóricas y prácticas del proceso referendatario -olvidando quizá peligrosamente las virtudes de la democracia representativa- y a dar palos a Fraga por su decisión de abstenerse -con lo que Fraga vuelve a recibir los honores de adversario único respecto al Gobierno-. Por lo demás, es absurdo pretender que nadie haga una campaña a favor o en contra de una pregunta que se desconoce y de un referéndum que todavía no ha sido convocado. Pero merece la pena analizar lo que está sucediendo en el interior mismo del partido socialista.La reunión del Comité Federal del PSOE celebrada en la segunda quincena del pasado diciembre clausuró toda discusión significativa en el seno del socialismo sobre las futuras relaciones entre España y la Alianza Atlántica. Izquierda Socialista consideró zanjado el debate sobre la OTAN después de la aprobación por el comité federal del documento Una política de paz y seguridad, cuyo núcleo fundamental es una reelaboración, domina da por la mala conciencia, de las antiguas tesis de UCD sobre la Alianza Atlántica. Izquierda Socialista, una de cuyas principales señas de identidad era la exigencia de la salida de España de la OTAN, ha abandonado su ha bitual belicosidad retórica para limitar sus ambiciones a conseguir que no se le obligue a hacer campaña a favor de la permanencia en el pacto de Washington. Vincula das también las Juventudes Socialistas por el voto de obediencia de ese remedo contemporáneo de las órdenes monásticas que son algunos partidos políticos, sólo Unión General de Trabajadores -el sindicato socialista que se mantiene formalmente independiente del PSOE- quedará autorizado a seguir manteniendo públicamente las opiniones que hace poco más de tres años defendían todos los dirigentes socialistas, con Felipe González a la cabeza.

El silencio de Izquierda Socialista viene a poner de relieve el poco peso, la escasa disidencia y nos preguntamos si la propia existencia de esa llamada corriente del partido del Gobierno. Mientras que los comunistas y la izquierda extraparlamentaria defienden un modelo de política exterior desvinculado de la seguridad de la Europa democrática, la plataforma de Izquierda Socialista reproducía en buena medida -aun sin llegar a la ortodoxia de UGT- las tesis mantenidas por el PSOE antes de su acceso al poder. Ahora bien, no sólo Izquierda Socialista se ha borrado del debate. La confirmación por Felipe González de su decisión de convocar el referéndum había sido precedida, en los altos niveles del Gobierno y del PSOE, por una pugna entre los partidarios y los adversarios de celebrar la consulta popular. Pero tampoco esas resistencias -cualitativa y cuantitativamente importantes- a realizar el referéndum llegaron a hacerse públicas ni se articularon en una plataforma coherente.

El recuerdo de las feroces luchas intestinas que desestabilizaron al PSOE y, de manera indirecta, a las instituciones republicanas en los años previos a la guerra civil tal vez contribuya hoy a reforzar los lazos de disciplina y de obediencia entre los socialistas, lazos que el reparto del poder anuda eficazmente. El estallido de UCD, desgarrado por la pugna de corrientes y tendencias, y el fraccionamiento de los comunistas también invitan implícitamente a los socialistas a simular una artificiosa unidad y a lavar la ropa sucia dentro de su casa. Sin embargo, el Gobierno confía en ganar un referéndum al que la derecha no acudirá a votar, lo que significa que tiene que convencer a la izquierda de que es preciso decir sí a la OTAN y sí a la permanencia de España en la organización político-militar que entraña. Ardua tarea, sobre todo si no se aborda de una vez por todas la cuestión de fondo y se elude un verdadero debate sobre ella hasta por los que parecían los radicales discrepantes de la dirección del partido.

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