EE UU ayudará a México a evitar la quiebra financiera, a pesar de sus profundas diferencias sobre Centroamérica
Las profundas diferencias que separan a México y Estados Unidos sobre la crisis de Centroamérica no impidieron que el presidente mexicano, Miguel de la Madrid, consiguiera el jueves, en la cumbre celebrada en la ciudad fronteriza de Mexicali, la promesa de Reagan de ayudar a México a evitar la quiebra financiera. Los dos líderes fueron incapaces de superar sus divergencias sobre Nicaragua, y De la Madrid, que defendió el principio de no intervención extranjera en la zona, sin denunciar directamente a Estados Unidos, optó por pasar el tema a un segundo plano en sus relaciones con EE UU.
Reagan afirmó, tras dos horas de conversaciones "amistosas y francas", de las que sólo 10 minutos se dedicaron a Centroamérica, que Estados Unidos "está listo y deseoso" de ayudar a México, que necesita 4.000 millones de dólares (unos 612.000 millones de pesetas) en nuevos créditos este año para poder pagar los intereses de su deuda, de 96.000 millones de dólares, la segunda del Tercer Mundo, tras la de Brasil.Estados Unidos no ofreció en Mexicali ayuda económica directa, pero dejó claro que apoyará a México para que consiga dinero fresco a través de los bancos privados y de los organismos prestatarios internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
El presidente mexicano estimó como "positivo", pero sólo un primer paso, todavía insuficiente, el plan Baker, diseñado por el secretario del Tesoro estadounidense para inyectar 30.000 millones de dólares de nuevos créditos al Tercer Mundo, mediante préstamos de la banca comercial y de los organismos internacionales.
Peligro para la democracia
La seguridad nacional de Estados Unidos y la solidez del sistema financiero podrían verse en peligro por el eventual desbordamiento de la crisis económica mexicana, en un proceso de inestabilidad social y política. De la Madrid advirtió claramente a Reagan que la crisis financiera y la falta de crecimiento en Latinoamérica "amenazan la estabilidad política del continente americano y ponen en peligro la consolidación del proceso democrático".De la Madrid, que se encuentra en una débil posición política interna, consiguió que Reagan aprobara sus últimas medidas económicas. El presidente norteamericano se declaró "impresionado" por el compromiso del jefe del Estado mexicano para salir de la crisis económica, aunque funcionarios norteamericanos criticaron como insuficientes estos esfuerzos.
De la Madrid, que ha atenuado en los últimos meses su anterior apoyo abierto a los sandinistas, disminuyendo las ventas de petróleo barato a Nicaragua y manteniendo una actitud menos activa en el proceso de Contadora, no criticó abiertamente a Estados Unidos en Mexicali, ni tampoco pidió la reanudación de conversaciones directas Washington-Managua. Reagan, por su parte, tampoco se mostró especialmente beligerante en sus posiciones, limitándose a repetir que los sandinistas están exportando la subversión, amenazando la estabilidad nacional, y que su régimen no es reformable desde dentro.
El presidente norteamericano recordó que De la Madrid había dicho recientemente que "los regímenes de fuerza o autoritarios no son la solución para los problemas económicos y políticos de Latinoamérica". Pero el presidente mexicano respondió que su país seguirá "persiguiendo sin descanso una solución global que respete los intereses legítimos de todos los países implicados y que afirme los principios de autodeterminación de los pueblos, no intervención extranjera y la pacíficia solución de los conflictos".
Ayuda a la 'contra'
De la Madrid advirtió a Reagan, que escuchó sin pestañear, que "una situación bélica en Centroamérica conllevaría graves riesgos para la estabilidad política y económica de parte del continente y altos costes para las relaciones interamericanas". El presidente mexicano intentó comprometer a Reagan en una salida negociada cuando dijo que "usted y yo hemos vuelto a conceder importancia a una solución pacífica y negociada al conflicto, que amenaza con desbordarse".Por su parte, el canciller mexicano, Bernardo Sepúlveda, pidió a Estados Unidos que acepte los criterios de Latinoamérica sobre la crisis centroamericana.
Sin embargo, Ronald Reagan insistió ayer, en su discurso radiofónico de los sábados, en que la respuesta al conflicto es la libertad económica y política, no los tanques soviéticos ni la dictadura comunista en Nicaragua. Por ello", añadió, "expliqué a De la Madrid que Estados Unidos seguirá ayudando a la contra" -la guerrilla que combate al régimen sandinista-, que, en opinión del presidente norteamericano, "lucha por conseguir la democracia en Nicaragua".
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