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Alfonso Fraile: "La muerte hace perder respeto a todo, incluida la pintura"

Una retrospectiva del artista se expone en Madrid

El ciclo de obras de Alfonso Fraile (nacido en Marchena, Sevilla, en 1930) en su retrospectiva del Museo Español de Arte Contemporáneo, abierta al público hasta finales de año, componen casi 10 años de pintura y, en su caso, de corrosiva visión de la figura humana. Aunque la obsesión por la figura humana es una constante en toda su trayectoria -incluso en el período inicial, marcado por la herencia informalista-, punto de arranque de su actual retrospectiva madrileña es 1976, y nos remite a la raíz más personal del lenguaje del pintor, que es ya un lenguaje de madurez marcado por la aparición de la idea de la muerte. Fraile dice: "La muerte hace perder el respeto a todo, incluida la pintura".

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"Hacia 1973", dice Alfonso Fraile, "comienzo a enfrentarme espontáneamente con el papel, a mancharlo, a hacer en él garabatos, y surge de ahí una nueva propuesta de representación, la invención de un nuevo argumento en relación con la imagen. De ese ejercicio inmediato, trabajando sobre el papel de pequeño formato, creo que nace esa peculiar forma de traducir la presencia del ser humano que presidirá mi trabajo posterior, primero a través de una imagen múltiple, y progresivamente, centrándose en un único sujeto".Una intensa mordacidad preside el tratamiento de la figura humana en la obra de Fraile. "Cuanto hay ahí, de puertas para afuera, en la calle", dice, "forma parte de un mundo que no entiendo o que sólo entiendo como algo demencial".

"Como individuo puedo sentirme atraído, respetar e incluso envidiar una determinada cabeza; pero la naturaleza y el comportamiento humanos me mueven más bien a la risa, del mismo modo que el mundo puede y debe reírse de mí. Imagino que eso provoca el carácter mordaz de mi acercamiento, que -por irónico, amargo e hiriente- es de algún modo retrato de lo que hay. Pero eso no responde a una propuesta deliberada o de intención positiva, sino que surge disparatado, de un modo espontáneo".

El trabajo sistemático sobre papel, que genera un cruce muy particular de soluciones técnicas y tiene una influencia fundamental en el desarrollo del lenguaje de Fraile, constituirá, sin embargo, durante años un mundo diferenciado del trabajo en el lienzo.

Libertad sobre papel

Dice el pintor: "Ambos medios poseían, una relación especial que ha dado lugar a leyendas de Fraile sí, pero en papel. Durante mucho tiempo tuve tanta libertad sobre el papel que era incapaz de trasladarla a otros formatos"."En el enfrentamiento con el lienzo", prosigue Alfonso Fraile arrastraba aún muchos complejos. Hacia 1980 hay un salto en mi método de trabajo: comienzo a trasladar literalmente al lienzo las propuestas que he resuelto en un papel, realizando sólo las modificaciones que lo específico del nuevo medio fuera pidiendo, pues hay, por supuesto, determinadas soluciones que surgen en el papel y que no pueden reproducirse. En ese traslado cambiaba el lenguaje de dicción, pero no el de imagen".

Esa evolución decisiva en el método creativo de Fraile surge como por sorpresa, sin un proceso previo de intención. "Sí, surge, sin embargo, en un momento preciso, que puede ser significativo a la hora de buscar una motivación. El cambio nace a raíz de un grave fallo técnico de mi cuerpo. Tras ese hecho, hay un retorno compulsivo a la manía de pintar, y el resultado es muy dispar a todo lo nterior".

Acontecimiento límite

"El mecanismo", prosigue Alfonso Fraile, "puede haber sido semejante al del náufrago que se agarra con todas sus fuerzas a lo único que encuentra. Cuando es poco lo que te queda, te agarras a ello con desesperación, porque eso te permite no pensar en nada más. El resultado puede no ser mejor, pero sí es más inquietante, seguramente fruto de algo que ya existía de modo potencial, pero que se dispara por el encuentro con ese acontecimiento límite".La obra desarrollada por Alfonso Fraile durante estos dos últimos años, y que constituye un apartado inédito contenido en esta retrospectiva, refleja de nuevo una evolución drástica en su trayectoria artística, una traslación mucho más literal e inmediata al lienzo del juego de técnicas desarrollado en el papel. ¿Cual ha sido el detonante de esta mutación?

"El detonante" a su juicio, "puede haber sido ahora una cierta intuición de la proximidad de la muerte. Desde que cumplí los 50, cada vez que abro la boca para expresar una sospecha sobre lo que me ha de suceder he acertado. De un tiempo a esta parte me ronda esa idea de la cercanía de la muerte. Y, sin duda, eso puede haber jugado a nivel técnico. En un estado de inquietud o desesperación le pierdes el respeto a todo, y eso vale para tu trabajo. Yo le he perdido el respeto a la pintura".

"Esa mayor libertad técnica", concluye el pintor andaluz, "ante la tela no es, por supuesto, un descubrimiento, pero en mi propio caso supone también una osadía de la que hasta ahora no era capaz

"Pero llega un punto en el que te das cuenta de que no se puede hacer nada con temor, de que no se puede estar cohibido cuando uno se enfrenta a la tela. De todos modos, me resulta curioso pensar qué puede suceder con la obra si esa sospecha de la muerte no se cumpliese y aún quedaran muchos años por delante".

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