El secretario general del episcopado latinoamericano critica en el sínodo la 'teología de la liberacion' y la Iglesia popular
El secretario general de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), el arzobispo colombiano Darío Castrillón, uno de los tres padres sinodales que ayer comparecieron en una conferencia de prensa en el Vaticano, donde se está celebrando el sínodo, criticó duramente a la teología de la liberación y a la iglesia popular. Los otros dos padres sinodales que acompañaron a Castrillón fueron el cardenal Joseph Malula, arzobispo de Kinshasa y uno de los presidentes del sínodo, y el asiático Henry Sebastian D'Souza, secretario general de la Federación de las Conferencias Episcopales de Asia.
Uno de los temas más debatidos fue el de la teología de la liberación. Un periodista preguntó al secretario del CELAM -considerado uno de los obispos del grupo conservador- si estaba de acuerdo con la valiente afirmación hecha en el sínodo por el presidente de los obispos brasileños, Ivo Lorscheider, de que la teología de la liberación "fue un fruto del concilio", y que dicha teología "no es fruto sólo de algunos teólogos aislados o de los más audaces, sino de toda América Latina". Castrillón respondió que si el brasileño entendía por teología de la liberación la que aparece en el Evangelio como "liberación total del hombre", entonces sí, pero que si se trataba de otra teología, entonces no.Sobre si los obispos latinoamericanos estarían dispuestos a pedir al Papa el perdón para el teólogo Leonardo Boff y para otros teólogos condenados como él, el secretario de la CELAM respondió: "Primero tendríamos que saber si Dios les ha perdonado". Y añadió que, mientras tanto, lo que está claro es que a Boff le está haciendo mucho bien espiritual su condena al año de silencio. Entonces se produjo un conato de abucheo en la sala.
Iglesia popular
El obispo colombiano criticó también con mucha dureza el concepto de iglesia popular. El secretario de la CELAM contó un hecho concreto para desautorizarla. Dijo que en una de estas comunidades de la iglesia popular quisieron hacer un mitin político cuando estaba presente el santísimo sacramento, por considerar que Jesús es también del pueblo. El obispo se negó a darles la eucaristía, y entonces se la arrancaron de las manos, "le arrastraron y le pisotearon". Y añadió: "Como la Prensa local ocultó la noticia, quiero revelar que estos hechos ocurrieron en Nicaragua". Mucho más abiertos estuvieron tanto el cardenal africano Malula como el asiático D'Souza. Éste dijo que también las religiones no cristianas "tienen su verdad" y que los católicos de Asia "quieren colaborar con ellas para todo lo que signifique ayuda al hombre concreto".Y el cardenal Malula, hablando de divinización del hombre, que algunos espiritualistas piden como contraposición al contestado proceso de humanización, afirmó que después de Jesucristo ambas realidades deben considerarse como prácticamente homónimas, y añadió que la curia romana debe atender a los problemas del "gran mundo africano", una encrucijada de primer orden en el futuro de la historia.
Muchas de las preguntas se basaron en el sorprendente resumen de las intervenciones del sínodo presentado por el relator, el cardenal belga Danneels, en el que se habían ignorado muchas de las peticiones y sugerencias más atrevidas formuladas por docenas de obispos y cardenales, sobre todo del Tercer Mundo.
El cardenal Malula minimizó el resumen realizado por Danneels, respondiendo que se había tratado sólo de una "pauta de trabajo" para las discusiones que se están llevando a cabo en los círculos lingüísticos. Por otra parte, el cardenal mexicano Ernesto Corripio, que no asiste al sínodo, agradeció ayer a la Congregación para la Doctrina de la Fe, en nombre de otros cardenales latinoamericanos, "la reprobación de los errores de cierta teología de la liberación".
Las sesiones de trabajo quedarán paralizadas hoy, domingo, después de que ayer por la noche, y como última actividad del fin de semana, los padres sinodales asistieran a la audición del Kyrie, Gloria, Santus Benedictus y Agnus dei, correspondientes a la Misa solemne en re mayor, de Beethoven.
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