¿'Narcoguerrilla' en Colombia?.
Algunas pistas sugieren acuerdos tácticos entre guerrilleros y traficantes de droga.
Narcoguerrilla es un término que se ha puesto de moda en Colombia a raíz del ataque del grupo armado M-19 al Palacio de Justicia, en Bogotá, a comienzos de este mes. Las especulaciones sobre una alianza entre la mafia de la cocaína y los grupos alzados en armas, aunque han crecido en los últimos días, no son nuevas. A comienzos de 1984, el entonces ministro de Defensa, general Gustavo Matamoros, ya hablé de ello. Y el embajador norteamericano, Lewis Tambs, fue el encargado de propagar un término que enlaza los dos fenómenos que más han conmovido a Colombia en los últimos años.
Aunque no hay evidencias irrefutables de este vínculo, algunas coincidencias tras el sangriento asalto al Palacio de Justicia colombiano han dado pie a que se insistiera de nuevo en esta teoría. Varios de los magistrados muertos estaban amenazados de muerte por la Mafia. Días atrás, los capos del narcotráfico habían dado a los juristas 15 días de plazo para declarar inconstitucional el tratado de extradición firmado con Estados Unidos en 1980. En aplicación del tratado se ha entregado hasta el momento a la justicia norteamericana a seis colombianos ligados al millonario negocio de la droga, cocaína y marihuana fundamentalmente.Otras coincidencias que se muestran como avales de la existencia de la narcoguerrilla fueron la destrucción por parte del grupo M-19, durante su ocupación del palacio de Justicia, de todos los expedientes que tenían que ver con el asunto, junto con la exigencia de reformar los términos de este tratado de extradición.
"A mi esposo lo asesinaron los narcoguerrilleros", ha repetido incansablemente una de las viudas que dejó la tragedia. Pocas horas después de terminado el sangriento hecho, el ministro de Justicia, Enrique Parejo, dio por confirmado el maridaje éntre la Mafia y la guerrilla. "Es una alianza larnentable", dijo.
Contradicciones
Una semana después, cuando se conocen detalles del asalto guerrillero, las cosas no parecen tan sencillas de explicar, y las declaraciones del ministro de Justicia se han vuelto más contradictorias. Ya no acusa al grupo guerrillero M-19, sino únicamente al comando que realizó la operación. Ante la insistencia de los corresponsales extranjeros, el ministro reconoció públicamente que existen 'copias de todos los expedientes que tienen que ver con el narcotráfico y las extradiciones.
Además, parece claro que el incendio que destruyó los archivos fue provocado por la acción del Ejército y no por la guerrilla. La consecuencia es que el ministro de Justicia está pasando de acusador a acusado. El Congreso le exige pruebas de su denuncia y le exige también respuesta a este interrogante: si el Gobierno estaba informado de la alianza entre la Mafia y la guerrilla colombiana, ¿por qué propuso y llevó adelante una política de diálogo con la subversión?.
Desde el momento en que se convirtió en ley el tratado de extradición firmado con Estados Unidos, se inició en Colombia un fuerte debate. Sus defensores lo alaban como única medida para acabar con el narcotráfico, y Sus detractores lo tachan de antinacional. Entre los últimos están el procurador general colombiano -equivalente al fiscal general del Estado en España- y Gabriel García Márquez.Guerra a la extradición
El Nobel de Literatura lo condena por antipatriótico y peligroso. Asegura que el tratado hace posible pedir la extradición de colombianos perseguidos por razones políticas disfrazadas de narcotráfico. El M-19 también se ha colocado en el bando de los acusadores.
Para muchos, esta política del grupo guerrillero ha ido más allá de un simple ataque al tratado. A comienzos de este aflo, cuando el debate estaba más candente por la entrega a Washington de los cuatro primeros colombianos extraditados, Iván Marino Ospina, dirigente del M- 19, apoyó en declaraciones a la Prensa extranjera las amenazas hechas por los mafiosos a los diplomáticos norteamericanos radicados en Colombia. Esta declaraciónle costó a Ospina la jefatura única del grupo guerrillero. Desde entonces, hasta su muerte en septiembre de este año a manos del Ejército, Iván Marino Ospina formó parte de la dirección conjunta del M-19.
"La narcoguerrilla, otro embuchado", titulé una importante revista colombiana un informe en abril de 1984, cuando, por primera vez, se mencionó ese término. Se produjo después una gran operación antidroga durante la cual se decomisaron más de 12.500 kilos de cocaína . Según el ejército existían evidencias de que los guerrilleros protegían el inmenso laboratorio incautado en medio de la selva colombiana. El acuerdo suponía que la guerrilla obtenía armas, y la Mafia,protección. En esa ocasión el grupo acusado fueron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la organización guerrillera más antigua del país, que, en este momento, mantiene vigente el acuerdo de paz con el Gobierno.
Finalmente, los, acusadores no dieron pruebas concretas y todo se redujo a evidenciar que la guerrilla, al igual que lo hacía con todos los ganaderos de la región, cobraba a los propietarios del terreno donde funcionaba el laboratorio clandestino una suma mensual conocida como la vacuna.
La 'conexión cubana'
De la alianza entre los insurrectos y el tráfico de drogas se había empezado a hablar antes de que el término narcoguerrilla apareciese en el léxico colombiano. En 1982 estalló un escándalo que unía al Gobierno de Cuba con el traficante colombiano Jaime Grillot y el M-19. La investigación sobre esa conexión cubana dejó clara la vinculación de Jaime Bateman,
¿'Narcoguerrilla' en Colombia?
máximo dirigente del M-19, muerto en abril de 1983 en un accidente aéreo, con Grillot. Barcos de propiedad de este último habían sido alquilados para transportar armas para el M-19.Carlos Lelider y Pablo Escobar son dos de los grandes capos de la Mafia colombiana. Figuran en la lista de las personas más ricas del mundo. Durante años vivieron en completa legalidad, a pesar de que todo el país sabía de sus actividades delictivas. Construyendo viviendas, carreteras y financiando obras sociales, ganaron votos que los llevaron a las corporaciones públicas. Ante la acusación de su vinculación con la guerrilla, Pablo Escobar dijo: "Que me acusen de narcotraficante, vaya y venga. Pero que pretendan presentarme como socio de la guerrilla, eso sí que no lo acepto" pues lesiona mi dignidad personal".
Por su parte, Lehder aseguró en declaraciones a un semanario tener más amigos entre el Ejército que entre la guerrilla, y reafirmó su posición de fervoroso anticomunista.
El asesinato de Lara Bonilla
Un mes después de haber surgido en el panorama nacional la categoría de narcoguerrillero, el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla obligó a los mafiosos a huir del país. Las medidas posteriores alteraron el papel de los narcotraficantes, quienes, perseguidos y acusados del asesinato del ministro, hablaron desde el exilio de amnistía y diálogo.
En una entrevista divulgada por Televisión Española a comienzos de este año, Carlos Lehder afirmó que estaba dispuesto a dialogar con la guerrilla. El M-19, a través de sus portavoces, se mostró partidario de ello por considerar a la Mafia un factor importante dentro del país.
La droga genera en Colombia más divisas que el café, y nadie puede dudar que su influencia ha afectado a todas las instituciones. Con la Mafia se relacionan desde obispos y sacerdotes hasta políticos, deportistas y artistas.
La comisión de paz, que ha estudiado el fenómeno de la narcoguerrilla, ha llegado a esta conclusión, según explica a EL PAIS Socorro Ramírez, uno de sus miembros: "El hecho de que la guerrilla y la Mafia compartan espacio en un terreno de ilegalidad, muy posiblemente les ha llevado a hacer acuerdos coyunturales que no justifican de ningún modo el que se hable de la narcoguerrilla, o que se hagan campañas en este sentido, como la que ha adelantado la Embajada norteamericana".
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