El estado de sitio en Nicaragua
Desde la declaración de estado de emergencia en Nicaragua, las noticias periodísticas rezuman cierto rechazo, más o menos fronte a la medida, y este periódico no escapó a esa aparente unanimidad. Por la gran estima que tengo de EL PAÍS como defensor de las libertades, no puedo menos que reaccionar contra el editorial Un paso atrás del sandinismo (19 de octubre de 1985).El diario hacía un balance y análisis de este proceso que, por segunda vez en Latinoamérica -luego de Allende en Chile-, intenía abrir un camino al socialismo con libertad y pluralismo, pero sus argumentos de fondo parecían centrados en lo gratuito de la declaración del estado de emergencia, dada la práctica inexistencia de acciones guerrilleras de la contra en el momento actual. Visto así, todo se limitaba a un supuesto relevo o triunfo de la línea dura del sandinismo (intransigente según el editorial) sobre la negociadora" encarnada por quienes creen en Contadora.
Temo que una vez más se mida el acierto o desacierto de la declaración. del estado de emergencia con el rasero abstracto y formal de las democracias occidentales de los países opulentos y no amenazados. Nicaragua tiene que pasar todavía, según esta mentalidad abstracta y ahistórica, un examen de ingreso democrático. Pero ningún país occidental -incluyendo a EE UU cuando la guerra de secesión- ha sido tan ingenuo como para no arbitrar medidas restrictivas de la libertad cuando esa misma libertad ha estado amenazada. ¿No fue con este mismo argumento como EE UU fue tolerano a los Stroessners, los Pinochets o los Marcos? ¿No fue por tales razones que creó y apoyó durante 40 años el somocismo, con su parlamento y elecciones puramente decorativas y formales? ¿No esgrimirá de nuevo estas razones el día que -Dios no lo quiera- puedan instalarse de nuevo los somocstas y otros grupos de la contra en un limitado pluralismo de derechas?
.Hay que tener en cuenta, además, antes de medir con el mismo rasero, que por las distancias geográficas e históricas, los pueblos del mundo rico y del Tercer Mundo son contemporáneos, pero no coetáneos. Y hay que considerar este salto cualitativo democrático que supone el estado de emergencia -porque el estado de sitio es uná medida que prevé nuestra misma Constitución españolacomo algo perfectamente normal
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ante el salto cualitativo que ha dado la guerrilla. Pues estos "guerrilleros de la libertad", como los llamó Schulz en la ONU, han dejado de hostigar las fronteras desde sus campamentos hondureños o costarricenses, y abastecidos con la ayuda humanitaria de Reagan, después de sacarse los uniformes se han infiltrado por todo el país dedicándose al terrorismo directo, al sabotaje, a la tortura y a la intimidación. Han hecho volar por los aires a las madres que iban a recibir los cadáveres de sus hijos, dinamitano el camión que las transportaba. Han cortado los 10 dedos de las manos, arrancado los ojos y mutilando -antes de asesinar a uno de mis mejores amigos civiles de Nicaragua, que pertenecía a una comunidad de base cristiana. Han acompañado a los helicópteros de Reagan que siembran el pánico, la destrucción y la muerte por todo el territorio.
Pero la política exterior de algunos países ha llegado a tal grado de cinismo que ellos no necesitan argumentos de ninguna clase, mientras los sandinistas se han limitado a aplicar su constitución en una situación de grave peligro. Es una medida que muchos hombres y mujeres de la derecha española civilizada aplicarían hoy en Euskadi, aunque se rasguen las vestiduras cuando se trata de Nicaragua.
Pero las comparaciones sólo llegan hasta aquí, porque en Nicaragua se tiene que destinar el 40% del PNB a una lucha defensiva que nadie quiere, se paralizan los cambios por una economía de guerra impostergable y se sacrifica toda una juventud presionada moralmente a defender un mañana que podría ser ya hoy si el Gobierno de Reagan dejara de actuar allí como pirata, saboteador y amigo de los terroristas.-
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