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La visita de Shultz a Moscú

THE WALL STREET JOURNALEl jefe del partido soviético, Mijail Gorbachov, saludó al secretario de Estado, George Shultz, en Moscú señalando que la falta de entendimiento procede del desconocimiento. Pero en los días pasados, rusos de todas clases han aumentado el conocimiento en Estados Unidos acerca del comportamiento de los propios rusos. Esperemos que esto mejore la mutua comprensión. ( ... )El más interesante de todos es, naturalmente, el de Vitali Yurchenko, que se zafó de dos agentes de la CIA con los que estaba cenando en un restaurante de Washington y regresó a la Embajada soviética. La embajada se sintió tan feliz con este acontecimiento, que convocó una conferencia de prensa para que Yurchenko contase sus aventuras a los periodistas americanos y soviéticos. ( ... ) Los espectadores quedaron perplejos, preguntándose si todo estaría preparado desde el principio o si de verdad sufrió Yurchenko un desengaño en un asunto amoroso en Occidente. ( ... )

Todo esto nos recuerda la vuelta del periodista soviético Oleg Bitov. Ciertamente, Bitov había sido enviado a Italia para escribir una serie de artículos para la Literaturnaya Gazeta acerca del complópara asesinar al Papa. Además de desertar, formó parte de la campaña de desinformación para limpiar. la imagen del búlgaro Sergel Antonov. Reapareció más tarde en Moscú para contar una historia de secuestro y drogas, y de cómo fue obligado a firmar declaraciones en contra de su voluntad.

Hablando de los periodistas soviéticos, cuatro de ellos se propusieron dar a su pueblo al volver una mejor comprensión del presidente Reagan y terminaron por proporcionar a los americanos una, mayor comprensión del poriodismo soviético. ( ... ) Omitieron, por ejemplo, su observación de que el Ejército rojo había instalado el régimen al que ahora apoya en Afganistán, así como la oferta de compartir con los soviéticos la tecnología de defensa nuclear que desarrolla Estados Unidos. ( ... )

En suma, los americanos han sido testigos de una serie de episodios en que el don ruso para el desconcierto raras veces ha quedado tan perfectamente demostrado, excepto tal vez en las obras de Chejov y Dostoievski.

, 7 de noviembre

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