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Hacia una diplomacia común europea

El Ministerio de Asuntos Exteriores español recibe un 10% más de información desde la adhesión a la CEE

La entrada de España en Europa ha empezado ya a producir sus primeros efectos en el viejo palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio español de Asuntos Exteriores. Los aproximadamente 55.000 despachos que cada año se reciben en el viejo caserón que hasta el siglo XVII fue prisión de corte se han incrementado en un 10%. La razón es el enganche efectuado con la red Coreu (correspondencia europea), a través de la cual los diez -pronto los doce- se intercambian información política e iniciativas.

La cooperación diplomática con los otros 11 países de la CEE -con la que, en última instancia, se pretende lograr una política exterior comun europea- surtirá también sus efectos sobre las representaciones españolas en el exterior, y no sólo en cuestiones de información: los embajadores españoles podrán acceder, en caso de necesidad, los sistemas de transmisión de otros países, a sus medios de seguridad y, eventualmente, usar las cámaras sordas de sus mejores dotados colegas europeos para evitar que las conversaciones más confidenciales, lleguen a los oídos de los servicios secretos de países rivales.El pasado 1 de septiembre, España y Portugal obtuvieron el status de observadores en las reuniones del Comité Político europeo. Hasta el 1 de enero, los delegados de ambos países no ocuparán los asientos que, en orden alfabético, se reparten en una mesa en forma de U, y, por el momento, tienen que contentarse con una mesa auxiliar puesta en el lugar que le correspondería a una tilde.

Desde comienzos de septiembre, cada mes, el secretario general político del Ministerio de Exteriores, Máximo Cajal, y el subdirector general de Cooperación Política Europea, Carlos Vinuesa, se reunen con sus. homólogos de la CEE en las reuniones del Comité Político que tienen lugar en la capital de turno de la Comunidad. La cooperación política europea -que tiene ya tres lustros de antigüedad- pretende "armonizar las políticas exteriores de la CEE", según la terminología usada por Vinuesa.

A la espera de una política exterior común europea, los diez han creado un embrión de diplomacia comunitaria forzando la cooperación entre sus ministerios de Asuntos Exteriores. Una de las claves se encierra en la palabra Coreu: un sistema de comunicaciones vía télex, centralizado técnicamente en La Haya, que une desde hace cinco años a los países de la Comunidad y al que se han conectado ya España y Portugal.

Corresponsales europeos

A cargo del Coreu se encuentran en cada país los diplomáticos encargados de la cooperación política europea. Los corresponsales europeos, como se llaman a sí mismos, han terminado formando una especie de club familiar de personas que se tutean y mantienen abundantes contactos telefónicos. Desde cada uno de los países europeos se lanzan a través del Coreu iniciativas o informes. Todos los mensajes están redactados en inglés o francés y son cifrados antes de pasar por el circuito.De este modo, cada uno de los países de la CEE está al tanto de buena parte de las informaciones que obtienen los otros y también de las iniciativas que cada uno de ellos piensa tomar sobre un asunto concreto. Las iniciativas -que se comunican con la pretensión de coordinarlas en la medida de lo posible- pueden tratar temas tan diversos como la ayuda a los damnificados por el terremoto de México o las presiones humanitarias sobre el Gobierno surafricano.

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Cada año, la red Coreu envía de 5.000 a 6.000 mensajes. Todos ellos son fotocopiados y repartidos a las direcciones generales de cada Ministerio que tiene competencias sobre los temas tratados y a las embajadas de los países comunitarios acreditadas ante cada Ministerio. Los ministerios se comprometen a dar a estos textos tratamiento confidencial.

Pero no es éste el único sistema de información que mantiene unidos a los países comunitarios Cada vez que un jefe de Estado o de Gobierno de la Comunidad -o incluso un ministro de Exteriores- visita un país de fuera de la CEE, informa de sus gestiones y averiguaciones al resto de los países miembros.

El pasado mes de agosto, durante la visita a Rabat del ministro español de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez, España participó por primera vez en este intercambio: Fernández Ordóñez se reunió en la capital marroquí con todos los embajadores de la CEE. Los embajadores de España en otros países asisten ya también a los encuentros que dirigentes de otros países de la CEE ofrecen en similares circunstancias, accediendo de este modo a un volumen de información que el propio Fernández Ordóñez ha calificado de "valiosísimo".

Las embajadas de los países de la CEE tienen además otras fórmulas de cooperación: cada mes celebran reuniones, y una directiva de marzo de 1983 les obliga a intensificar el intercambio de información política y económica y a cooperar en 17 campos diversos, que van desde la cooperación cultural o de ayuda al desarrollo hasta el establecimiento de planes comunes para situaciones de crisis. Las embajadas de los países de la CEE están igualmente obligadas a prestarse, en caso de necesidad, medios de transmisión o sistemas de seguridad y a presionar conjuntamente sobre las autoridades locales en los problemas prácticos que se les presente.

Además del Comité Político, otras instancias de la CEE se encargan de la cooperación política: cada medio año se reune el Consejo Europeo, integrado por los jefes de Estado o de Gobierno de los países de la CEE y, al menos cada dos meses, los ministros de Asuntos Exteriores. Continuamente, diversos grupos de expertos se reunen para elaborar los informes que aprobará el Comité Político en sus reuniones mensuales.Los expertos se ocupan de un amplio abanico de temas que va desde las cuestiones de Naciones Unidas hasta los problemas africanos, pasando por la seguridad europea, el desarme, los países del Este, Oriente Próximo, la no proliferación de armas nucleares, el diálogo euro-árabe, las cuestiones consulares, el terrorismo o las inmunidades diplomáticas.

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