Delicada y morosa reconstrucción
Como un teatrito recortable, con unos muñecos casi estáticos, el director de escena Sergio Vartolo ofrece una versión reconstruida de lo que podría haber sido una representación de una ópera de cámara a principios del XVIII: cámara en el sentido más directo de la palabra, porque este Narciso, de Scarlatti, se creó para el escenario de una habitación de una reina en el exilio María Casimira de Polonia, en Roma).El cuento de Narciso y la ninfa Eco está como ilustrado para un libro infantil, iluminado y vestido con esa misma ingenuidad de colores. Para animar su lentitud, los intermedios los cubren personajes de la commedia dell'arte, viejo recurso también del teatro -en la España del siglo de oro, los entremeses, jácaras o bailetes ayudaban a distraerse al público-; dichos en dialecto, la zafiedad de lo popular supone un contraste con la delicadeza amorosa del arte principal.
Es una representación primorosa, delicada y elegante, con buenos valores históricos y museates. Sin embargo, pero la distancia con un público poco acostumbrado a este teatro lento y largo es demasiada para que pueda considerarse como soportable en su totalidad. Muchos espectadores, conscientes de nuestras limitaciones culturales y de nuestro desgaste psicológico, nos conformamos con lo visto y oído en dos primeras partes, después de dos horas y media de atención.