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EE UU pide a la banca 20.000 millones de dólares de ayuda para las naciones endeudadas

El secretario norteamericano del Tesoro, James Baker, desveló ayer su esperado plan de asistencia a las naciones más endeudadas del Tercer Mundo, consistente en la aportación voluntaria por parte de la banca privada internacional de 20.000 millones de dólares de dinero fresco durante los próximos tres años. Mucho más modesto de lo esperado, el plan Baker exigirá también una serie de reformas institucionales en el Banco Mundial y otras agencias de asistencia multilateral, de forma que puedan añadir otros 9.600 millones de dólares al mismo propósito.

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James Baker presentó su propuesta, que hizo coincidir con la apertura formal de la 40ª Asamblea Anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial que tiene lugar en Seúl, como un partido con tres jugadores que necesitan entenderse para que tenga éxito.Se trata de las naciones deudoras, las agencias multilaterales de asistencia (FMI, Banco Mundial, etcétera) y la banca comercial privada. Los primeros, dijo Baker, tendrán que aportar "políticas económicas serias" orientadas a "promocionar el crecimiento y el ajuste de las balanzas de pago y a reducir la inflación". Los segundos, incrementar su ayuda en un 50% sobre los actuales niveles (hasta un total de 9.600 millones), y en tercer lugar, la Banca Mundial debe confiar en la solución a medio plazo de los problemas de endeudamiento del Tercer Mundo y aportar 20.000 millones de dólare3 de dinero fresco a las naciones más endeudadas de menos ingresos.

En ningún momento James Baker explicó cómo piensa convencer a la banca privada para que cambie su política crediticia con el Tercer Mundo, después de tres años de insistentes consejos de la Administración Reagan para que modere su política anterior. Tampoco dijo de dónde van a sacar las agencias multilaterales de asistencia el dinero que necesitan para incrementar en un 50% su capacidad crediticia, sobre todo después de reiterar que Washington se opone al incremento del capital del Banco Mundial. Y, por último, tampoco explicó cómo se conjugan técnicamente políticas de crecimiento en el Tercer Mundo con ajustes en sus cuentas externas y políticas antiinflacionistas.

Con todo, la mayoría de los delegados y expertos consultados estiman que el plan Baker significa un profundo cambio en la anterior estrategia de Washington de cómo lidiar el problema de la deuda exterior del Tercer Mundo. Pero añaden que el mencionado programa se ha quedado corto en relación a las expectativas creadas durante los días previos a su anuncio.

Washington toma las riendas

Es significativo que el importe global del plan Baker coincida con las necesidades de refinanciación de la deuda externa de los 15 países más endeudados del Tercer Mundo (unos 27.000 millones de dólares) durante los próximos tres años. El propio secretario del Tesoro lo reconoció al señalar que de esos 27.000 millones sólo 18.000 estaban asegurados por los canales habituales, y que el resto habría que buscarlo instrumentando nuevos mecanismos.Washington persigue con la nueva política tranquilizar a las entidades bancarias y a los Gobiernos deudores de que no piensa permitir el default (quiebra) de ningún país y mucho menos el de uno de sus grandes bancos. Por ello, a la Administración norteamericana le gustaría también que la Reserva Federal introdujera cambios en su inflexible normativa sobre fallidos, al fin y al cabo el verdadero talón de Aquiles del problema de la deuda.

También existe otra interpretación, avalada por delegados de naciones del Tercer Mundo, sobre la iniciativa de Washington: se trataría de un intento previsor de la Administración Reagan de contener las exigencias, cada vez más fundamentadas técnicamente, para una condonación general de la deuda del Tercer Mundo. "Si a los Gobiernos les das la esperanza de que algún día podrán pagar sin grandes traumas sociales, evitas que caigan en manos de la desesperanza y abracen políticas extremas como las de Fidel Castro o la del moderado Alan García".

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