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La apertura del palacio de Villahermosa

El Museo del Prado inaugura su ampliación con la pintura napolitana desde Caravaggio a Giordano

La reina Sofia inauguró ayer tarde en Madrid la muestra Pintura napolitana del siglo XVll, de Caravaggio a Giordano, con la que abre sus puertas al público el palacio de Villahermosa, recientemente adquirido por el Ministerio de Cultura e incorporado al Museo del Prado, dentro del plan de ampliación del conjunto museístico. Aunque la decisión del destino definitivo de Villahermosa, dentro del conjunto del Prado, depende del futuro patronato del museo, podría ser finalmente sede de un museo dedicado a la figura de Goya y la pintura del siglo XVIII. Diversas fuentes especializadas consultadas discrepan a la hora de valorar el tipo de reformas a que obligaría la adaptación a la función museística del palacio de Villahermosa y el volumen de costes que ello podría suponer.

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Ideas sobre el espacio

La exposición, de la que ha sido comisario el propio director del Museo del Prado, Alfonso Pérez Sánchez, prestigioso especialista en el período del barroco napolitano, propone una visión renovadora de muchos aspectos de ese período fundamental de la historia de la pintura europea. España posee uno de los primeros patrimonios mundiales en pintura del barroco napolitano. Entre los pintores expuestos se encuentran Vaccaro, Ribera, Stanzione, Ruoppolo, Salvator Rosa, Recco, Preti y Giordano.El hecho de que la mayor parte de las 163 obras que reúne la muestra procedan de nuestro coleccionismo público y privado ha permitido, durante el proceso de elaboración de la exposición, establecer significativas aportaciones críticas a la corriente internacional de interés por el barroco napolitano.

Amplia superficie

El palacio de Villahermosa, sede de la exposición, fue adquirido en 3.485 millones de pesetas, cifra de la que, según declaró recientemente el propio ministro de Cultura, Javier Solana, debería deducirse la de la cuantiosa deuda que la Banda López Quesada, anterior propietaria del edificio, tenía contraída con el Estado.

Ubicado en el paseo del Prado, a la altura de la calle de Zorrilla, el edificio posee una superficie útil de 20.000 metros cuadrados, porto que su anexión al Museo del Prado -que hasta ahora contaba con unos 21.000 metros cuadrados, con la suma del edificio de Villanueva y El Casón- supone un incremento en términos de espacio del ciento por ciento. Construido en 1805 sobre un viejo caserón barroco, el palacio de los duques de Villahermosa fue realizado por el arquitecto Antonio López Aguada, retomando aspectos fundamentales de un proyecto anterior de Silvestre Pérez.

López Aguado -autor, entre otras obras, de la Puerta de Toledo y del proyecto inicial del Teatro Real- fue discípulo de Juan de Villanueva, hecho que resulta palpable en la concepción del proyecto Villahermosa y que establece un cierto lazo conceptual entre el palacio y el Prado histórico. Tras un cierto período de abandono, el palacio fue adquirido a principio de los años setenta por la Banca López Quesada, que estableció en él su sede.

Con tal motivo, el edificio sufriría un drástico proceso de remodelación.a cargo del arquitecto Fernando Moreno Barbera. En dicho proceso se conservan las fachadas pero se procede a la total demolición interior.

La idea de utilizar el palacio de Villahermosa como elemento de ampliación del Prado no es nueva. Según recuerda Alfonso Pérez Sánchez, fue una aspiración defendida por muchos de sus antecesores.

Con todo, en su célebre ciclo de conferencias Pasado, presente y futuro de! Museo del Prado, realizado en la Fundación Juan March en marzo de 1976, Pérez Sánchez no citaba a Villahermosa entre los edificios nobles que podrían permitir una ampliación idónea de las dependencias del Prado, centrándose entonces en ejemplos como el Museo del Ejército, el antiguo hospital de San Carlos, el cuartel del Conde Duque, el convento de ¡es Comendadoras de Santiago y el pabellón Villanueva del jardín Botánico.

La oportunidad de la incorporación del palacio Villahermosa al Prado, a la que actualmente asistimos, viene respaldada, según el director del museo, por numerosas razones. Así, el aumento de superficie, su carácter

de edificio noble, su semejanza formal y su proximidad física al Prado tradicional.

En base a su estado actual, tras la reforma de Moreno Barbera, la adaptación a su nueva función museológíca no implicaría -siempre según Pérez Sánchez- transformaciones de gran envergadura.

El destino definitivo de Villahermosa como dependencia del Prado deberá ser fijado por el futuro patronato del museo. Con todo, el profesor Pérez Sánchez no oculta, como ha manifestado en diversas ocasiones, su deseo de que Villahermosa albergara una unidad museística dedicada a la figura de Goya y la pintura del siglo XVIII, unidad que, por su capacidad de atracción, podría absorber una parte fundamental del volumen de público que actualmente debe soportar básicamente el Prado histórico.

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