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El caso del gente desastrado

Se parecía más a Oliver Hardy, el gordo de las películas, que a James Bond. Si sus superiores en los servicios de contraespionaje hubiesen hecho caso al vecindario, a estas horas la República Federal de Alemania no lamentaría lo que se califica como "la mayor catástrofe de la historia de sus servicios secretos". A sus 48 años, Hans Joachim Tiedge era la antítesis de un jefe de grupo del servicio de contraespionaje y, por supuesto, todo lo contrario del ideal prusiano del funcionario ejemplar.Su vecino de la casa unifamiliar de un barrio de Colonia, el coronel retirado Hans Troemmer, de 61 años, ya lo había advertido hace tiempo. Ante las cámaras de televisión, Troemmer declaró que él escribió al Jefe de la Oficina de Protección de la Constitución para denunciar las deudas y el estilo de vida del hombre que se pasó al Este, porque "era un riesgo para la seguridad". En la Prensa de ayer, el vecino del fugitivo se indigna: "A cada pequeño funcionario o soldadito hace tiempo que se le habría enviado a la nevera, pero aquí un bebedor se queda hasta el último momento en un puesto arriesgado. ¿Dónde ocurre un caso así?".

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Casi 400.000 pesetas mensuales, que se quedaban en 270.000 netas, tras pagar los impuestos y seguros sociales, ganaba Tiedge, pero sus deudas ascendían ya a casi 14 millones de pesetas. Cuan do la policía entró el viernes en la casa del funcionario huido encontró una increíble cantidad de porquería: restos de comida encima de la mesa, bolsas de basura por doquier y sobres sin abrir con facturas impagadas que alcanzaban un importe de 35.000 marcos (casi 150.000 pesetas). Las tres hijas de Tiedge, de 18, 17 y 15 años, echaron de menos a su padre desde el domingo pasado, pero parece que sus desapariciones eran frecuentes. La mujer de Tiedge, una profesora gordita, murió en julio de 1982 en circunstancias extrañas. La versión oficial dice que cayó en el cuarto de baño de la casa en una noche de juerga, se golpeó con el canto de la bañera y un coágulo de sangre le causó la muerte. El vecindario rumorea, sin embargo, que la lesión que mató a la pobre mujer fue la consecuencia de un golpe que le atizó el hoy huido al Este con una fuente de espagueti. Tiedge era un clásico borracho de cerveza. Se dice que una caja de cerveza al día era su dosis habitual.

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