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Agur, maestro

Antoñete, Antonio Chenel, se, despidió ayer de la afición bilbaína, y prefirió aparecer en la capital con 24 horas de antelación a su última corrida en la plaza de Vista Alegre. Este admirador de Juan Belmonte, que tomó su alternativa en el año 1952 y actualmente tiene la mano izquierda casi inutilizada a raíz de una intervención quirúrgica, dice que si se pudiera modificar el reglamento taurino preferiría los toros un año más jóvenes, que nunca se apartará del mundo de la tauromaquia, que le apasiona, y que su agitada vida sentimental le ha influido, en momentos decisivos, antes de salir a lidiar un toro. Nacido un 24 de junio, casi al calor de las fogatas de san Juan, el maestro, regido por el acuático signo de Cáncer del horóscopo astral, no oculta su sensibilidad al hacer un recuento fugaz de su vida profesional, en el curso de una entrevista-charla que se desarrolla en el céntrico hotel de la ciudad bilbaína en donde está hospedado. Este hombre, parco en expresiones, de conversación lenta y confidencial, habla casi como torea. Pausado, metódico casi con ritmo. Ha tenido fama de juerguista y mujeriego, pero señala que no ha sido un hombre afortunado en el terreno amoroso. Tras su separación sentimental ha mantenido importantes y fuertes idilios, pero "al final las mujeres siempre me han dejado No sé si se debe a mi difícil carácter o a esta profesión que requiere mucha comprensión y amor en tu entorno".

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Casta torera de José Antonio Campuzano

Recuerda con cariño su último paseíllo en Pontevedra, donde además de conseguir tres orejas y un rabo -"ahora ya no se dan tantos rabos como antes"- la afición le cantó Adiós con el corazón a la vez que le pedía que no se retirara. "En Tolosa también me demostraron mucho cariño", comenta en tono modesto; "era el 24 de junio y me cantaron Cumpleaños feliz en euskera; fue muy emocionante".

A Antonio Chenel le brota su afición taurina en cada reflexión, en voz alta, al referirse a su futuravida a partir del año que viene. Continuará cerca del que ha sido siempre su mundo. No será ganadero, pero acudirá a las corridas.

Al maestro no le duelen prendas reconocer que volvió a torear porque se encontraba arruinado y necesitaba dinero. Sin embargo, tras haber recuperado un reconocimiento por parte del público que para sí lo quisieran algunos jóvenes toreros, se muestra orgulloso de su última temporada. Ayer contabilizaba las ferias que le faltan, desde la misma tarde de ayer, para despedirse definitivamente del mundo del toreo. Será en las Ventas, el 16 de septiembre. El adiós, si es cariñoso, no le asusta; le encanta, le emociona, no se imagina las escenas que le aguardan. Tan sólo quiere no defraudar y retirarse por la puerta grande.

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