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Una mala fama ganada a pulso

., Si la efectividad de los servicios secretos se mide por su discreción, éste no es el caso de los franceses. Sus acciones en los últimos tiempos tienen tendencia a ocupar las primeras páginas de los periódicos, y la fama les viene de lejos. Antes de la llegada de los socialistas al poder, la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE), o la piscina -nombre con el que se conoce el edificio parisiense donde se aloja-, era conocida como un nido de fortachones espías barbudos un tanto brutos. Cuando Mitterrand llegó al Elíseo quiso cambiar su estructura y sus maneras, e intentó transformarlo en un servicio de inteligencia a lo anglosajón, para lo que se le dotó de material electrónico sofisticado.

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Además, como primera medida para disociarla de la larga lista de escándalos en los que se había visto envuelta, se le cambió su antiguo nombre de Servicio de Documentación Exterior y de Contraespionaje (SDECE) por el actual.

No le faltaba razón a la opinión popular ni a los socialistas, ya que, entre otras chapuzas menores, los servicios secretos franceses arrastraban su mala fama a causa de dos casos famosos.

-El 22 de octubre de 1956, agentes del SDECE obligaron a un aterrizaje forzoso al superconstellation del rey de Marruecos, Mohamed V, en el que viajaba el líder de la revolución argelina Mohamed Ben Bella. El secuestro produjo un grave deterioro en la imagen de Francia en el extranjero y fue juzgada por los propios políticos franceses como nefasta.

Pocos años después, el 29 de octubre de 1965, repetían. El dirigente de la oposición marroquí, Mehdi Ben Barka, fue secuestrado en el centro de París por dos agentes del SCEDE: Antoine Lopez y Marcel Le Roy. El escándalo llegó también hasta las alturas y provocó la disolución del llamado Servicio 7 y la destitución del director del SDECE, Paul Jacquier, quien fue sustituido por el general Gibaud.

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Aparte de estos dos prístinos ejemplos, el espionaje francés posee una lista de chapuzas de difícil parangón. En África, continente en el que la peculiar descolonización francesa sigue necesitando este tipo de pequeñas ayudas, está aun reciente la muerte por envenenamiento del dirigente de la Unión Popular de Camerún, Félix Moumié, así COMO múltiples intentos fallidos de desestabilizar el régimen de Seku Ture, en Guinea, según recuerda estos días sin pudor la propia prensa francesa.

La más reciente hazaña de los servicios secretos franceses fue la organización de un grupo de 30 mercenarios que acudieron en ayuda del presidente chadiano Hissène Habré contra las tropas de su rival Gukuni Uedei. Los mercenarios tuvieron que ser evacuados en el último momento. En este caso la apariencia quedaba a salvo. El organizador de la operación era un tal René Dulac, que actuaba contratado por la Embajada de Chad en París. Se trata del mismo René Dulac que varios medios de comunicación acusan de haber preparado desde Londres el atentado que mercenarios de su entorno llevaron a cabo contra el Rainbow Warrior.

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