José María Sumpsi
Un ingeniero catalán es el encargado de realizar la reforina agraria auspiciada por la Junta de Andalucía
José María Sumpsi Viñas, un catalán de 36 años y de extracción puramente urbana, tiene encomendada la tarea de hacer la reforma agraria en Andalucía. A pesar de las añoranzas que le crea el distanciamiento de Madrid, donde había organizado felizmente su vida en torno a una familia y una cátedra, cosas ambas cuya lejanía acusa, trabaja al frente de 2.300 funcionarios en busca de unos resultados que quizá irriten a los eternos terratenientes y no satisfagan del todo a los eternos desheredados. Pero él cree en lo que hace.
Nacido en Barcelona el 7 de diciembre de 1948, en el seno de una familia pequeño burguesa, no tuvo en su infancia contacto alguno con el campo. Fueron las primeras noticias sobre la CEE y el Tratado de Roma lo que le animaron, cuando dejaba de ser un adolescente, a interesarse por el tema de la economía agraria y a elegir el estudio de ingeniero agrónomo.A raíz de ahí empieza una intensa vida universitaria, ligada siempre a la Escuela de Agrónomos: es sucesivamente ayudante, adjunto, agregado y, finalmente, catedrático de Política Agraria, condición que alcanza hace cinco años. Simultáneamente, va interesándose por la política, sensibilizándose con las injusticias sociales, aunque sin ingresar en ningún partido. Tanto el PCE como el PSOE echan mano de él para redactar los capítulos de política agraria de sus respectivos programas y eso le va introduciendo en el ambiente político. También viaja en ocasiones hacia Andalucía, para hacer un estudio o dar una conferencia.
Así que no fue extraño que cuando el consejero de Agricultura de la Junta se encontró en la necesidad de respaldar el anuncio hecho por Escuredo de que se iba a hacer, por fin, la reforma agraria en Andalucía, echara mano de Sumpsi. Primero, para el equipo redactor del proyecto. Luego, para ponerle al frente del Instituto Andaluz de la Reforma Agraria.
Ahora, este hombre tiene la obligación de ahogar las añoranzas de su cátedra y de adecuar a finales del siglo XX una expresión que quizá no debió ser desenterrada: "Hablar de reforma agraria quizá haya sido nuestro mayor pecado, y también va a ser la causa de nuestra mayor penitencia. Pero eso no quita para afirmar una cosa: lo que va a salir de todo esto se va a parecer más a lo que se entiende secularmente por reforma agraria de lo que muchos se creen". Están en preparación, varios decretos de actuación para las cuatro comarcas en las que hasta ahora se han puesto en marcha las ideas de Sumpsi y su equipo: "Este otoño podremos ver los primeros efectos. Quizá, algunos se sorprendan".
En este tiempo, Sumpsi ha conocido más de cerca un esquema empresarial caduco, basado en técnicas de contabilidad arcaicas. Junto a buenos empresarios ha conocido a otros que aprovechan las facilidades que el campo ofrece para camuflar ganancias y pérdidas y escapar así a Hacienda. Sabe que en el campo andaluz existen entre 150.000 y 200.000 personas sin trabajo o con trabajo eventual insuficiente, pero reconoce que no hay solución para éstos: "La buena aplicación de la ley puede resolver la pérdida de empleo agrario en el futuro. Pero crear empleo es imposible."
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