Coleccionistas de oportunidades
A José Fuentes y Manolo Cortés les salieron toros buenos y los torearon mal. Otra oportunidad perdida. En el mundillo taurino suelen decir: "Tiene más oportunidades que Fuentes". Ahora hay que añadir a Manolo Cortés. Los dos son coleccionistas de oportunidades; de toros nobles que se les escapan al desolladero con las orejas puestas.Los toros nobles descubren a los toreros malos; otro axioma taurino. Este no es el caso, sin embargo. Fuentes tiene oficio y Cortés añade estilo, como demostró ayer en unos derechazos de dibujo a su primero. Fueron casi los únicos muletazos artísticos de la tarde, porque los de Pepe Luis Vargas resultaron más emotivos que bellos.
Si Fuentes y Cortés dejaban vírgenes de toreo toros nobles, es preciso deducir que las oportunidades ni les sirven ni las desean, en tanto una multitud de compañeros darían lo que fuera por pisar Las Ventas alguna vez.
Plaza de Las Ventas
30 de junio.Cinco toros de Martínez Benavides, bien presentados, mansos. Cuarto, sobrero de Sánchez Cobaleda, con trapío, flojo, bravo y noble. José Fuentes. Media tendida, pinchazo hondo y estocada corta (silencio). Media caída (silencio). Manolo Cortés. Media muy baja (silencio). Estocada corta atravesada -aviso- y pinchazo sin sacar la espada anterior (bronca). Pepe Luis Vargas. Estocada delantera, dos pinchazos y media baja (aplausos y saludos). Media y dos descabellos (ovación y saludos).
Fuentes, con la suave nobleza del cuarto, daba sensación de incapacidad. El toro había sido protestado por cojo pero, invalidez aparte, era hermosísimo; un animal de estampa, armonioso, guapo, cornivuelto y astifino. Tomó las varas con bravura, se arrancaba alegre y obedecía boyante al engaño. El engaño de Fuentes, sin embargo, constituía más bien trampa: lo dejaba atrás, adelantaba el pico, aguantaba poco, no templaba nada. El primero de Fuentes también resultó manejable, aunque al torero le inquietó su temperamental viveza, y se alivió cuanto pudo.
Las mismas ventajas utilizó Cortés. No tanto en el segundo, cuando interpretó el apunte de toreo exquisito, si bien para muletearlo necesitó medio ruedo. Al quinto le obligó en unos ayudados pintureros por el pitón izquierdo. Ese era el lado noble del toro y Cortés ensayó de inmediato el natural. Lo ensayó, para nada; para esperar que llegara la embestida, en lugar de adelantar el cite; abusar del pico, enmendarse, dejar que el toro le punteara el trapo.
Enfadó al público con este antitoreo, que es indigno de su fama, y acabó encrespándolo cuando, sin sacar el estoque que había hundido en su primer intento de matar, clavó otro, con feo estilo. Un toro con dos estoques en el cuerpo da imagen nefasta y, naturalmente, condena al autor de la fechoría. Cortés acabó ayer con el poco cartel que le quedaba en Madrid.
Otro buscador de oportunidades es Pepe Luis Vargas y debería eliminar este complejo porque cede torería en beneficio del alarde. Será por el prurito axiomático de romper, que ha puesto de moda la mediocridad de los taurinos. El tercero se colaba y le aguantó gañafones con tan espeluznante temeridad, que cuando acabó la faena hubo en el tendido un profundo suspiro de alivio.
El sexto ya era género manejable y empezó de rodillas, para espantar a la afición. Por este empeño de protagonizar presuntos conatos de suicidio, limitó las posibilidades de torear al gusto sevillano. Cuando lo intentó, se vió que sabe hacerlo, incluso con arte, pero ya el toro tenía pocos pases. Sería una verdadera lástima que, por la obsesión de romper, se perdiera para el toreo bueno y los carteles caros este ecijano pequeñín, vocacional y valiente.
En la tarde de las oportunidades destacó el veterano subalterno José Castilla, siempre eficaz en la brega. Coronó su actuación con un oportuno quite a un compañero, en el sexto toro. Le ovacionaron con fuerza y si no saludó fue porque el matador no le dio permiso. La rutina manda que, sin permiso del diestro, el peón no se desmontere. A esta fiesta le sobran rutina y recomendaciones.
Babelia
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