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Reportaje:

Las 'nuevas catedrales' de Extremadura

Alcántara, entre los monumentos y los kilowatios

Cesidio Villalba, el administrador, dice que "esto son las catedrales modernas". Esto, en el caso que nos compete, es la central hidroeléctrica José María Oriol, ubicada en las inmediaciones de Alcántara, un pueblo que parece construido de silencio y de una belleza misteriosa que tuvo 8.000 habitantes cuando se construyó la presa referida y que ahora se conforma con 3.000, y sin quiosco de periódicos.

En el pueblo en el que, a finales de mayo pasado, comieron perdices , en la barra del bar Gundín, Felipe González y su homólogo portugués, Mario Soares, se asienta el conventual de San Benito, casa matriz de órdenes militares, reliquia arquitectónica que, gracias a las "catedrales modernas", ha revivido, y donde Franco, los reyes Juan Carlos y Sofía, Felipe Gónzález o el conde de Barcelona, han podido alimentar el espíritu sin olvidar el cuerpo.La central hidroeléctrica de Alcántara, o la presa, como la han bautizado aquí la primera de España y una de las cuatro de cabecera en el mundo, es un monstruo mágico: su capacidad de embalse es de 3.300 millones de metros cúbicos, lo que, dicho de manera más simpática, equivale a 850 litros de agua para cada una de las bocas sedientas de los habitantes de la tierra. La presa-catedral, en última instancia, se reduce a cuatro grupos hidráulicos, y cuando esos monstruitos funcionan a la vez se encienden alrededor de 17 millones de bombillas de 60 vatios.

Las tripas de la presa, es decir, de este modelo de "catedral moderna", de acuerdo con el cicerone Villalba, son una especie de enjambre multicolor, de plástica abstracta, vertical, rematada por las bornas de enlace de la salida de la energía del transformador a la línea de 400 kilovatios.

La magia de la construcción de la energía hidroeléctrica, en esta "catedral moderna", alcanza las cimas de una especie de mística exagerada, borracha, en sus entrañas, porque la presa no es maciza y sus cavidades desbordan la imaginación de los profanos: las bóveda de estos huecos cataclismales, en cada uno de los cuales cabe la Telefónica de Madrid; emocionan como una escultura inspiradora dla hermosura; inquietan como lo que son, el vacío, cuando se con templan sus 90 metros de altura recuerdan la posibilidad de la fabricación en serie de catedrales abstractas. El eco de las conversaciones se prolonga indefinidamente y los visitantes se sienten convidados a la humildad y al temblor. Existe, imperceptible casi, un captor de cualquier movimiento, o respiración a destiempo de la presa, y por unos segundos desaparecen los miedos, porque es fácil imaginar un médico que chequea cada instante de la vida de este monstruo-presa, cuyo interior fascinan te uno de los presentes define como el sagrario del arte puro, donde se esconden las ostias de los días de fiesta de la catedral, o como las raíces "del progreso que nos da de comer, de beber, que nos lleva de fin de semana, que nos paga el coche o, en resumen, que nos financia el progreso", concluye otro visitante de la "catedral moderna" de Alcántara, matasellada por la cruz-flor lisada de la orden militar de este mismo lugar y, a renglón seguido, por el lema de la época de su construcción: "Franco, Caudillo de España".

La "catedral moderna" de Alcántara ha sido la inyección salvadora de otra catedral histórica, el conventual de San Benito, hoy uno de los orgullos del patrimonio monumental extremeño y, hace pocos años relativamente, establo propiedad de un particular. Los ingresos de la presa de Alcántara permitieron la creación de la Fundación de San Benito de Alcántara con la participación de la Diputación de Caceres, el Ayuntamiento y las órdenes militares. La fundación compró el establo, comenzó por sacar 40 camiones de estiércol y así pudo restaurar el monumento que fue morada de los maestres de Alcántara, vividores y santos, como lo probó uno de ellos en el siglo XVIII, que, fiel a sus votos de castidad, de obediencia y de pobreza, tuvo 49 hijos naturales; de todas maneras, a cada una de sus barraganas (queridas) les dejó como herencia 1.500 hectáreas de terreno. Quedó marginada la iglesia del conventual, pero actualmente la restaura Bellas Artes.

Este conventual sirve hoy de lugar de reposo, o de trabajo, o de placer, a los mandatarios del Estado y a sus invitados: a finales del pasado mes de mayo, el presidente González y su colega lisboeta Soares, durante más de tres horas en el llamado Patio Azteca (por su aspecto), en dos sillas simplemente, frente por frente, charlaron y seguramente, divagaron sobre la suerte del mundo, y de su suerte González durmió aquella noche en la habitación que fue del maestre de la orden de Alcántara; desde la cama, aquellos santos y vividores oían misa por la mañana, a través de la reja que les comunicaba con su capilla particular. En el refectorio del conventual han dormido Franco, don Juan y los reyes Juan Carlos y Sofía; estos últimos fueron advertidos cuando acababan de salir de la cama y abrieron las puertas de su habitación, porque el obseso del pueblo, que vivía en una casa frente por frente, desde su corredor, acechaba la aparición de la Reina o del Rey en paños menores o indiscretos.

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La "catedral moderna" de Alcántara alivió las necesidades de su hermana del siglo XVI, y al Ayuntamiento de Alcántara, sin ir más lejos, le da una propina de 85 millones de pesetas todos los años, lo que representa 35.000 pesetas por vecino. Las demás hidroeléctricas extremeñas, más la central nuclear de Almaraz, que representan la mayor potencia energética nacional (y no regional, como suspiran los extremeños), en términos económicos, son algo así como la sopa boba extremeña de la tercera revolución industrial: en la época de las órdenes militares, los vecinos de Alcántara acudían al convento, donde, con un cazo, se les repartía la sopa. Hoy, Extremadura recibe, como canon por toda la energía que reparte en España y en varios países europeos, alrededor de 4.000 millones de pesetas. Ésta es la sopa boba de la riqueza que se elabora aquí con nada (50 empleados en la presa de Alcántara) y que, dicen algunos en su propia tierra, "es lo que continúa haciendo de nosotros haraganes que vivimos de eso y de la gloria que nos legaron los conquistadores; somos unos rentistas de tres al cuarto". No tardando, la sopa aumentará, ya que otras cuatro presas o embalses, una de ellas la mas potente del mundo posiblemente, aumentarán los ceros del cheque del canon anual. Y un día u otro, si la demanda lo requiere, la central nuclear de Valdecaballeros, hoy paralizada, volverá a respirar, lo que también representará algo más de sopa. Esto último, nadie entre los bien enterados en Extremadura lo pone en duda: a pesar de las controversias y de las protestas ecologistas, incluso de la Junta de Extremadura, el Gobierno no espera más que la demanda de energía le permita poner en marcha de nuevo la central nuclear de Valdecaballeros.

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